foto obtenida de internet
Noche de
verbena
Era una noche de gran satisfacción para él, no le molestaba en
absoluto el ruido que campaba por todas partes con miles de petardos sonando
por las calles, teniendo en cuenta lo gruñón que era con los vecinos alborotadores,
parecía extraño.
Contemplaba el cielo desde su terraza, admirando las luces multicolores,
que pintaban en el cielo los cohetes, cada vez volando más alto.
Las filigranas en el cielo, la noche más corta, se superaban unas a
otras, procedentes de ámbitos distintos.
Las fogatas en las intersecciones de las calles más anchas y en las
plazas de los barrios, elevaban unas columnas de fuego, purificador según
normas establecidas, mientras quemaban los deshechos de las casas, traídos por
los críos y no tan críos.
A su lado, poniendo mesas sobre caballetes, los vecinos comparten
cocas con champán, algunos se atreven con un pasodoble, sonando en un portátil.
Los señores de los áticos, celebran sus fiestas sin bajar a la
calle, son los que hacen castillos de fuegos artificiales, cascadas de chispas,
que embelesan a las criaturas pequeñas.
Los más mayores tiran pequeñas piulas, a los pies de las chicas,
para verlas saltar y correr con los delicados vestidos veraniegos.
Cuando mayor era la explosión de ruidos incontrolados, mezclados con
todo tipo de músicas saliendo de todo tipo de aberturas de las casas, mejor se
sentí nuestro hombre el huraño.
Con su viejo rifle de caza, usado hacía ya mucho tiempo en una cacería
de elefantes africanos, pensaba ajustar cuentas, con el presidente de la
comunidad, que no había dejado poner doble ventana de aluminio, por considerar
la finca un bien catalogado, menuda tontería, para unas ventanas que daban al
patio, donde tenía que escuchar música popular a todo trapo, puesta por toda suerte
de chicas, de procedencias étnicas muy distantes y variadas.
Lo tenía cargado y a punto, solo esperaba que el muy miserable señor
presidente asomara su esbelta testuz por el balcón, para hacerle un arreglo
perpetuo.
Cuando pasado un tiempo, los inquilinos fueron llegando de sus
vacaciones, sin ver al viejo gruñón, preguntaron al conserje, el cual no supo
dar razón de él, a pesar de guardarle la correspondencia que ya no cabía en el
buzón de diseño, puesto por la última junta, a la que él se negó a colaborar.
Cuando una sobrina, vino a preguntar por el cascarrabias y nadie
supo darle respuesta, optaron por llegarse a la comisaría del barrio.
Puestos al corriente, solicitada una autorización para poder entrar
en la vivienda, se personaron en la casa, donde el conserje con la llave
maestra, el presidente de la muy honrada comunidad, los agentes autorizados y
la sobrina en cuestión, entraron en la vivienda, donde en el suelo de la
terraza, encontraron un señor con la faz desfigurada, fruto del estallido de
una vieja escopeta en la cara,
Hola, Alfred, siguiendo la huella que dejaste en mi Almacén llego hasta tu rincón. Y me paseo por él con mucho disfrute.
ResponderEliminarLo primero recordando esta fiesta de San Juan que a mí me encanta, pero desde que vivo en Madrid, se me olvida celebrar la verbena, bueno más que la verbena echo de menos los ritos, la coca, el cava y pasear por el mar. Y no hacía hoguera, pero si me libraba de todo lo que ya no usaba antes del 23. Como un rito de empezar el verano ligera de equipaje.
Soy una madrileña con añoranza de Barcelona en la que he vivido 36 años, y de la Costa Brava donde veranee muchísimos años también. Me siento catalana de adopción.
Y dicho esto, pasemos al relato. Uf las inquinas entre vecinos pueden ser tremendas, y con ese final tan inesperado. Lo has bordado, Alfred.
A este vecino gruñón si que "le salió el tiro por la culata" Literal.
Un beso,
Hola Tesa, bienvenida a este rincón, a veces salgo a pasear y tengo la suerte de encontrar cosas tan ricas como tu almacén.
EliminarYa sabes, el fuego lo purifica todo, pero respeta nuestros recuerdos.
Gracias por tu visita y tu grato comentario.
Un beso.
Pues bien. Buen desarrollo de un relato purificador vía fuego :-) Mejor estos vecinos con arma y rencores juntos no toquen cerca...por si tienen mala puntería.
ResponderEliminarUn beso
En las pequeñas comunidades hay inquinas que se resuelven muy malamente.
EliminarUn beso.
No se puede jugar con esas cosas , al final el tiro salió por donde no debía . Los problemas se resuelven de otra forma, la prueba está en el final de tu protagonista. Como dice por ahí" las armas la carga el diablo"
ResponderEliminarBesos Alfred
Puri
No se puede jugar, ni pretender tomarse la justicia por cuenta propia y es mejor tener las armas bien lejos, pues ciertamente las carga el diablo.
EliminarBesos Puri.
Alfred
¡Que pena que después de una noche de fiesta terminara de esa manera.
ResponderEliminar¿Fue accidente? ¿Fue suicidio?
El caso es que os aguaron la fiesta.
Gracias por tu visita. Te mando un saludo desde Madrid...con alpargatas puestas.
Un vulgar accidente por artilugio en mal estado de conservación, supongamos.
EliminarY lo frescas y cómodas que son?
Un saludo.
buen texto
ResponderEliminarGracias!
EliminarUna historia muy bien desarollada y con una final imprevisible, las armas de fuego no son buenas, los demuestras muy bien en tu historia.
ResponderEliminarGracias por tu viisita y tu comentario, como dices en él todo puede regresar, pero antes hay que andar por un camino muy duro y largo y es verdad que te hacen sufrir, pero no un poco.
Abrazos.
Las armas las carga el diablo, dice el dicho popular y debe de ser cierto.
EliminarGracias por tu visita.
Abrazos.
Muy bien descrito, un final perfecto, no sé porqué pero me encantan las personas gruñonas, siempre he pensado que tienen motivos para ser así, motivos muy personales que nadie sabe y que están relacionados con el mundo de las emociones y las carencias...Al final de una manera u otra todos nos iremos....
ResponderEliminarUn saludo Alfred!
Los viejos gruñones siempre son resultones. Ciertamente todos nos iremos, pero no hace falta que sea así.
EliminarGracias por tu visita. Saludos!
El viejo gruñón, no estaba muy bien de la cabeza. Si hubiera departido la fiesta con sus vecinos, a lo mejor, estaría vivo. Menos mal que no hay mucha gente así. La descripción es muy buena.
ResponderEliminarUn saludo verbenero.
Los viejos gruñones tienen estas cosas, no se juntan con la gente y son unos resentidos y les pasa lo que les pasa.
EliminarUn saludo con cohetes!
Verdadera manera de distinguirse de sus competidores es el servicio que usted proporciona. (Jonathan Tisch)
EliminarPudiera ser. Gracias por comentar.
EliminarUn saludo.