Foto obtenida de Internet
Miles Davis
Ascenseur pour l'échafaud
EL JUICIO
Sala de juicios, en un juzgado de primera instancia de cualquier ciudad, en donde sus habitantes se han tirado demasiado tiempo condenados al ostracismo y al confinamiento.
Se celebra uno de esos actos denominados: “Juicios rápidos”
- Así pues (cita el juez), éste es el acusado que según Ud. Sr. Fiscal, atentó contra la nueva normalización impuesta por el gobierno del Reino.
- ¡Sí Señoría! Demostraremos cómo el detenido incumplió repetidamente las nuevas normativas.
- Proceda.
- La Fiscalía, representando al Estado, acusa formalmente al Sr. José Enrique Carlos Gustavo de las Muelas y Altos Vuelos, de comportamiento disoluto, alteración del orden, abusos deshonestos y conducta inapropiada.
- Así como resistencia a la autoridad en el momento de su detención. Todo lo cual procederemos a exponer en esta vista.
- ¿La defensa cómo se declara?
- Inocentes de todos los cargos Señoría.
- Demostraremos el abuso de autoridad, cometido contra nuestro cliente en sus derechos de convivencia ciudadana, como hombre libre y responsable de sus actos que es.
- Bien, el sr. Fiscal. Tiene la palabra.
- Gracias Señoría. Llamamos a declarar a Doña Rogelia. Nos abstenemos de citar los apellidos, dada la peculiaridad de los delitos.
- ¡Bien! Dejémoslo así de momento. Tome nota escribiente.
Entra en la sala de juicios, una mujer de edad indefinida, que es una forma de indicar que su juventud empieza a ser un bello recuerdo.
- Doña Rogelia: ¿Denunció Ud. A la persona sentada en el banquillo de los acusados, por conducta inapropiada y violación de domicilio?.
- Sí Sr. Fiscal.
- Los hechos se remontan a la noche del pasado dos de mayo. ¿Cierto?
- Sí Sr Fiscal.
- El acusado se presentó en su casa a altas horas de la noche. ¿No es cierto?
- ¡Protesto! Está reconduciendo a la testigo. Clama con voz grave el abogado. (Un joven de buena presencia, aunque algo bajito para poder salir bien en la foto del juicio para el periódico.)
- Aceptada. Sr. Fiscal limítese a lo que ocurrió, hechos sin matices.
- Bien Señoría.
- Doña Rogelia, le planteo la pregunta de nuevo de otra forma: ¿El acusado es el hombre que entró en su casa por la noche? ¿No era vecino del inmueble? ¿Le acosó y se marchó en horas de confinamiento?.
- ¡Protesto señoría! Sigue reconduciendo a la víctima.
- No ha lugar, no vamos a estar aquí todo el día con esto.
- Conteste Doña Rogelia.
- Sí Sr. Fiscal. Llamó por el interfono y mediante engaños consiguió que le abriera la puerta. Una vez arriba y dentro del piso, su educación cambió y se convirtió en una bestia.
- Bien, eso lo decidirá en tribunal Sra. Rogelia.
- Perdón señor Juez, Srta. Si no le importa.
- Como Ud. Prefiera Srta. Rogelia.
- Tiene la palabra la Defensa.
- Con la venia, señoría.
- Srta. Rogelia: ¿Conoce al acusado?
- ¡No! ¡Para nada!
- Perdone, nos puede decir entonces: ¿Cómo fue que le abrió la puerta a un desconocido?
- Bueno, fue muy persuasivo, lo consideré hacerle un favor.
- ¿Qué fue lo que le dijo?
- Que quería conocer la chica de los versos. Si yo era la chica que se asomaba. Le contesté que estaba en el balcón, pero escuchando a los que recitaban, que eran los vecinos de al lado. Pero me dijo que no quería al poeta quería el poema. No le entendí y se lo dije, entonces me contestó que yo era el poema que había visto. Eso me desarmó y por eso me confié y abrí.
- Entiendo.
- ¿Suele abrir a cualquiera que le diga algo así?
- Nunca me habían dicho una cosa igual.
- Entonces él subió, acudió a su casa y Ud. le dejo entrar sin reticencias.
- Sí, así es.
- ¡Vaya, vaya!
- Déjese de sarcasmos abogado.
- Perdón Señoría.
- Solamente quería mostrar que mi cliente tuvo acceso libre a la vivienda, sin forzar ni violentar nada ni nadie.
- No haré más preguntas.
- Sr. Fiscal. ¿Algo que añadir?
- No Señoría. ¡Gracias!
- Llamamos a declarar al acusado Sr. De las Muelas.
- Alguna oposición Sr. Abogado
- Ninguna Señoría.
- Alguacil proceda.
- Puede omitir todo aquello que le pueda auto inculpar, pero deberá responder sobre todo lo que se le pregunte.
- Entiendo Señoría.
- Ud. Vio a la Srta. Rogelia en el balcón y digamos que quiso conocerla de cerca.
- Sí Sr., fue un impulso.
- Entiendo.
- Ella le abrió y Ud. subió a su piso.
- Sí Sr.
- Una vez en su apartamento, ¿Qué hizo? Si puede decirse.
- Bueno, entré y la saludé, le dije que era sanitario, me presenté como un admirador y que me apetecía conocerla y charlar un rato con ella.
- ¡Ya! Pero lo de charlar era eufemismo de lo que realmente sucedió luego.
- ¡Protesto Sr. Juez! El Fiscal da por realizados, hechos no probados.
- Se acepta.
- Perdón Señoría. Continúe Don José Carlos.
- Perdón Sr. Fiscal, es José Enrique Carlos Gustavo.
- ¡Ah! Sí, es verdad, perdone. Prosiga por favor.
- No pasó nada malo o que pudiera considerarse delito, entre dos adultos con pleno control sobre sí mismos.
- Eso es lo que tenemos que dilucidar aquí, acusado.
- Sí Señor.
- Digamos que en lo de charlar entraba el manoseo al que sometió a su víctima.
- No hice nada que ella no quisiera.
- Eso dicen todos los acosadores.
- ¡Fiscal por favor!
- Perdón señoría.
- Señores, me limité a proporcionarle la inspección que ella solicitó.
- ¿Ah sí? Explíquese.
- Pues verán, ella me pidió que observará sus...ya saben, pues tenía una irritación y con lo del virus estaba algo nerviosa. No llevaba más que una camiseta de tirantes y como no me había lavado las manos, pues le hice la inspección con un tacto labial, luego al notar un ligero repunte, tuve la reacción natural de morderlos, lo pareció gustarle, pues me dijo que el otro también lo tenía algo irritado.
- ¡Curioso!
- Fiscal por favor.
- Perdón señoría.
- Prosiga acusado.
- Bueno, digamos que le encontramos el gusto al tema y luego se encontraron los labios, es un decir con las mascarillas puestas. En ningún momento pareció molestarle nada de lo que ocurría. Es más, me abrazó con una fuerza inusual para tan bella y frágil dama, lo que casi provocó un desvanecimiento por mi parte.
- Pues parece que aún tuvo tiempo de hacer algo más.
- Tengo un vago recuerdo de un descenso a los infiernos con una leve sensación de elevarme al séptimo cielo. Todo ello de una forma rápida y abrupta.
- No es la misma sensación en la declaración de su víctima.
- Habría que hacer un careo.
- Me opongo Señoría. No lo considero necesario y podría violentar a la Srta.
- ¿Abogado?
- No hay inconveniente. Me parece correcto Señoría.
Durante la conversación, en la que se iban relatando los hechos según uno de sus protagonistas, la otra parte bien maquillada para la ocasión, se mostraba algo nerviosa con tendencia a mostrar una ligera excitación ante ciertas partes del mismo.
- Proceda Sr. Fiscal.
- Veamos, Ud. llamó, entró en el piso, ella le comentó un cierto escozor y le mostró la zona así sin más, para que se los inspeccionara. Todo ello así de buenas a primeras y sin conocerle.
- La había visto en el balcón y me pareció admirable. Esos ojos me hacían presagiar un mundo extraordinario. Ella debió de sentir confianza conmigo y, bueno ya se sabe que una cosa lleva a la otra. Todo esto no habría pasado, o al menos no de una forma tan impulsiva y precipitada en condiciones normales, pero con tanta higiene, mascarillas y encierros, al final todo son confusiones.
- ¿Qué quiere decir?
- Que no era a esta Srta. a quién quería conocer. Hasta que no se quitó la mascarilla al cabo de digamos...un cierto tiempo, no pude percatarme de ello.
En estas, lanzando un agudo grito, la Srta. Rogelia se desmayó.
Barcelona, 10 Junio 2020
Si es que la vida con mascarillas es una continua sucesión de sorpresas y malos entendidos.
ResponderEliminarBesos enmascarados.
Tenemos que ir acostunbrándonos a llevarlas puestas todo el día.
EliminarBesos enmascarillados.
Jajajajajajajajaja. Buenisimo!
ResponderEliminarMe he reido de lo lindo.
Al final va a tener sus ventajas esto de la mascarilla, al menos para la Srta. Rogelia la tuvo. Me da que no le disgustó tanto :))))
Besines.
Muchas gracias.
EliminarEs está muy bien.
Bueno, ella tuvo su momento.
Ten por seguro que no ;))))
Besines.
Yo recuerdo a una Rogelia, pero era Doña y tenía la edad bien definida. Iba cubierta con un pañuelo aún y no siendo musulmana y según contaba en sus actuaciones (era artista), llevaba refajo.
ResponderEliminarA esa, por mucha irritación que tuviera, no la manoseaba ni el Tito.
¡Ostras! Pues la cosa ha salido así tal cual. Con esa Doña Rogelia la cosa esta del juicio, hubiera tenido más chispa.
EliminarEntonces no vale. ;)
Jajajjajaja
ResponderEliminarPara muchos la mascarilla es una bendición... eso sí, no han de quitársela nunca.
Muy bueno todo el juicio.
Saludos.
Me gusta poder alegrarte el día.
EliminarPara todos aquellos que quieren ir de incógnito por la vida.
Muchas gracias.
Saludos.
Todo el relato del juicio genial Alfred, aunque quizás por eso de ser mujer, me hubiera gustado el caso al revés, :))).
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Elda. Ya, pero al reves no hubiera tenido credibilidad ;)))
EliminarUn abrazo.
Jjajajajajjaaj que buen final (bueno,todo el proceso judicial) .
ResponderEliminarA mí me reconoció una enfermera la semana pasada.necesitaré una mascarilla más grande!
Vaya combinación en la música...Miles Davis y Jeanne Moreau...esa película la vi hace yo qué sé...se lo preguntaré a la Srta Rogelia a ver si se acuerda ella...jajajjaja
Besos.
Muchas gracias Carmen, me alegro por ello ;)
EliminarUna King Size.
No te entretengas en buscar la fecha, eso deprime ;)))
Besos.
😂😂👌😘
ResponderEliminar¡Gracias Carmen!
EliminarUn placer.
Besos.
Que bueno amigo, ajajjajaj increíble que buen diálogo te ha salido, la vedad que me ha encantado esta genial,bravo...
ResponderEliminarY con esa buena música de fondo es como estar viendo un buen vodevil .
Un abrazo!!
Gracias Campirela, ya ves que en los juicios rápidos todo ocurre muy deprisa ;)
EliminarLa música acompaña muy bien.
Un abrazo.
Ay, lo que faltaba!! si es que hoy en día con las mascarillas vamos dando palos de ciego. Muy bueno, Alfred, y la música un díez.
ResponderEliminarMil besitos para ti.
Ya ves Auroratris, ya se sabe, con las mascarillas todos los gatos son pardos ;)))
EliminarMuchas gracias.
Mil besitos.
Me he leído todo el juicio y al final nos das la sorpresa, muy bueno las mascarillas nos van a dar mucho juego. Un abrazo
ResponderEliminarDe eso se trata, de leerlo entero ;)
EliminarCreo que darán para mucho.
Un abrazo.
Jope con las bromas que pueden causar las, mascarillas. Un beso
ResponderEliminarYa ves, pueden dar mucho juego ;)
EliminarUn beso.
¡Es que con las mascarillas no vamos a reconocer ni a nuestro padre! Un juicio muy interesante.
ResponderEliminarFeliz noche
Seremos todos unos desconocidos.
Eliminar¡A qué sí!
Feliz noche Rita.
Jajajajaja las mascarillas eso es lo que tienen, como aquella que salió de Mercadona con uno que no era su marido, jajajaja
ResponderEliminarPues parece ser que haremos más amistades ;)))
EliminarSi es que con las mascarillas no conocemos ni a Dios.
ResponderEliminarBesos.
Las mascarillas son una fuente de sorpresas :)
EliminarBesos
Muy ingeniosa, divertida y bien contada tu inspiración en el confinamiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Chema, ya veo que te lo pasaste bien :)
EliminarUn abrazo.
Estupendo texto, un gusto leerte amigo Alfred. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Sandra, me alegra que te lo pasaras bien leyéndolo.
EliminarSaludos.
Quien no se ha equivocado tropecientas veces a lo largo de su vida.
ResponderEliminarSaludos
Yo el primero ;)
EliminarSaludos.
¡Ja,ja,ja! Ingenioso y divertido. Un placer leer algo así. Lo que da de sí en confinamiento en el sentido del humos.
ResponderEliminarBesos, Alfred.
Muchas gracias Mª Pilar, el confinamiento nos ha hecho estrujarnos en la búsqueda de nuevos comportamientos.
EliminarEl humor es lo más importante.
Besos.
Cuánto ingenio se desprende de tu crónica de tribunales. Me he reído y por si fuera poco he disfrutado con esos mitos,(Jeanne Moreau y Miles Davis), que hoy nos has traído.
ResponderEliminarUn abrazo,
Mucho Perry Mason debe de haber por aquí ;))))
EliminarDos mitos de nuestra época gloriosa.
Un abrazo.
Hola Alfred!
ResponderEliminarUn juicio con mucho sentido del humor. Te lo pasas bien leyéndolo. Realmente una persona con mascarilla desdibuja el rostro pero bueno, que remedio. Los juicios...dan para mucho, son una mina.
Hola Enric!
EliminarGracias era lo pretendido, un poco de humor siempre va bien.
Con mascarillas todos somos pardos.
Supongo que sí, menos para los que los sufren.
jajjaajjaa
ResponderEliminarYo me escondo tras ella, da resultado para hacerse la loca... 😉 Besos.
;))))
EliminarEso va bien, pero a mí me gusta sonreír y claro ahora tengo que hablar.
Besos
Buenísimo Alfred, es cierto nadie
ResponderEliminarnos reconoce con esas benditas mascaras,
hay que hablar con senas mi amigo.
Besitos dulces
Siby
Muchas gracias Siby, ahora hablan las miradas ;)))
EliminarDulces besos amiga.
Jajajajaja muy bueno, a por más escritos como este jejejej
ResponderEliminarBesazo y espero el próximo Alfred.
Me alegra que te guste Paula ;))))
Eliminar¡Otro para ti!
Es que no hay que ser tan impulsivos y menos en plena pandemia. No sé qué pena le puede caer al confuso e impetuoso sanitario, pero a ella le espera una crisis nerviosa y una decepción de por vida al comprobar que no era el objeto del deseo, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los efectos del confinamiento por causa de la pandemia produce estos efectos.
EliminarNo se trata de una situación políticamente correcta. ;)))
Un abrazo.
Las mascarillas que tanto evitan...
ResponderEliminarBesos.
Muy buen relato.
Evitan tanto que ni conocernos permite ;)
EliminarMuchas gracias.
Besos.
Hola Alfred, se desmayó o se hizo la desmayada ja ja pensando: "que me quiten lo bailao" Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mara, más bien lo segundo.
EliminarAunque no consiguió que le condenaran a un confinamiento en su casa, con pena de acompañamiento y atención personal.
Un abrazo.
Todo el relato está magistral, pero lo que verdaderamente me ha hecho reír, y mucho, ha sido el nombre del señor de las Muelas.
ResponderEliminarHas tenido mucho ingenio.
¡¡Muy bien!!
¡Muchas gracias! María De Los Ángeles, una enorme satisfacción hacertelo pasar bien ;)))
EliminarUn abrazo.
Jajajajaja excelente Alfred; es muy gracioso desde el nombre Jose Enrique Carlos Gustavo y seguro que le dicen Pepe jajaja.
ResponderEliminarEn esta etapa de confinamiento y con las mascarillas se presta a equivocaciones como esta y Rogelia salio beneficiada.... porque le gusto la inspeccion oral 😁😁😁
Un beso y buen fin de semana!
¡Hola Gra!
EliminarMuchas gracias, hay que tomárselo por le lado cómico.
Pepe, sólo en ambientes íntimos y en el club de batacha.
Rogelia le cogió gustu y lo quiso todo y, ya se sabe que todo no puede ser.
Un beso y un buen finde.
Divertidísimo! Andar enmascarada x l mundo tiene consecuencias!
ResponderEliminar¡Hola Carmen!
EliminarMuchas gracias.
Lo de ir enmascarados por la vida puede tener complicaciones. ;)))
Esto de ir enmascarados puede traer consecuencias...
ResponderEliminarMe parece un relato genial, divertido y estupendo.
Un abrazo.
¡Hola Amalia! Puede dar mucho juego ;)
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Jajaja, muy bueno y muy entretenido, me encanto. Cuánta imaginación . Un beso grande.
ResponderEliminarMuchas gracias Adelina, el encierro da para estas cosas ;))))
EliminarUn gran beso.
Un juicio tensionante reglamentado entre la realidad y la confusión reinante.
ResponderEliminarBueno, muy bueno, don Alfred.
Digamos que un juicio muy ceñido a los tiempos ;)))
EliminarMuchas gracias Guillermo.
Un abrazo.
HOLA AMIGO ME GUSTÓ MUCHO TU BLOG, TE SIGO Y TE CUENTO QUE RECIÉN HE ABIERTO UN BLOG DE FRASES CÉLEBRES, ESPERO CONTAR CON TU PRESENCIA.
ResponderEliminarSALUDOS.
Hola LOLI, muy bien, gracias por tu visita, espero te guste lo que veas por aquí, hay un poco de todo como en botica.
EliminarLo miro ;)