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Momento Musical
ELLOS
En un bar, bodega, restaurant, incluso pequeño museo y sala de exposiciones, pero de esos de barrio, de los de toda la vida, pues debe de tener mi edad como mínimo y, que además está cerca de casa. Se encuentran semanalmente un grupo de alegres viejales o veteranos jóvenes, de esos que las han visto de todos los colores, para sentarse a platicar sobre todo lo divino y lo humano, sin tener que salir corriendo como en sus años mozos, por decir según qué.
Algunos son compañeros de “Uni” y otros se han incorporado a posteriori, pero prácticamente son todos coetáneos.
Ellos discuten con la misma acalorada pasión que en su juventud, por cuestiones que desgraciadamente siguen presentes en nuestro día a día, por no estar solventadas correctamente o bien por ser fruto de negligencias anteriores mal resueltas.
Hacen en sus desayunos, apología de la amistad por encima de cualquier otra consideración, llevan tanto tiempo sin ponerse de acuerdo en ciertas cosas que ya nadie va a cambiar ahora.
Incluso un venerable anciano, cliente habitual del local, se levantó a loarles por su fidelidad al encuentro, comentando que sus compis ya habían ido desapareciendo uno tras otro, pero que no había nada mejor que esas relaciones, les animaba a seguir deseándoles muchos años en ello.
Pues entre anécdotas, batallitas, conflictos, narrando historias de tiempos militantes en algo con lo que algunos se llenan la boca sin haber sufrido las consecuencias que sí soportaron ellos, dejan ir un reguero de vida.
Perteneciendo a su misma generación, sus méritos y los míos socialmente hablando son muy distintos, digamos que hay un tramo de edad inferior, que me hizo la vida más llevadera en algunas cosas, pero gracias a gente como ellos.
Barcelona, 17 junio 2021
Què bonic és seguir gaudint de les amistats de tants anys!. Segurament seguiran discutint amb la mateixa intensitat d'abans. I és que hi ha coses que no han canviat massa... com canta en Raimon.
ResponderEliminarAferradetes, Alfred.
Guardar las amistades de toda una vida es muy lindo y dice mucho de las personas. Un gusto leer esta entrada. Felicidades .
ResponderEliminarJuveniles viejardos de ayer y de siempre que en sus conversas arreglando el mundo o planteando revoluciones constatan que nada ha cambiado...
ResponderEliminarAbrazos y más abrazos. (Esa foto diría que la sacaste a la vuelta de casa, Alfred)
Hay hábitos que no deben cambiar!! Disfrútalos.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Un relato costumbrista y esperanzador, los viejitos seguimos vigentes y organizamos nuestras propias reuniones y debates. Abrazos
ResponderEliminarBares qué lugares tan gratos para conversar, que diría Jaime Urrutia.
ResponderEliminarImportante mantener esos encuentros donde lo más importante es conservar el contacto con unos buenos amigos. Esas pequeñas cosas que hacen más placentera esta vida.
Me gusta mucho la foto del autor, últimamente el autor me está sorprendiendo con sus fotografías ;)
Besines.
Muy bello relato tan real y cotidiano. Te mando un beso
ResponderEliminarEse lugar parece un refugio amable donde guarecerse de los sinsabores de la vida.
ResponderEliminarSaludos.
Que bonito es conservar a los amigos de siempre.... Lindo relato amigo Alfred. Saludos.
ResponderEliminarAcodado en la barra de un bar se suele hablar de la vida según le va o le ha ido a cada uno, hay incluso alguno que creen haber vivido una vida que no es cierta, pero bueno, cada cual la cuenta a su manera, es el pasado, lo que cuenta es hablar y preparar un futuro mejor.
ResponderEliminarSaludos
De "honor" es reconocer los méritos ajenos...
ResponderEliminarEl texto, muy gráfico y gratificante, pues conservar estas reuniones a ciertas edades en un regalo de la vida!
Abrazos Alfred.
...es un regalo...
ResponderEliminarBuen relato y bello encuentro entre amigos, esas reuniones son las que merecen de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo Alfred.
Reconfortantes encuentros para saborear la compañía de la amistad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por eso se dice que la veteranía es un grado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antes de llegar a tu escrito escuché y sentí con gran emoción al cantante en catalán, sin haber vivido esas historias se me nublaron los ojos y me estremecí, comparti por un momento el sentimiento de ese público que aplaudía con fervor. Esas reuniones de hombres que han vivido y recuerdan, no tienen precio, un abrazo Alfred!
ResponderEliminarEsa es la gran tristeza, cuando ya no encuentras amigos de esos "que los hemos visto de todos los colores", y ya no encuentras ni "el sitio" ni los contertulios, para esa apología de la amistad de la que hablas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Alfred, lo bonito de esos encuentros entre amigos o compañeros al cabo de tantos años, es que, aunque no se este de acuerdo en algunas cosas esta ante todo el respeto, que envidia de las reuniones:)
ResponderEliminarBesos.
Bonito encuentro entre colegas de toda la vida, discutiendo sin ponerse la de acuerdo, pero sintiendo el calor de la buena compañía. Muy emotivo el último párrafo. La gente no suele reconocer ni menos dar las gracias hoy en día.
ResponderEliminarUn saludo, Alfred.
Es una gran suerte. No todos pueden (podemos) decir lo mismo. Como dice Juan L. a veces ni "el sitio" Y no es demérito de nadie. A veces las ausencias son sencilla y llanamente porque la vida es muy cruel a veces.
ResponderEliminarGente admirable, no siempre admirada como se merece.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que honrar a esa generación que de verdad batalló y nos dejó un suelo más parejo, para que nos resultara más fácil andar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un regalo de la vida!
ResponderEliminarEs un patrón común en todos los países a menos los de habla hispana, esas reuniones en bares,parques o plazas,de ancianos resolviendo la vida.
Excelente cuadro literario Alfred!
Un abrazo.
Hola, Alfred.
ResponderEliminar¡Qué entrañable relato! Casi una pintura, me parece estar viendo a ese grupo de navegantes incansables de la vida. Me ha gustado mucho.
Un beso.