Día lluvioso
Está siendo un día lluvioso, propio
de esas jornadas primaverales en el mes de abril, aquí a orillas del
Mediterráneo, sin necesidad de escuchar a Serrat.
Me he refugiado en una cafetería,
tomando un brebaje infecto al que han tenido la desvergüenza de denominar café.
Al ser un día de poca apetencia
paseadora, si nos es por una necesidad perentoria por cuestione de trabajo o
familiares ineludibles, hace que el local esté lleno hasta los topes.
Por suerte he sido afortunado y me
he podido instalar en una mesa con vistas a la calle, lo cual me proporciona
una distracción extra.
Pues los diarios que suelen tener
colgados en un extremo de la barra, están todos ocupados, por lerdos que
difícilmente se podrán enterar de lo que realmente está pasando en el mundo. Se
les ve en la cara.
Como no tengo una ocupación
definida, puedo estarme el rato que considere oportuno, aunque los muy zopencos
no suelten los periódicos ni a tiros y eso me fastidia un montón.
Así que me dedico a mirar ora al
exterior, viendo como corren tras el autobús esquivando los charcos que se
forman en la acera, justo donde está la marquesina de la parada. Ora al
interior, donde un público heterogéneo, ocupa prácticamente todos los espacios
posibles para ubicarse.
Ha entrado una mujer de mediana
edad, o sea menor que yo, con uno de esos paraguas tamaño camping, puedes
dormir resguardado por uno, una especie de gorro de lana muy coloreado, casi
tanto como sus mejillas, fruto de azoramiento al encontrarse sin sitio donde
instalarse y con la posible decepción de irse a otro local.
En esto, debido a mi ignotas
condiciones de educación y buen hacer en
cuestiones de comportamiento social, he levantado la mano para hacerme ver y
señalarle la posibilidad de sentarse en mi mesa, a lo que ha correspondido con
una sonrisa franca de alivio, acercándose presta antes de que me pudiera
arrepentir de mi ofrecimiento, tengo pinta de cascarrabias, lo sé.
Me he presentado, levantándome un
poco del asiento, a lo que me ha ofrecido su mano y dándome las gracias, ha
contestado con su nombre: Alba.
Bello nombre he pensado, inicio del
día, amanecer, iluminación tras la noche, no se lo he dicho para no parecer el
típico señor mayor, pedante y con ganas de hacer gracia a una mujer joven y
atractiva. Me he limitado a decir: Bonito nombre, eso sí, sonriendo.
Rápidamente me ha puesto al
corriente de su vida, sin preguntarle nada, enseguida he sabido que trabajaba
de profesora en un colegio concertado que estaba ahí cerca, que había perdido
el autobús que le llevaba a su casa, que el próximo tardaba veintiocho minutos
según la pantalla más los diez de propina por ser día lluvioso y con mucho
tráfico que la agregaba ella.
El ruido propio de un local
abarrotado, más los gritos de las camareras intentando hacerse oír por el barman de
la barra, el sonido de la cafetera, el exprimidor, el extractor sobre el
crepitar de la plancha en plena humareda de los huevos friéndose, me
dificultaba la audición, pero aun así me he ido enterando de su vida.
Que vivía sola, bueno tenía un gato
al que llamó Tom, por los dibujos. Un pedazo de ser bastante egoísta y
narcisista, que no se diferenciaba en nada de las parejas humanas con las que
había intentado montar una convivencia, más o menos cariñosa y altruista.
Dos hombres, uno detrás de otro, en
épocas diferenciadas con duelo de por medio en el primer caso, no os vayáis
creer tríos desvergonzados.
Pero tíos más preocupados por la
cilindrada de la moto y sus prestaciones y las de las suyas propias en noches
inacabables en las que el hecho de no
trabajar fijo, les permitía dormir durante el día, que por el estado anímico de
mi interlocutora, en realidad monologuista.
Luego una compañera, por aquello de
probar y saber que no fuera su naturaleza escondida, pero encontró que era más
guarra que los mismos tíos, razón por la que acabó echando.
Ahora estaba angustiada, porque
pagaba la hipoteca sola y con los nuevos planes escolares, su trabajo estaba en
el alero, las humanidades corrían hacia un futuro incierto tirando a negro.
Me dio tanta pena que le pague el té
que pidió y no me la llevé a casa para hacerle un traje de madera a medida,
bastante tenía ya con lo suyo.
Tengo candidatas de sobra.
Tengo candidatas de sobra.
Se salvó Alba, de su traje de madera, tal vez ayudada su grandilocuencia. Pero qué miedo me estás dando, jaja.
ResponderEliminar¡Felicitación y abrazo!
Se salvó de su tenebrosa cita ;)
EliminarGracias!
Un abrazo.
Lindo relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias!
EliminarUn abrazo.
A mí que se me hayan adelantado en el periódico no me importa, porque al fin y al cabo tienen tanto derecho como yo. Los que me fastidian son los que ocultan tras el que están leyendo el que piensan leer a continuación. Dejé de ir a un bar en el que el dueño se lo consentía a un cliente. Si no se quería descarar él, tampoco me apetecía hacerlo a mí.
ResponderEliminarInteresante comportamiento el que mencionas, lo encuentro muy descarado.
EliminarUn saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDe la que se salvó, un traje a la medida no es lo que uno quisiera tan pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
Pobrecilla se le perdonó su hora ;)
EliminarUn abrazo.
Alba se libró y jamás lo sabrá... nos habrá pasado algo parecido alguna vez?
ResponderEliminarSaludos.
Es posible, a veces sientes como un aliento gélido en la nuca, te giras y no hay nadie ;)
EliminarSaludos.
Tuvo suerte...la dejaste ir!
ResponderEliminar; )
Besos.
No me involucres en esto :)
EliminarBesos.
Me ha gustado el relato Un dia lluvioso.
ResponderEliminarMe hago seguidora suya.
Saludos.
Bienvenida, gracias por la visita y el comentario :)
EliminarSaludos.
si te digo la verdad yo también acabo de estar en esa cafetería porque con tus palabrejas de mas me has trasportado cuando leía cada vez mas y mas.
ResponderEliminar"aquí a orillas del Mediterráneo, sin necesidad de escuchar a Serrat."
me gusto mucho esa frase y sus canciones también sin duda para mi su mejor canción caminante no hay camino, y es que siempre se me eriza la piel cuando llega a mis oídos esa nostálgica melodía
Un placer tenerte por aquí y que disfrutes paseando, ya sabes se hace camino al andar. :)
Eliminarte sigo me pasare por tu mundo para leer tus palabrejas :)
ResponderEliminarRecorre las estancias de esta casa, en sus paredes se hallan un montón de escritos, con más o menos gracia pero con la sinceridad del autor, por hacerlas con cariño ;)
EliminarHola Alfred, veo que somos vecinos de comunidad, ayer como bien dices estaba el día bien lluvioso y me paso lo mismo que a ti, que fui con una amiga a un sitio y después cuando salimos nos metimos en una cafetería pero con la suerte de no estar abarrotada como la tuya, también nos sentamos en una mesa con las vistas a la calle, asique pudimos disfrutar de la compañía y viendo como la gente corría para no mojarse, cosa que es tontería ya que te mojas igual:), no tuvimos la suerte como tu de tener otra compañía, aunque con lo que dices al final mejor que no, ya que ese traje prefiero que tarden en hacérmelo, pobre chica no?, no seas malo:)
ResponderEliminarBesos.
Vivimos en una ciudad con muchos sitios, en los que coincidimos con mucha gente, nunca sabes por donde andará ese personaje ;)
EliminarBesos.
Eres todo un caballero, por hacer compañía a tan apurada dama. Si es cierto ayer un día lluvioso, pero bien aprovechado. A mi también me gusta tratar con las personas siempre tienen tanto que contar, y de paso se desahogan contigo, porque sabemos escuchar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hay que saber escuchar y prestar el hombro cuando sea necesario, es una buena forma de aprovechar el día ;)
EliminarUn fuerte abrazo!
EliminarEn una cafetería un día lluviso de primavera al lado del Mediterráneo... Un gran comienzo para una entretenida historia y vaya que lo has logrado. Entre tanta estridencia y tanto bullicio la soledad de Alba se intensifica.
ResponderEliminarEs una chica demasiado buena para el entorno en el que le ha tocado vivir ;)
EliminarMe encantan estas historias cotidianas y lo bien que lo cuentas. ¿De verdad te contó su vida hasta tal punto? Será que me estoy desacostumbrando a ese nivel de apertura, por estos lares todo el mundo es muy cerrado.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato.
Besos
La gente puede ser muy comunicativa con un desconocido y más si tiene una pinta amable e inofensiva ;)
EliminarMuchas gracias.
Besos.
Una cafetería ruidosa y parlanchina es para mi gusto lo menos apropiado para acompañar un desayuno junto a mi periódico y mi móvil.
ResponderEliminarMe gustan calladas e íntimas y si alguien se acerca a tu mesa con la ilusión de compartir, mejor una conversación amena y que te aporte.
Dime adónde desayunas y paso a buscarte.
Así podré llegar a ser parte de tu relato.
Saludos.
Para mis gustos personales, tampoco me quedaría en una cafetería de estas características, si no es por fuerzas de causa mayor, como sería este hipotético caso. Dicho esto, te comento que actualmente soy poco de ir a desayunar a una cafetería, pero estaría encantado de hacerlo contigo :)
EliminarSaludos.
La vida está llena de pequeñas casualidades y por ello es tan desconcertante.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Saludos.
Bello y muy apto para la reflexión e introspección, sí, además los días lluviosos ¡tienen un no sé qué!...
ResponderEliminarBesos.
Bueno a veces nos encontramos con un " Je ne sais quoi!o bien en un "Dejà vu!que nos asusta ;)
EliminarBesos.
Los desconocidos son esos seres a los que uno cuenta los pormenores de vida, milagros, miedos y sueños.
ResponderEliminarLlueva o no, pero en espacio cerrado, recuerda los trenes!. Buen relato. Un beso
A veces resulta más fácil sincerarse con un desconocido en una situación de impasse, perdidos en un bar, una estación, un aeropuerto, en el tren, en un barco...
EliminarGracias!
Un beso.
Está explicado de una manera que lo que explicas parece que sea cierto, lo cual es una habilidad del escritor.Esto de estar en un bar y no poder leer el diario, fastidia un montón.
ResponderEliminarA parte de que te fastidie es que tienes distraerte escuchando conversaciones ajenas o invitando a una desconocida ;)
Eliminar¡Cuántas cosas en un momento! Un café da para mucho si se está atento.
ResponderEliminarBesos
Estando atento al entorno se captan un buem montón de cosas :)
EliminarBesos.
Genial Sos genial con tus escritos Sos igual en tu vida real
ResponderEliminargracias bello texto
Muchísimas gracias por tan generosas palabras hacia mis últimas palabrejas, veremos que te sugieren las próximas ;)
EliminarUn saludo.
Un relato estupendo con muchas curiosidades, esas que si se está atengo a lo que hay alrededor y en solitario, se pueden apreciar tan estupendamente como tu lo has relatado.
ResponderEliminarMe ha resultado muy entretenido Alfred.
Gracias y un abrazo.
Me alegra que te haya entretenido y lo aprecies.
EliminarGracias a ti.
Un abrazo.
Ves, Alfred, nada es casual: los diarios tenían que estar ocupados para que tú prestases atención a esa señora y crearas este texto :-) Un abrazo grande.
ResponderEliminarSerá que estaba todo previsto por el destino ;)
EliminarUn gran abrazo Rita.
Muy interesante, conforme te leía pensaba en esa mujer solitaria que necesita contar su vida a un desconocido, precioso gesto el del desconocido ofreciéndole mesa y oído.
ResponderEliminarUn saludo de sábado soleado
Gracias! Realmente hace un bonito día primaveral en el que apetece salir a comer con una amiga y prestarle oídos ;)
EliminarUn cordial saludo.
Dices que la invitaste a sentarse por educación y buen hacer; y yo pienso, que necesitabas que te contase sus penas, para darle vida a este relato. Una simbiosis, con bazofia de café como preludio.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato.
Un abrazo.
Gracias Manuel! Digamos que puede ser un poco de todo :)
EliminarUn abrazo.