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A veces, a pesar de la precaria economía doméstica, aprovechando las consabidas épocas de rebajas; qué, ventas obligan, hacen que sus campañas de una u otra forma, cada vez duren más.
Entonces aprovecho para entrar, en locales comerciales de esos que te ofrecen la posibilidad de mirar y remirar, sin que te salte nadie al cuello, para darte la paliza, con el ¿Le puedo ayudar en algo? Quedándose a tu lado, con lo que dejas de interesarte por nada y te vas a otra parte.
Soy poco sociable, y no es cosa de la edad, es simplemente una característica de auto defensa, desarrollada desde pequeño, cuando vi qué en el gregarismo, suele destacar el más alto y fuerte, no el más válido.
En esto, estaba como digo en un local de una conocida firma, extendida en todo el territorio nacional, actual y parte del extranjero, vaya uno de esos embajadores, que sí hacen destacar nuestro país, poniéndolo por bandera en algo concreto y tangible.
Perdón por la supuesta discreción mía, digamos simplemente que es una cadena con una implantación comercial importante y sus productos suelen atraer la atención de mucha gente, del mio a veces, los gustos mayoritarios no suelen ser preferencia de los individualistas.
Paseando ante sus expositores, mirando, tocando, oliendo, entre miles de prendas a cual más difícil de definir, supongo que de un exquisito diseño actual, los vi!
Eran unos zapatos, cosa rara dado que la firma en cuestión está centrada en el diseño, producción, logística y venta de ropa, con algo de complementos y poca cosa en zapatera.
Estaban ante mí, en unos bajos de un expositor, lugar poco visible, pero algo hizo que me fijase en ellos, supongo que me silbaron.
De alguna forma, un poder atrayente me obligó a cogerlos, eran unos llamativos mocasines azules, dada mi edad y mi probada característica en cuanto a vestuario, que no suele destacar por llamativa, sino más bien por discreta.
Era, digamos, un acto de rebeldía institucional qué tan siquiera me los mirase y perdiese el tiempo con ellos en mis manos.
Pero la vida tiene esos golpes de efecto, un día te ves mirando unos aparatosos zapatos de ante azul, que encima están a un precio razonable, contemplando la posibilidad de probártelos y qué te lo están pidiendo a gritos.
Y uno se los prueba, admira lo bien que se siente con ellos puestos, contempla su bella estampa ante el espejo del probador, y sin ser ni moderno ni gay, dada las características generacionales, se va a la fila de caja con los zapatos acomodados en el regazo, cual felino acomodándose en su nuevo dueño.
Ni que decir tiene, que busque la aprobación a mi compra, enseñándola a una amiga, cuya espera al encuentro citado, hizo que entrase a mirar la tienda, para obtener un aprobado, de esos que definen la relación calidad precio es correcta, el gusto es cosa tuya, y a tu edad te puedes dar algún capricho.
Ahora, que nos hemos hecho amigos y me sacan a pasear por mi nuevo barrio, de una forma cómoda y ágil. sólo tengo el problemilla de qué me hace ir deprisa cuando pasamos por delante de una zapatería.
Esa nueva compañía está en mejor forma que tú.
ResponderEliminarLas náuticas de ante son muy bonitas. Suerte que te animaran a comprarlas si te resultan cómodas.
Va caminante, que no hay camino, se hace camino al andar., Machado
Un abrazo..
Bueno, no se en mejor forma, pero me prporcinan una buena comodidad al hacer camino.
EliminarUn abrazo.
Los mocasines de ante azul son para personas muy especiales, con mucha personalidad...
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Caramba, me los pondré con mayor interés, gracias!
EliminarUn abrazo.
Aunque no suelo fijarme mucho en unos zapatos, reconozco que están muy bien, pero lo más importante es que su propietario se encuentre feliz con ellos y ande, se inspire, y nos cuente más historias.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Lo importante es que sean cómodos y nos lleven por buen camino, aunque su compra se deba a un impulso irrefenable.
EliminarSaludo cordial.