Nos encontramos ante una casa, de antigua solera, otrorde recio
abolengo, ahora en plena decadencia.
Un hombre de mediana edad, sentado ante una chimenea, contempla
dubitativo, el fuego menguante que hay
en ella, mientras no sabe si echarle su ultima tronco.
En la sala, una antigua biblioteca, en la que los anaqueles
prácticamente están vacios, donde sólo el polvo y viejos legajos de papeles,
indican lo qué fue en sus inicios.
Una puerta acristalada, le separa del recibidor, donde una noble
escalera, permite ascender a la supuesta planta principal, donde se hallan las habitaciones.
Unas exclamaciones rompen el silencio de una tarde de un crudo invierno.
-
Mario! Mario! Ven, corre, date
prisa.
-
¿Qué son esos gritos?
-
¡Sube, corre!
-
Ya voy, ya voy, ¡Qué pasa?
-
Hay una grieta enorme
-
¿Dónde?
-
Aquí, en un cuarto de arriba
-
¿En cuál?
-
Pero sube y te lo enseño.
-
No te alteres.
-
No me altero.
-
Están dando un partido en la
tv.
-
Pero que esto es muy serio.
-
Lo mío también.
-
Puede desaparecer la
habitación. La grieta es muy grande.
-
No será para tanto.
-
Pero Mario. ¡Quieres subir
de una vez!
-
Ahora no puedo.
-
Esto no puede esperar a que
acabe el partido.
-
No, sí después del partido
tampoco podré. Luego dan la Vuelta. El resumen de la etapa del día.
-
Ya te dije que el hecho de
poner un poco de masilla no iba resulta, pero tú dale que dale, que no era nada, y ahora esto.
-
¡Bueno! Pues reclamaremos al pintor.
-
Pero si sólo encaló la pared,
por el lado del pasillo, para que se viera bonito desde la escalera, dentro no
hizo nada.
-
Da igual, es culpa suya, por
no haberlo hecho bien.
-
Pero quieres subir a mirarlo.
-
No estoy para esas tonterías.
-
Tú nunca estás para nada.
-
¡Oye! Que tengo mucho
trabajo, no paran de dar cosas.
-
Pues es que aquí, los chicos
dicen que ya, si acaso aprovechan y con
la habitación hacen una casa para ellos.
-
Que chorradas dices.
-
Que la arreglan, aprovechan
la grieta y la separan del todo, que ellos ya se ocupan, tú no tendrás que
hacer nada (Tampoco lo ibas a hacer).
-
¡Que ni se les ocurra! Mira que les envío a Sara.
-
Como si eso les fuera a
importar.
-
Cómo vamos a perder una
habitación, con lo que pagan por ella.
-
Por eso se quejan y
prefieren hacerse algo.
-
¡Ni pensarlo!
-
Pues ya dirás que quieres
hacer.
-
Ya te lo he dicho. Avisar
enseguida a Sara.
-
Bueno, bueno.
-
Ella pondrá ley y orden,
sobre todo orden.
-
Me parece a mí, que eso no
va a ser, no me dejan ni asomarme.
-
Tú eres una blanda y te ha
faltado poner disciplina.
-
Será porque has venido aquí
para ayudar.
-
No desvíes
responsabilidades, además no me estoy enterando de nada, al final el Real va a
perder. Esto es intolerable. Voy a llamar al árbitro.
-
Mario, yo me voy, si se
rompe será cosa tuya.
-
Tú te esperas y haces lo que
te diga Sara. Ahora la llamo.
-
Ya te he dicho que ella no
va a solucionar nada, que aquí están muy encabronados.
-
Me da lo mismo. ¡Además!
¿Adónde van a ir?
-
Que se hacen una puerta por
el otro lado y salen a la escalera de emergencia, la que compartimos con la
casa vecina, la que da al jardín comunitario.
-
Pero si eso es un disparate,
está en desuso, desde ni se sabe.
-
Pues eso, que para ellos ya
vale y de paso la arreglan, que son muy apañados esos chicos.
-
Sí claro, y quién iba a
hacer las cosas por aquí.
-
Mario, que dicen que quieren
bajar a hablar contigo sobre el asunto.
-
Que no, que ni hablar ni
monsergas, que sigan quietecitos y
sin protestar, que vayan
arreglando la pared y basta.
-
Lo que tú digas Mario.
-
Así me gusta, cómo ha de
ser.
Dobla un conocido diario deportivo,
mientras dirige su mirada hacia un espléndido aparato, que destaca por su
excelencia, ante un decorado tan achacoso.
Sarrià, 5
Febrero 2018