Fotografía original de D.P.F.
Canto Llano - Pergolesi Stabat Mater 1/20
Fragmentos de la novela “La Lente Esmeralda” obra original de Alfred Comerma Prat, disponible en Amazon.es, tanto en versión física tapa blanda, como en versión digital, tipo Kindle.
También bajo pedido al propio autor, en caso de quererla dedicada.
Me olvidé de indicaros que estaré presente en dos mesas de firmas, en mi ciudad de residencia, Terrassa: En el Raval de Monserrat, de 10 a 12h. con los compañeros de "Amics de les Arts i Joventus Musicals" y en la Plaça Salvador Espriu, de 13 a 14.30h, con los de la Biblioteca Central de Terrassa.
;)
Pág. 7 Las copas de los árboles eran suavemente mecidas por un dulce viento que ayudaba a las cotorras en sus desplazamientos, reinas recientes del espacio aéreo tras la deserción de las palomas, rendidas por su lentitud en hacerse con las migajas que les tiraban las abuelas.
Pág. 26 Ya no pude volver a contactar con Menchi. Se había vendido el piso donde vivía y trabajaba, yéndose al campo, a las montañas, a los Pirineos. ¡Yo qué sé! Al menos algo así me dijo el conserje.
Pág. 37 Pero entró en una decadencia galopante cuando, aparte de la sempiterna crisis teatral, empezó a ser descartada su contratación por no recordar el texto. Acabó haciendo unos popurrís de varias obras, donde el público no entendía nada y, los más ilustrados, jugaban a adivinar los títulos de las obras a las que correspondían aquellos textos mezclados en un batido insufrible.
Pág. 44 Tras muchos vericuetos, Juanma consiguió adivinar el destino final de Ángela tras su paso por la residencia, que no fue otro que, evidentemente, pasar a formar parte del grupo reunido por Carmen Vives. Poco a poco, esta iba reuniendo el grupo de personas que habían quedado atrapadas en un mundo de depresión y olvido.
Pág. 61 Era una zona de volcanes con valles mágicos y lagos que desaparecían en el tiempo que duraba el hacerles una foto; una zona donde aún se creía en hadas y brujas.
Pág. 73 Me escondí entre la maleza, inmóvil como las piedras que me rodeaban, agudizando el oído un largo rato. Pensé en la posibilidad de un rebaño de ovejas encerrado en el corral, pero se escucharía algún balido suelto, de carácter menos religioso. No, ahí no había nadie, pero el susurro era persistente, audible, ligeramente inquietante. Me acerqué a una centenaria construcción donde se habrían guardado las balas de paja y los aperos. La puerta estaba cerrada con una cadena, pero se podía ver un poco su oscuro interior a través de las telarañas que había entre las tablas de la puerta. El murmullo era algo más audible, pero sin algún sonido que me ayudara a adivinar de qué se trataba. Mi mente agitada en mi cuerpo congelado viajaba entre múltiples opciones: el paso del viento canalizado por alguna chimenea, un coche desvencijado con las ruedas desinflándose, esperando ser rescatado por un amante de vehículos históricos.
Pág. 89 Lo que anteriormente fue un susurro como el del viento que mece las ramas, ahora era un tronar más ronco y fornido, como olas enfrentadas al acantilado.
Pág. 121 Apenas un poco de luz azulada, empezaba a definir el lugar, dándole a todo un toque picassiano. Aún no se había declarado abierto el día y ya los pájaros empezaban a cantar sus discursos.
Terrassa, 20 abril 2025