CRIMEN BAJO LA MURALLA


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https://www.youtube.com/watch?v=9p9kLRA9AnQ&feature=youtu.be

Excelente vídeo de Albada Dos, con agradecimiento.

  






La inspectora Paula, se presentó inmediatamente al requerimiento del comisario, se trataba de un asunto de suma importancia.

Un crimen siempre lo es, pero en plena campaña turística, en un pueblo  volcado totalmente en sus fiestas, que representaban  la supervivencia económica, para muchos de sus habitantes, de todo un año. Era un asunto feo, muy feo y descorazonador.

Cabía la posibilidad de que el hallazgo espantara a los turistas de prestigio, eso que se ha dado en llamar turismo de calidad, haciendo venir en contrapartida, a esos buitres fisgones, amigos de los temas  morbosos.

Había que evitar a toda costa, las televisiones y emisoras de radio, fisgoneando y preguntando por el pueblo.

El comisario Gonzalvez, no le pudo informar de mucho, le pedía que fuera lo antes posible, porque parecía macabro y reciente.

Confiaba plenamente en su subordinada y en su eficaz criterio, para seguir una investigación, con total discreción.

Sin tardanza, Paula se presentó a  coger un coche del parque móvil.  Ya tenía la reserva del hotel hecha por el propio ayuntamiento local, a pesar de estar todo lleno. Como es lógico, para un asunto importante, siempre se podía conseguir una habitación en alguno de los hoteles, aunque fuera la del director.

Así es como rauda y presta, cumpliendo con la llamada de su superior, nuestra heroína se apropió de un Citroên Xsara, con el que se adentró por carreteras desconocidas en busca de un mundo medieval, para capturar a un terrorífico dragón.

Pues de eso se trataba. Tenía que ir hasta la honorable villa donde el paso del tiempo, había respetado sus antiguas murallas y construcciones de la época medieval.

En plenas fiestas de Sant Jordi, se aprovechaba dicha circunstancia para crear un programa de festejos, recreando las costumbres y la ambientación de ese momento histórico. En su celebración, todo el pueblo se implicaba, en mayor o menor medida, con el Consistorio al frente, dando impulso al renacer cultural y económico de la villa.

En la “Setmana Medieval”, un concejal  de innoble pasado e incierto futuro, (por una imputación tras un feo asunto de pago de favores), había desaparecido, al tiempo que se empezaron a encontrar restos humanos allá donde no debiera hallarse más que animales irracionales cocinados.

Cuando se presentó en la comisaria de zona, los agentes allí reunidos, le hicieron la típica broma de que esperaban a un sabueso y no a una linda princesa.

Ante su adusta mirada, dejaron los comentarios y la pusieron rápidamente en  antecedente sobre lo ocurrido. La inspectora Paula, a pesar de su atractivo aspecto, esa juventud contagiosa, y una decisión enorme, no dejaba de ser hija de un sargento de la Guardia Civil, lo cual da carácter, mucho carácter, para ser exactos.

En resumidas cuentas, se trataba de averiguar si los restos encontrados, correspondían a un ser humano, como así lo sospechaba el forense, a la espera de los análisis decisivos. Y lo que es tanto o más importante, si éstos eran del concejal de cultura, echado en falta, desde su ausencia a la inauguración de los actos festivos. Lo habían achacado a una fiesta pasada de sustancias, pero en esos momentos, entraba en escena el supuesto de que su desaparición fuera definitiva.

La inspectora se preguntó qué hacía allí, si aparentemente todo estaba claro y la investigación la podían realizar los componentes de la comisaría. Aunque no esperó ninguna respuesta, resultaba evidente que ninguno de sus nuevos compañeros había hecho una investigación de este calibre, y se palpaba en el aire que no sabían por dónde empezar.

                                                          II
 Son una pandilla de impresentables, el consistorio en pleno. Odio al concejal de cultura, un ser repugnante, que sólo se mueve por un buen botín.

Imputado por un caso de trato de favores. Cuando era concejal de urbanismo, a base de hacer llegar la información adecuada a los mafiosos de turno, (constructores sin escrúpulos en su mayoría), había medrado a una velocidad imposible de justificar. Se rumorea que había llegado a permitir que derribaran algunos tramos de las murallas, para obtener piedra de sillería barata.

Encima, para colmo, el tipo era del partido de los verdes, llenándose la boca de frases rimbombantes, que iba soltando ante los okupas, hogares de ancianos, y demás gente de convicciones frágiles, en busca de una verdad. Ese cinismo ha sido la guinda del pastel.

El será el primero de mi lista de limpieza, pienso dejar el municipio, limpio e impoluto de gente degenerada.

Al imbécil le he tenido retenido en una antigua masía deshabitada,  propiedad de la familia, pero que sólo usaba yo para los ensayos con la batería, desde jovencito. Creo que nadie más tiene la llave de la cancela ni de la puerta. Como forré las paredes del sótano con cajas de huevos, para insonorizarla, me ha venido ahora de perlas, así cuando le corté la lengua para hacer el estofado, nadie pudo oír sus desagradables berridos.

Pensé que lo mejor que se podía hacer con un cerdo era disfrutar comiéndolo. Total, por su culpa mi carrera gastronómica como gran chef, estaba arruinada de por vida.
Así que he pensado que qué mejor que practicar con su cuerpo malnacido, ofreciéndolo en pequeñas muestras, por los diversos puestos de comida, que durante la feria se montan para ofrecer pitanza a los forasteros.

De momento, ya he puesto las orejas en un gran caldero de lentejas estofadas, en casa del tío Paco, donde se venden raciones en unos cuencos de madera, a un euro la ración.
La lengua, tras lavarla y cocerla a fuego lento durante un par de horas la puse como condimento dentro de unas empanadas, mostradas en plena calle, y consumidas con gran fruición y deleite por los turistas.

Lo más complicado, al menos para mí, ha sido la obtención y aprovechamiento de las criadillas. Acabé poniéndolas en un hatillo de hierbas aromáticas, que introduje en un cordero hecho a la brasa, entero y ensartado en una vara, donde se le iba dando vueltas, para asarlo.

Los dedos de los pies, obviamente estaban instalados en unos ricos pies de cerdo con sanfaina, ofrecidos por el Mesón de las Cuevas.

Para el fin de semana, que es cuando la cosa se anima de verdad, espero tenerlo todo listo para ofrecer al susodicho en toda su  salsa.
                                                
                                                           III
La inspectora que ha llegado de Barcelona, se enfrenta a Montalbez con una mirada fría, mientras preguntaba si habían requisado toda la comida que se ofrecía en la zona de la feria.

El comisario entendió que algo había hecho mal cuando había ordenado que recogiesen muestras de todo lo cocinado en casa Paco, pero no había hecho nada respecto al resto de locales, bares, restaurantes y tabernas que tenían permiso para  ofrecer comida en el trascurso de la semana.

-Acabo de ordenar que amplíen a todos los bares la orden de cerrar preventivamente- dijo azorado.

Como no lo había hecho, se escurrió hasta el agente de la oficina y estuvo hablando a su oído, mientras éste escribía una orden de cesación de actividad que refrendase el Juez, a quien llamaba el comisario, a los pocos minutos, desde su propio teléfono móvil, y tapando con su mano el aparato.

Paula hizo cálculos en un santiamén. Si las primeras impresiones del forense eran del jueves, y a ella la habían hecho correr hacia la villa a las doce del viernes, podía haber restos de un ser humano por cualquier cacerola, puchero o brasas que se alzaban por toda la zona amurallada.

De hecho podía ser la manera más sencilla de hacer desaparecer un cadáver, a la vista de todo el mundo. Tenía en mente una famosa película en la algo parecido sucede para disfrute de todos, menos de la víctima, claro.

Inmediatamente todas las fuerzas del orden, se fueron a visitar los puestos con licencia para ofrecer comida durante estos días por las calles.

También había que averiguar, entre las construcciones cerca de la población, las susceptibles de poder servir de escondite para un secuestro. Y había que preguntar en el Ayuntamiento, quién podría tener algo contra el concejal de Cultura, alguien muy enfadado por alguna negativa importante y reciente.

Las pesquisas y el requisado dieron sus frutos. En muy poco tiempo, los puestos callejeros no tenían en principio ninguna comida contaminada.

De la revisión de asuntos dolosos, un expediente de crear un puesto de sorteo de jamones, había sido desestimado, por ser material en mal estado, llamaba la atención. La solicitud estaba hecha por el antiguo propietario de un restaurante que tuvo que cerrar.

La familia del restaurador era propietaria de una granja de pollos a las afueras, en la que también había un viejo caserón en desuso, pero de gruesas paredes. El chef  perdió su estrella, y con ello toda su clientela, cuando se conoció, previa denuncia, del susodicho concejal a Sanidad, y no atender sus requerimientos de pago de una módica cantidad, de unas prácticas culinarias de alto riesgo.

 El dispositivo de vigilancia en el caserón dio sus frutos  y pudieron detener al ex chef estrellado. Este alegó a su favor, que había hecho una operación de limpieza, en beneficio de la comunidad, que algún día le agradecerían.

En el congelador encontraron el cuerpo del concejal, con carencias de apéndices, y en tal estado de desvarío que optaron por dejarlo un rato más.

Pero pudieron enterrarlo, bastante apañadito, en el cementerio de una villa donde los dragones no se comen princesas, sino que con su sangre riegan la tierra donde las rosas se engalanan para que las mujeres esperen con ellas, un beso de primavera.









  

6 comentarios:

  1. Con inspectores así, miedo da ser asesino!

    Un beso

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  2. Lo triste es que el asesinado no obtuvo compasión de nadie.
    Un beso.

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  3. El asesino tiene unos gustos muy peculiares y los pobres turistas seguro que no acertaron a lo que sabía. Menos mal que la inspectora Paula tenía buen olfato policíaco.
    A partir de ahora cuando vaya a un restaurante, iré con cuidado con lo que como.

    Un abrazo.

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  4. Bueno si está bien condimentado, tiene que saber bien, otra cosa es de se enteren de lo que están comiendo realmente.
    Por si acaso vigila bien.
    Un abrazo.

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