UN LUSTRO
Cinco años ya
sin tu sentida compañía,
ese es el
tiempo que hace
que no estás
con nosotros.
Vino la muerte,
se te llevó,
así, sin más,
sin avisar.
sin tiempo para
nada,
sí es que un
caso así
se puede prever
algo.
No hubo
despedidas,
ni
declaraciones sonadas.
mientras
tuviste un soplo
quiso reinar la
esperanza,
hasta que se
truncó tu aliento
perdido en la
inconsciencia.
Testigos de tu
partida
nos quedamos
incrédulos
ante tamaña
fragilidad
a la que
estamos
sometidos en
vida.
La imprevista
despedida
nos produjo más
dolor
del que
asimilar se pueda.
Nos queda sólo
recordar
todo lo de
bueno
que tu compañía
trajo.
Es difícil
rememorar
otra cosa distinta
de nuestra
convivencia.
El transcurrir
del tiempo
lo atempera
todo,
incluyendo esa rabia
ante la pérdida
injusta.
Frente nuestro
final.
acabamos
aceptando
¡qué remedio nos
queda!
nuestra caducidad.
Podrá variar la
fecha
prevista de partida,
pero va
incluida
en nuestra
gentil llegada.
En cualquier
caso
tú ya no
envejecerás,
por siempre
jovial
estarás para
nosotros.
Sempiterna tu
sonrisa
fielmente
recordaremos,
así como los
reproches
bien merecidos
que a veces
recibíamos.
Mientras, seguimos
oyendo
nuestro jazz
contagioso,
ahora en
lugares distintos.
Alfredo,
26
Septiembre 2019