Running
Era noche cerrada, la oscuridad en la calle no me permitía ver más
allá de la farola que me acompañaba.
Con el rollo de la contaminación lumínica y el descenso en el
consumo de energía, tenemos la suerte de tener unas farolas sólo aptas para
invidentes.
A lo que iba, en estando agarrado a mi farola, la misma que me
proporciona sustentación en mis tenebrosas noches de falta de sueño o insomnio
indeseado.
La vi pasar con sus bambas con colores fluorescentes, tanto en el
tejido como en los cordones de las mismas.
Era tal su luminosidad, que a punto estuve en buscar mis gafas de
sol, esas que no suelo llevar en mis paseos nocturnos por falta de sueño.
Sin dejar de agarrarme a la farola, pero estirando el cuello, todo
lo que daba de sí, me fije en su estilizada silueta, que unos digamos
pantalones, de esos de hacer deporte que tienen un nombre impronunciable para
un hombre de bien como yo, que a altas horas de la noche tiene la necesidad de
salir a dar una vuelta para mejorar su estado de ánimo, compartiéndolo con una
farola, que no cumple bien su función pero que es la que me sustenta.
Decía que en viendo a la gallarda moza en su ágil caminar, y tras
recuperar mi cabeza su horizontalidad, tras ver sus luminosas bambas para
correr sobre el duro asfalto ciudadano, seguir por sus estilizadas
pantorrillas, mostradas en su total conjunto con un trasero rotundo, me
encontré con otro fogonazo de color, que era la camiseta.
Aquí sí que no tuvieron mis ojos defensa posible, ni cerrándolos
de inmediato; el fogonazo de un fucsia llamativo y resplandeciente, dio con mis
pocas fuerzas, cediendo al peso de mi cuerpo rollizo de no salir a correr por
las calles de mi barrio, contra el suelo.
Encima se rompió la botella de ron añejo, que daba forma a mis
sueños, de tener una noche mejor; al estirar mis brazos hacia su figura,
dejándome de bruces en un charco oloroso.
Sentí como mi visión se alejaba, sin girarse a saber de mi
desacuerdo al dejar mi vieja conocida farola por un descubrir esa moda tan
vistosa.
Mientras su luminosidad se apagaba, mi olorosa derrota me urgía a
levantarme de una ridícula situación motivo de chanza ajena.
Imágenes de internet
Hola. Eso es lo que pasa con los ueños que cuando estás en lo mejor te despiertas.
ResponderEliminarUn texto maravillosamente escrito. Me gustó mucho.
te invito a visitar el blog de josefa.
un abrazo.
Muchas gracias! Me paso por ahí ahora mismo.
EliminarUn abrazo.
Hola, Alfred:
ResponderEliminarLo siento por el ron añejo, vendría bien un trago para el frío mañanero.
Un abrazo,
Se quedó en el suelo para disfrute de las hormigas.
EliminarUn abrazo.
jejeje bueno, menos mal que el ron sirve para algo, no?
ResponderEliminar(he aprendido una palabra nueva, bambas!)
buenas tardes =)))
Hola Liliana! Sí eso parece. Me alegro de haberte servido para algo positivo :D
EliminarBuenas noches!
Pobre hombre. A lo mejor era lo mejor que había visto en todo el día. A veces un toque de flipamiento, es algo maravilloso.
ResponderEliminarDesde la farola, un saludo.
Jajaja!!! Digamos que su estado de flipamiento era excesivo.
EliminarQuedémonos a la luz de la farola.
Saludos!
me encantó la historia, por sobre todo me gustó el lugar y la forma en que te "paraste" para contarla.
ResponderEliminarque a veces no es fácil ni para el señor del cuento ni para ningún señor, resistirse a salir corriendo detras y ver que solamente pueden seguirla pero con la mirada
un beso Alfred
Pobre hombre, ya ves que no estaba en condiciones de nada válido.
EliminarUn beso Laura!
Qué buen relato, y muy agradable el sorpresivo giro para cerrar.
ResponderEliminarUn abrazo de anís estrella.
Muchas gracias! Eres muy amable.
EliminarUn abrazo.
Habrá otras botellas de ron, y otras mujeres lumínicas, o luminosas, que también, para emprender carreras por el asfalto.
ResponderEliminarEsperando que las farolas puedan algún día cumplir su misión, me calzo mis bambas blancas, sin nada que ilumine la noche, y te mando un beso antes de salir a hacer running por la avenida de las mañanas.
Agradeciendo a la mañana, el no necesitar la farola para su supuesto servicio, levanto mi derrotado físico, para acompañar el paso de otras bambas, ni que sea sin ron pero con besos.
EliminarMe encanta la imagen de contraste entre la noche y la penumbra de la farola y el impacto de la ropa fosforita.
ResponderEliminarPor cierto, hay quien dice que la diferencia entre un corredor y un runner son 300 euros en ropa fosforita! Guille
Gracias por tu sutil observación, con la farola tan tenue apenas distinguía nada.
EliminarSe ve que era una prota con posibles.
Saludos.