PIANO DE COLA
Todos se arremolinan alrededor del viejo piano de cola, que preside
uno de los rincones del noble salón, donde suelen acontecer todos los actos
memorables de la familia.
El tío Paco, fiel a sus principios de desprecio por el resto de la
familia, se mantiene alejado tratando de convencer a un avieja amiga de la
familia, de las bondades de un buen masaje en la habitación conjunta, donde una
espléndida lámpara araña, del siglo XV, con sus lágrimas sentidas, derrama una
tenue luz que compite con las estrellas que se entrevén por el balcón.
Con los tirantes del vestido de organdí, caídos fuera de los
hombros, permitiendo el deslizamiento del mismo, siguiendo la fuerza de la
gravedad y las ansias de nuestro hombre por descubrir los encantos ocultos de
la buena señora, que contemplaba la lámpara atendiendo a las virtudes que atesoraba.
Extasiada de placer, se permitió el lujo de liberar sus glándulas,
de la opresión que le proporcionaba el
molde donde reposaban todo el día. Observando la cara de supuesta sorpresa de
su anfitrión, el cual entusiasmado por el avance de su dominio sobre la presa, empezaba a babear de forma ostensible, pues no en vano
era una situación con la que había soñado los últimos veinte años.
En el salón, el piano embelesaba a los miembros de la familia que
aún no se habían dormido, el tema tocado no tenía nada que ver con la elección
de unos y otros, así cada miembro de la familia ponía la cara más adecuada al
acto, donde las notas permitían a los vecinos seguir con su personal
exploración, esta vez tumbados en una mullida alfombra de origen turco.
Los miembros más jóvenes de la saga familiar, alegando la cercanía
de próximas pruebas de origen académico, que les obligaban a repasar
continuamente los escasos conocimientos adquiridos a precio de oro en una
universidad de reconocido prestigio internacional, se excusaron, abandonando el
salón pasando por la biblioteca, donde se esforzaron por no pisar a la
pareja retozando por el suelo.
La cara del pianista, pasaba del éxtasis ante su propia actuación, a
la desesperación por el comportamiento negativo por parte de su auditorio, con
leves pinceladas de asombro por conservar la atención de las señoras del
servicio, que recogían vasos, platos,
botellas y demás utensilios utilizados en el acto de encuentro familiar, al
ritmo de su interpretación musical.
Los jadeos de la cámara contigua, se superponían a las notas del
viejo piano, al cual le faltaba alguna cuerda, en un intento de recomponer su
raqueta que tuvo uno de los hijos naturales del honorable señor de la mansión,
haciendo que las mejillas de las invitadas al acto adquirieran un suave tono
sonrosado, propio de la envidia al sentirse marginadas de un acto tan
placentero.
El crescendo vecino fue menguando, por pura consecuencia del final
de todo acto humano, mientras las piezas sonoras parecían eternas para los
pobres oídos, de los supervivientes obligados por dependencia del patriarca, a mantener
las formas.
Nadie se atrevía a despertarlo, sólo su actual querida dama de
compañía, le pasaba un suave pañuelo de lino, por la comisura de los labios,
para recoger el hilillo de baba, que discurría ininterrumpidamente en busca de
la corbata de seda con los colores del clan.
Cuando el tío Paco, recupero su asiento, en primera fila, sonriendo
a los demás, con la superioridad que daba el ser heredero de la saga, el
pianista respiró tranquilo y pudo dar por finalizado el programa concertístico,
propio de una familia con gran raigambre cultural.
La compañera de juegos del tío Paco, no regresó al concierto, ni
aquel día, ni nunca más a ningún otro, de los muchos que se siguieron ofreciendo
en viejo salón de la noble casa familiar, y eso que era la mujer del pianista.
jajaj. Me gusta ese viejo piano de ese tío Paco.
ResponderEliminarBien narrado. Muy bueno. Un beso. no soy anónima, pero no sé...
No creo mucho en los anonimatos, pero seas una persona bienvenida.
Eliminar¡Jo! Vaya família. Un tipo de burguesía decadente y nada ejemplar. ¡Hay de todo en la viña del Señor! La narración, estupenda.
ResponderEliminarUn saludo, en un día de lluvia.
Bueno, algunos se lo pasan bien, otros pasan, y los más se aguantan, como en cualquier sociedad que se precie.
EliminarSaludos lluviosos desde Sarriá.
Al ritmo de las notas de un piano todo parece más dulce. Aunque no deje de ser amargo...
ResponderEliminarLas notas son lo más bello, cuando las apariencias se empeñan en hacer de ellas su reino.
Mi abraz✴
Con las notas de un piano bien acariciado, se obtiene unas sensaciones, que hacen posible la felicidad entre los oyentes.
EliminarUn abrazo.
Vaya....
ResponderEliminarLa mujer del pianista.
Si es que lo tendría que haber visto venir.
Saludos.
Cada cual disfruta del concierto a su manera.
EliminarSaludos.
Bonito y completo relato, lo narras con todo detalle, no le falta nada,el piano, la saga familiar, el pianista, los adolescentes que huyen despavoridos, según dicen, a estudiar, el anciano,al que se le cae la baba, la dueña de la casa, el escote de la visita, está todo en tu magnifico relato.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz fin de semana.
Gracias Demofila, no se te escapó ningún detalle. Un placer tenerte por aquí.
EliminarFeliz fin de semana.
Un abrazo.
Me encantó tu relato, Alfred, me encanta ese piano.
ResponderEliminarUn placer venir a visitar tu blog.
Un beso.
Gracias, un placer tenerte por aquí, el relato no tiene la pasión que pones en los tuyos, pero tiene gracia, espero.
EliminarUn beso.
Bonito y bien narrado relato; con un final sorprendente que ha conseguido sacarme una sonrisa.
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias.
Saludos.
Me quedo con que te he sacado una sonrisa, es el mejor premio que puedo tener.
EliminarMuchas gracias
Saludos.
Vaya!
ResponderEliminarLa familia perfecta....dónde no?
Muy bueno tu relato, engancha!
=)))
Gracias Llilana, me alegro te gustara.
EliminarUn beso.
Lo he visto como una película.
ResponderEliminarSupongo que Berlanga podría rodar algo así.
Gracias por tu visita,saludos.
Es una comparación que me agrada, pero que más quisiera yo que hacer una historia como el maestro del cine coral.
EliminarGracias a ti, saludos.
Excelente relato, Alfred
ResponderEliminar¡Pobre pianista” Es extraño que una señora caiga “redonda” después de veinte años ante los asedios de Paco, el anfitrión. Es una lástima que muchos jóvenes desprecien la música clásica o presentaciones culturales. Al parecer el piano de cola, no era otra cosa que un adorno de la rica mansión. Muestras en tu relato diferentes tópicos que pueden darse en las reuniones de cierto tipo de gente que se cree superior al resto; esto está bueno para que lleven al escenario de un teatro.
Cordiales saludos, un abrazo
Bueno, bueno, bueno!!! Es un poco algo de todo eso que dices y alguna cosa más. :D
EliminarUn beso!
el tío Paco todo un artista!!
ResponderEliminarbesos.
Si eso parece.
EliminarUn beso.
Cada cual disfruta produciendo placer en los demás al aplicar su sensibilidad digital sobre aquello que domina.
ResponderEliminarExcelente relato.
Saludos.
Es cuestión de disfrutar y hacer disfrutar.
EliminarGracia.
Saludos.