Como cada año al llegar la Navidad, se ponían a engalanar la casa, para recibir a la familia en la comida anual y celebrarlo con la cara alegre.
Subieron al altillo donde se guardaban cajas conteniendo bolas, cintas, figuras y abalorios varios. Una vez con ellas en la sala, se dispusieron a preparar la decoración navideña.
Mientras contemplaban las bolas, recordaron como reñían a los niños, cuando les ayudaban, por romper alguna jugando.
Ahora se quedaban con la mirada perdida, sin tener a quién alertar, salvo a sí mismos, temerosos ante sus temblorosas manos, sin hijos.
Mientras contemplaban las bolas, recordaron como reñían a los niños, cuando les ayudaban, por romper alguna jugando.
Ahora se quedaban con la mirada perdida, sin tener a quién alertar, salvo a sí mismos, temerosos ante sus temblorosas manos, sin hijos.
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