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Estaban contra la tapia, esperando el momento final o que alma caritativa que los indultara, recuperándolos de las inclemencias del aire libre y se los llevara a la acogedora tranquilidad de una estantería hogareña.
Ellos, ateridos por el rocío matinal, se sienten desamparados, tristes y fuera de lugar, sin saber si han sido abandonados por representar conocimientos superados, o para hacer sitio a compañeros más novedosos.
Su triste realidad, es estar en un tranquilo y primaveral día de fiesta, apoyados en la pared, tomando el sol, como ancianos apurando toda la energía del astro rey.
Las palabras de sus textos, al ser libros de características didácticas, sobre economía y ceñidos a una región , parecen poco propensos a mostrarnos un toque poético en su contenido.
Pero no solo en los libros de poesía, o de prosa poética, o de literatura sensible, se expresa la belleza de las palabras, pues que es poesía, si hasta que no la pronuncies con tus labios, solo tenemos un conjunto de palabras sin vida.
En cuanto las hagas tuyas y las pronuncies con mayor o menor delicadeza, variando el tono, cambiando el timbre, con pausas moderadas y arranques de presteza acelerada, tomaran cuerpo y todo será poesía para mis oídos.
Contemplaré el movimiento de tus labios, esos que no besaré, para no romper el hechiza que tu voz me provoca; siguiendo con la lectura pausada y pautada, que insuflan vida, pues un libro puede tener varias vidas, tantas como lecturas les descubran y puedan sorprender a nuevos lectores.
Esos libros abandonados, con la esperanza de que alguien, los recoja, así puestos, contra la tapia, como esperando la ejecución de una orden injusta, que no acepta criterios diferente o contrarios, con la separación entre ellos que hace pensar que alguno ya ha sido indultado de su pecado.
Me han dado pena, quien quiera que sea, no se ha tomado la molestia de llevarlos directamente a un centro donde los puedan acoger, y facilitarles nuevos e interesados lectores.
Pero parece ser, que la moda imperante, sea ahora desprenderse de los libros que no tienen cabida en las estanterías hogareñas, o no son del gusto del receptor original, tengan otra vida a través del desarraigo que supone darlos en adopción anónima.
Tampoco he roto el hechizo de contemplarlos tal como estaban, simplemente me he alejado tras hacerles una foto para mi álbum de los olvidos.
Foto del autor
No están abandonados. Son una guardería donde están para ser recogidos por las manos amorosas que harán de madres oyentes excelentes, quienes, a la vez, y tal vez, les dejen luego en un cole de un árbol, para ser adoptado una y otra vez, o acabar por descansar en un anaquel de un escritorio de autor célebre.
ResponderEliminarUn beso
Pudiera ser como bien dices, que su destino sea ir transitando por doquier, haciendo felices a múltiples lectores, hasta llegar al lugar que el porvenir les otorgue.
EliminarUn beso.
Un escrito, que me ha gustado, para mentes intelectuales. Mucho se ha hablado de este tema y mucho se hablará. En este aspecto soy poco sentimental, después de leer un libro, lo guardas, lo dejas. lo das y si te ocupa un lugar que necesitas, lo tiras.
ResponderEliminarUn abrazo.
La opción que más me gusta, es donarlo a alguna entidad o persona, que sepas lo apreciará.
EliminarUn abrazo.