SILENCIO
Recuerdo la casa, grande,
espléndida, incluso solemne, ahí bien puesta en lo alto de un pequeño cerro,
rodeada de encinas, con su ciprés de bienvenida a la entrada.
Dominando una lengua del
valle en uno de sus extremos finales, como si fuera la dominadora de la escena
donde ocurrían todos los actos, pero que no eran ninguno.
Contemplar el paisaje
desde allí arriba te daba una sensación de dominio del lugar y de sus gentes. (Hablando
en plan menestral)
Tras años de estar
cerrada se ponía en alquiler para agobiados por la polución, el ruido, el
estrés y todas las incomodidades de la ciudad. Y así se sacaba algo para su
mantenimiento qué no era poco.
Vivir en una gran urbe
tiene muchas ventajas y posibilidades pero la de respirar bien y gozar del
silencio no está contemplado entre ellas.
Cualquier visitante que
llegase por primera vez, se quedaba aturdido ante aquel silencio, sólo por la
noche se podía oír algún búho con ganas de ligar, el mover de zarzales por el
paso de jabalíes y aguzando el oído algún osado ratón intentando hacerse con
unas migas.
Era tal el silencio
ambiental, que de no ser por nosotros, se podría escuchar el tejer de una tela
de araña sin elefantes columpiándose.
Pero romper esa armonía nos
fastidiaba, nos hacía estar en tensión, respirando suavemente, moviéndonos
lentamente para no emitir ondas que pudieran destemplar ese ambiente tan
equilibrado.
Como urbanitas nunca nos habíamos
encontrado en una situación igual, ni siquiera en un centro de oración, esas
iglesias enormes con beatas arrodilladas y cirios inhiestos encendidos.
Las risas, los lamentos,
las oraciones, los llantos, los gemidos, estaban acotados para no romper ese
silencio tan envolvente en el que parecíamos crisálidas esperando turno.
Acostumbrados a un mundo
urbano donde convivimos con todo tipo de ruidos, sonidos, músicas ambientales,
obras, fábricas, ladridos y muchos rebuznos en colas y demás aglomeraciones
humanas. El silencio de ese espacio ignoto en una zona rural, era lo más
parecido al paraíso perdido, sin John Milton para describirlo.
Barcelona, 25 Junio 2019