Pedro Madueño (Retratos 1977-2012)




Exposición de una cincuentena de retratos periodísticos, del conocido fotógrafo, colaborador de La Vanguardia.

Mostradas en un entorno aséptico, con un marco neutro, para remarcar la frialdad de la fotografía y centrarse en la persona retratada.

La muestra se compone de personajes diversos; actores, bailarines, artistas, fotógrafos, cocineros, escritores, directores de cine....y políticos.

Son primeros planos intimidadores, o instantáneas, tomadas en un momento de relajación del personaje.

En cualquier caso, Madueño ha captado la interiorización de la personalidad del modelo.

Es un muestreo de personalidades, que nos ofrecen una primera lectura asociativa a un rasgo, a un adjetivo, predeterminado por nosotros.

En este paseo, nos relacionamos con un Pomés vanidoso, la serenidad de Broggi, la vejez de Fernán Gómez, la tenacidad de Adriá, las dudas de Marsillach, la tozudez de López Raimundo, ante la mirada curiosa de Sergi Pamies, con un Nazario ofreciéndose cuál maja desnuda, contemplado por un Pixot con el agua al cuello, la tenacidad de Mas ante el autoritarismo de Pujol, un contemplativo González ante el jardín después de encantar serpientes. Un José Tomás aparecido de un cartel de La Naranja Mecánica, Gelabert autocontemplativo, la sombra del Rey y su poder, el compromiso de Pérez de Rozas, la autenticidad de Catalá Roca, un Chillida en descomposición, un Monzó narcisista, Tapies o el engaño de la cultureta, y así una serie de retratos en los que las pocas mujeres que nos muestra, parecen ser las más auténticas en lo que se refiere a sí mismas.

Es una apreciación personal y en primera instancia, ante el impacto visual de unas excelentes fotografías.

AMANECER BUCÓLICO

                                                                                   Foto del autor









Amanecer bucólico

El día amanece temprano, cantando los pájaros al nuevo despuntar del sol, como sabiendo que está al llegar la primavera.

Aún no se ve nadie entre los campos, en los que la cebada cubre, con un manto verde suave, grandes extensiones de terreno.

En el linde, conservado a través de los tiempos, por sucesivas generaciones, un silo romano asoma cómo esperando ser llenado de nuevo.

En el viejo caserón, los primerizos rayos solares, hacen destacar su majestuosidad, haciendo ver su torre de defensa, solemne y presta, para amparo de sus habitantes y vecinos, cómo en tiempos antiguos.

El pueblo, coqueto y reducido, aún no muestra señal de vida alguna, pero está ahí, latente, en espera de afrontar los retos diarios.

Alguna nube dispersa sirve para contrastar la brillantez de un cielo azul intenso, en su paseo haciéndose rogar, para que descargue su preciado contenido sobre la tierra sedienta.

El son de las campanas, en su tañer cotidiano, nos recuerda la hora de oraciones para unos y el paso del tiempo para todos.

Ya asoman por sus bocas; de las casas que abren sus ojos al nuevo día, habitantes deseosos de darse un festín, de la paz que lo envuelve todo.








Pasos






Van por la calle con el paso apresurado, por llegar al trabajo, a la cita con el cliente, a la consulta. Todos los pasos de primera hora son nerviosos sin concesión a la distracción.

El día avanza, todavía se ven pasos nerviosos, sólo que sí se paran ante algún escaparate, aún no están acostumbrados a la carencia de no ir a ningún sitio.

Hay pasos lentos, muy pausados,se distraen en las obras y en cualquier cambio en la sucesión de reclamos de todo tipo. Saben que no les esperan en lugar alguno.

Los femeninos no tienen distinción, siempre van a tiro hecho, se para lo justo ante lo que las motiva, seduce o interesa. Si son invisibles no cambian el ritmo por nada, si son jóvenes, se dejan querer, ralentizando el paso.

Los deportivos se suceden en grandes zancadas, sin pedir permiso por invadir el territorio ajeno, con el que se cruzan, se quedan dando saltitos  ante el semáforo, y luego se pierden en la lejanía.

Los pasitos, intentan acomodarse a las prisas adultas pero no pueden y a veces se rinden, ante lo cual los llevan en volandas.

Los hay irregulares, no saben por dónde van, o no están convencidos de ir, tienen dudas y lo reflejan parando y acelerando a la vez, causando molestias tras ellos.

Los serenos, pausados, tienen poder y lo muestran, no tienen prisa porque les esperaran el tiempo necesario, no se paran pero se les nota no perder detalle.

TELÓN




Telón

El haz de luz seguía sus pasos por el escenario, con una declamación excelente, audible perfectamente para sus amigos del gallinero.

Siempre enmarcado por el foco, provocando una sombra sin gorra, se desplazaba, siguiendo las instrucciones del técnico, en un solemne caminar.

Se integraba en la atmósfera creada por los decorados, destacando su figura como un componente más de la ficción.

Hizo una excelsa representación, finalizada la cual, sonaron unos aplausos, en los cuales se envolvió, inclinándose una y otra vez mientras subía y bajaba el telón.

Ante la invasión de flores imaginarias en el entarimado, en una de sus reclinaciones cogió una, brindándosela al mismo público que le reconocía tan cariñosamente.

Cuando finalizaron los aplausos de los electricistas, tramoyistas y profesionales del sonido, se regresó a la locura colectiva.

Se hizo el silencio en su interior, recuperó sus instrumentos de limpieza, e hizo mutis por el foro.

Malasuerte

Cómo es martes y trece, no voy a escribir nada, no la vayamos a fastidiar. Saludos a todos.

La pantalla

René Magritte



Tenía la pantalla del ordenador toda para él, esperando que empezara a teclear su gran obra literaria, la qué aún no estaba escrita.

Nada de esas ñoñerias publicadas para espíritus acomodaticios, leídas en un santiamén, sin profundizar en su prosa, yendo sólo a su desenlace.

Empezaría con un relato de misterio, uno intrincado sólo apto para lectores formados, con tensión argumental y desenlace sorpresivo.

Se lo pensó mejor optó, por dado como estaba todo, hacer su aportación, redactando un manifiesto donde plasmar las grandes ideas para salvar la nación de su caída en la mediocridad.

Entonces recordó su gran amor perdido, ese que todo poeta maldito tiene en su memoria, que le impide dedicarse a nada más que a su gran y excelso poema, para glosarla.

Abrió un recuadro, que hacía destellos, en una esquina de la pantalla y entró en un mundo donde todo tipo de personas escribían sobre todo, y se perdió.

Delacroix (1798-1863)





Magnifica exposición, presentada en el Caixaforum, abierta hasta el 20 de Mayo, en la que se muestra el conjunto de la carrera del pintor francés.

Reuniendo obras de colecciones públicas y privadas más importantes de Europa y América, el comisario Sébastian Allard, conservador jefe en el Departamento de Pintura del Louvre, nos presenta una espléndida visión de conjunto, de la trayectoria artística de Eugène Delacroix.
  



Condecorado con la Legión de Honor, por su famoso cuadro de La libertad conduciendo al Pueblo.

Fiel representante de la escuela pictórica del romanticismo, donde priman más la coloración y el tema exótico, que la definición y la linea.

Por supuesto nada que ver con la anterior exposición sobre el impresionismo, a través de la colección Clark.
http://obrasocial.lacaixa.es/nuestroscentros/caixaforumbarcelona/eugenedelacroix_es.html

La Red

Foto del autor

Ahora a un simple paseo, le llaman navegar, total es cómo deambular por las calles, parándose delante de los kioscos para leer lo titulares y algo más, antes de que te hagan comprar el periódico o revista que estés hojeando.

Escuchas y ves  gente cantando y bailando por calles y plazas, algunos te piden monedas por ser vistos y escuchados, otros agradecen el tiempo que les dedicas.

También hay vociferantes que asustan al personal con males venideros y epidemias por venir, cuya curación sólo ellos tienen.

Encuentras en tu caminar caras conocidas a quién saludas y amigos con los te paras a charlar sobre todo lo que has visto. A veces te reencuentras con viejos conocidos, con los que no sabes, retomar el hilo de la vieja relación, como la de los amores perdidos, qué es mejor dejar en el diario con la rosa marchita.

Te venden todo tipo de artículos, para uso personal o para el hogar, con grandes ventajas y descuentos, pero que francamente no sueles necesitar.

Los políticos salen a pescar, haciéndose los modernos, en estas procelosas aguas por las que navegamos, que son igual a las calles que conocemos de nuestras ciudades.

De algunas tiendas te llaman desde la puerta para que pruebes sus productos a cambio de opinar y dejar tu comentario como estudio de mercado.

Otros te ofrecen participar en juegos de sociedad, entre conocidos o afines, e incluso intervenir en sorteos en donde la unión de muchos facilita la obtención de premios a repartir, más para el que lo organiza, claro.

En muchas paradas, puedes escribir y comentar tu parecer, lo que da un aire muy democrático a la cosa, aunque pienses que tanto aullido y grito, distorsiona la paz del paseo, pero ya se sabe que la afluencia de tráfico, desmejora el buen andar.

Hay quién te da golpecitos en la espalda, por tal o cual comentario tuyo extraviado en alguno de los diferentes puestos por los que has curioseado.

En algunos has dejado tarjeta de visita, y has disfrutado de su buena oferta lúdica, ya sean fotos, textos, vídeos, cuentos, dibujos, relatos, o novelas de final abierto.

Incluso llega un momento, que te ves con ánimos para montar tu propio kiosco, gracias a una buena amistad hecha en tus paseos por la red.

LA CURVA









Sabía que cuando se perdían los zapatos,  el accidente era grave, muy grave,  la mayoría de veces con muertes.
Por eso, cuando la vio en la carretera, descalza haciéndole señas, supo que era la victima del accidente que acababa de ver en unas curvas anteriores, con un bulto tapado por una manta escocesa, tuvo intención de parar, pero los guardias que estaban al cuidado del siniestro, le hicieron señas insistentes de que continuase.
Las luces de los vehículos se reflejaban en el asfalto mojado, cruzándose los destellos azules de la policía con los anaranjados de la ambulancia, quedando atrás, cuando la encontró.
Su tez era muy clara, casi transparente, con una mirada muy oscura y penetrante, su pelo moreno le caía por encima de los hombros de una forma descuidada, por encima de un chal perlado que medio escondía algo, con faldas de vuelo, caídas sin ondear. 
Llevaba un paquete en el regazo, en realidad un cucurucho de papel mal hecho con unas hojas de La Vanguardia y más concretamente de la sección nacional, era observador,  pero la reconoció por la foto sobre una manifestación en las puertas de un centro médico, en protesta por el recorte de presupuesto en sanidad pública.
Al verla ahí, tan desvalida, con el cucurucho conteniendo sus vísceras, no tuvo por menos que frenar en seco para recogerla, no le abrió la puerta, sabía que no era necesario. Cuando paro ante ella, ni le sonrió, ni mostro señal de agradecimiento alguna, ni mucho menos le dirigió la palabra, pero ya sabía dónde tenía que llevarla.