Foto de A.C.P.
IZARO - La Felicidad
El viejo almacén
En el viejo almacén de la estación, a pie de las vías por donde se aproximaban los vagones bien repletos a descargar, ahora ya nada se mueve y ni siquiera la vieja grúa, ahora oxidada, saluda.
Ya no se ve ni un ápice de la antigua actividad del lugar, no quedan ni siquiera telarañas, ya que el viento de la zona se ha encargado de llevárselas bien lejos, allá a dónde seguramente se fue la actividad del lugar.
Con el grado de dejadez y abandono mostrado, era de suponer que la discreción estaba asegurada dentro y fuera de sus paredes, con lo cual era óptimo para estando en un lugar cercano, poder servir para guardar, ocultar el material recibido y distribuirlo de forma eficaz, utilizando el tren, nada de coches y furgonetas aparatosas, oscuras y con cristales tintados de negro.
El lugar permitía moverse con bolsas de mano, andando hasta el andén para coger el tren a penas a unos cien metros, además como todos eran ya mayores con la tarjeta dorada les salía muy económicos los desplazamientos.
La sección femenina, dos abuelas de buen ver, muy puestas en su papel de dominio de la situación en todo momento y lugar, sin necesidad de que nadie les dijera el qué y el cómo hacerlo, se ocupaban de la recepción de la mercancía, el pesaje y la posterior dosificación y empaquetado, en pequeñas bolsas de esas transparentes para uso individual, su detalle era ponerles un lacito rosa o azul, en eso eran tradicionales.
Todo lo que acontecía en la pequeña nave, tanto dentro como en sus alrededores, era de absoluto secreto, de forma y manera que nadie de alrededor sabía que ahí hubiera ningún tipo de actividad.
Al principio se había planteado elaborar el producto, pero eso hubiera supuesto olores y ruidos, además de ciertos humos indeseables para su secreta labor, fácilmente identificables y que en nada les interesaba mostrar.
Se centraron en la distribución, comprándolo ya elaborado al por mayor, tenían un radio de acción notable, con el tren llegaban a pueblos importantes, todos con su escuela, su principal objetivo dado que los niños eran clientela fácil de contentar y muy adicta a ese tipo de oferta.
Al final, como siempre ocurre con la iniciativa privada de carácter un tanto artesanal, la fueron descubiertos, denunciados y expulsados del mundo de la pequeña empresa, por un problema menor sobre cuestiones de etiquetaje y control sanitario inexistente.
La red se disolvió, los componentes del tinglado volvieron a sus partidas de dominó ellos y reuniones para elaboración de buñuelos de viento ellas, en estas cosas las divisiones por género estaban muy definidas.
Con el lote embargado de peladillas varias y diversas, se entregaron a la iglesia del pueblo para festejo de bautizos y comuniones, que últimamente habían decaído un tanto.
Siempre hay alguien que gana con la desgracia ajena.
Barcelona, 12 marzo 2023
España es un país de pillos, que se lo digan a nuestros clásicos del siglo de oro.
ResponderEliminarSaludos
Cómo lo sabes, no hace falta ir tan lejos, Valle-Inclán también nos vale.
EliminarSaludos.
A 200 m. de mi casa tengo la estación del pueblo. Antigua e histórica, bombardeada en la «guerra incivil». Ahora coqueta como pocas, ya no recibe trenes de mercaderías y el lugar que ocupaban las vías terminales, ahora es un parking para autocaravanas, pero en el centro del terreno, continúa impertérrita al paso del tiempo, una grúa muy parecida, sino igual que la que nos muestras. Testigos de otros tiempos que no volverán.
ResponderEliminarPues algo más lejos, pero en la misma línea hacia Portbou, estaba esta pequeña nave en el estado de abandono que se ve, y grúas como estas están en casi todas las estaciones antiguas. Y tal como dices, están ahí de testigos del paso del tiempo.
EliminarBueno... peladillas... menos mal, por un momento pensé en drogas de diseño.
ResponderEliminarSaludos.
Tampoco hay que pasarse, solo insinuar lo justo para que mal penséis un poco.
EliminarSaludos.
Qué poco dura la alegría en casa del pobre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Digamos que menos que nada.
EliminarUn abrazo.
Según iba leyendo estaba pensando lo espabiladas que eran las señoras que se ocupaban de tales menesteres pensando que era droga, pero encantada de que no fuera así. Se les terminó el negocio y a los niños del colegio los dulces.
ResponderEliminarEntretenido relato Alfred.
Un abrazo y buen domingo.
No pensemos mal de las abuelas, han subido el país y ahora se ganan una propina como buenamente pueden.
EliminarMuchas gracias Elda.
Un abrazo y feliz semana.
De vez en cuando aparecen estas situaciones, "se prohibe el consumo de...por falta de control sanitario, etc.etc." porque seguro le hacen sombra a las grandes cadenas, son las injusticias a que nos tenemos que acostumbrar, un abrazo Alfred, y gracias por La felicidad!
ResponderEliminarBueno, hay mucho funcionario necesitado de hacerse ver, que no sabe diferenciar bien las cosas.
EliminarGracias a ti maría cristina, un abrazo.
jajjaja qué giro más bueno al final de la trama con lo de las peladillas. Yo veía capos y todo.
ResponderEliminarMe encantó.
Besitos, buen domingo
Según se muestren las cosas, se interpretan. ;)
EliminarMuchas gracias lopillas.
Besitos, buena semana.
Este cuento no dice el nombre del producto pero uno lo deduce.
ResponderEliminarY hablando de cuentos.Tigrero está de cumple, para eso escribí dos entradas que me gustaría que leyeras.Gracias de antemano.Te voy a dejar el primer enlace https://tigrero-literario.blogspot.com/2023/02/cuentos-de-una-bitacora-quinceanera-de.html
Creo que queda bastante claro, o eso espero.
EliminarFelicidades por todos esos años, son muchos y parece que buenos.
He pasado a leerte y tendré que regresar para poder seguir.
Gracias Alí.
El relat d.avui Alfred sembla tret d.una pelìcula de la màfia siciliana. Una caseta abandonada al costat de la via del tren , els ' operaris ' son persones grans per no cridar l.atenciò. Esperem que el que trafiquen sigui una pols blanca. I quina sorpresa , blancs i dolços son els confits que els hi confisquen i que van a parar a un bon lloc ! M.agrada el grup musical que es pregunta : Que será la frlicitat ? Com será la felicitat ? Será segons siguin les seves esperances i il.lusions ! M.ha agradat molt Alfred. Molt !
ResponderEliminarPepi..
EliminarAmb l'edat que tinc, ja no sé quantes pel·lícules i llibres hi he pogut veure i llegir, imagino que per això em surten coses com aquesta.
EliminarLa felicitat la tenim a la volta de la cantonada, més o menys.
Moltes gràcies, Pepi.
EliminarOcio y negocio históricos. Saludos.
ResponderEliminarYa ves, para una pequeña actividad que se montan, al final se queda en nada.
EliminarSaludos.
La verdad es que la situación parecía que podía dar para tráfico de todo tipo de sustancias jejeje. Lo que desde luego se esconde detrás de esas viejas estaciones abandonadas son centenares de historias que poco a poco se irán olvidando de la memoria. Buen rescate, Alfred.
ResponderEliminarSaludos!
En realidad no deja de ser un tráfico poco legal. ;)
EliminarHay una serie de locales que van desapareciendo con muchas cosas que contar.
Muchas gracias Miguel.
Saludos.
Una mica de confusió, un altre tant de misteri i ens has deixat un altre magnífic relat.
ResponderEliminarMolt maca la foto també.
Aferradetes, Alfred.
Bé, hem de posar una mica de misteri i suspens. ¿No?
EliminarMolt agraït.
Aferradetes, sa lluna!
Pude ver cada detalle de tu relato, cada rincón,cada gesto dedicado a que todo esté perfecto,las ancianas, el clima...
ResponderEliminarPrecioso relato,con un final esperable... como suele suceder, era previsible.
Besos!
Muchas gracias lunaroja, un trozo de vida, paseando mientras se contempla un viejo hangar ferroviario.
Eliminar¡Besos!
No me ha quedado claro si lo de peladillas es un diminutivo para alguna nueva droga de esas que te ponen tu vida del revés :)
ResponderEliminarEs una pena lo que hacemos en este país con el patrimonio industrial... no conservamos casi nada.
No, al menos no lo he puesto en ese aspecto, es una simple golosina infantil.
EliminarNi se mantiene, ni se restaura, solamente se abandona y se construye.
Jajajajaja, me has engañado, empecé pensando qué originalidad la tuya de meter a los yayos con el empaquetado de droga y sigo pensando tu originalidad al final descubrirnos cual era la mercancía. Muy bueno
ResponderEliminarUn poquito ;))))
EliminarBueno, al menos me reconoces cierta originalidad en el relato, no era droga eran chuches. Muchas gracias.
Jajaja, estuvo perfecto, muchos lectores se fueron por otro lado.
ResponderEliminarBesos.
;))) Es que el autor es muy faltón
EliminarBesos.
Pobre abuelitas se quedaron sin el negocio. Por aquí cerca hay un almacén igual. Besos.
ResponderEliminarYa ves, con un local tan apañado por su ubicación...
EliminarPues vigila a ver quién se pone. ;)
Besos.
Porque será que en casos como este que nos cuentas siempre se piensa en el negocio de las drogas, ejem ejem . lo bueno de tus protagonistas era que su negocio era dulce y eso gusta más. Una pena que la cosas acabaran mal.
ResponderEliminarMe gustó como lo contaste.
Besos Alfred
Puri
No dejaba de ser algo clandestino, por dulce y bienintencionado que fuera. ;)
EliminarA veces las cosas no tan malas, acaban peor que las descaradamente malas.
Muchas gracias.
Besos, Puri.
Triste realidad, acá en Chile también ocurrió aquello , desmantelar los trenes y estaciones en tiempos de Dictadura , pero ya hace un tiempo y gobiernos democráticos de apoco se va recuperando las vías y las estaciones
ResponderEliminarBuena jornada 👍😊
Bueno, por aquí se ha estado priorizando las lineas de alta velocidad, en detrimento del transporte de cercanías de personas y de mercancias hacía Europa. Cosas veredes.
EliminarMuy buena para ti, lichazul
Bueno, Alfred, al final los niños salieron ganando. Aún recuerdo los bautizos de mi pueblo tirándonos almendras y caramelos en calles sin asfaltar pero no se perdía ni una golosina. Entrañable relato.
ResponderEliminarUn beso.
Pes no lo veo así, se perdieron el suministro de peladillas, claro que no pasaban controles sanitarios, tampoco era una actividad comercial declarada y además evadían impuestos, más ocupar un local abandonado, pero de una compañía ferroviaria y no sé cuantas cosas más, pero seguro que había para empapelarlos sobradamente.
EliminarEso sí que eran buenas fiestas, por aquí las recuerdo en los bautizos.
Muchas gracias Mara.
Un beso.
jaja creí que ibas a hacer una versión de la peli " El jardín de la alegría" además con este precioos tema de la felicidad que nos has colgado ( gracias) cudaraba todo, peeero noooo jajaja con lo que traficaban era con peladillas jaja debí suonerlo, te gusta jugar al despiste ; )
ResponderEliminarUn beso!
Hay cómo sois seres pecadores, que en todo veis un mundo disoluto y desquiciado, por suerte estoy aquí para llevaros por el camino de la inocencia.
EliminarTotal es un puro chanchullo para sacarse unas perras vendiendo chuches.
Me encanta enredados un poco. ;)
Un beso!
Gran relato con un estupendo giro,
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Muchas gracias Amalia.
EliminarNo iba a hacer apología de cosas malas.
Un abrazo.
Su esplendoroso pasado, ha quedado reducido a ese viejo edificio abandonado y ahora sus paredes es presa fácil, para los graffiti.
ResponderEliminarBuenas Noches.
Una vieja nave o hangar, almacenes en desuso, totalmente abandonados por todas las redes ferroviarias.
EliminarBuenas tardes. Gracias por la visita.
Y gracias que al menos les quedó las peladillas, para ir haciendo sopa al menos. Qué poco aprecio a lo que fue y que podía seguir siendo!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Alguien se quedó con una buena partida, eso seguro.
EliminarA mí me da pena, ver cosas abandonadas.
Muchos besitos, Nani.
Con lo bien organizados que estaban, con el buen uso que le estaban dando al almacén, que vete tú a saber para qué servirá ahora.
ResponderEliminarEn realidad pensé que estaban haciendo tráfico de medicinas, pero cuando leí lo de la bolsa de plástico y lacitos, ya me dije que no, que iba a ser una idea Alfred y así fue jajajaja.
Besines.
Y no, no he podido, no me sale de manera natural, difícil ser de esa manera...tú ya sabes ;)
Ya ves tú, como la gente mayor, heredera de tiempos difíciles, es capaz de la nada montar un tinglado, que también puede quedar totalmente disuelto, como la de cualquier empresario mangante que se precie.
Eliminar¡Oh! De eso podría hablar, en algún capítulo de mis historias de la P.M.
Total, seguro que ya ha prescrito, incluso sí quisieran demandarme por difamación o alguna zarandaja de esas.
Las ideas marca de la casa hay que cuidarlas. ;)))
Besines.
Haces bien, no hay que forzar lo que de natural no sale, pero seguro que te quedan las ganas. ;)))
Me quedan las ganas, sí y quizás en una oportunidad más propicia se dé.
EliminarEso sí, puedo imaginar tu cara partiendote de risa al leer el comemtario :))))))
+Besines
Me calzaré mis sandalias de plomo, para evitar dar un mal paso debido a la precipitación, que pueda dar pie a una simpática diatriba de las tuyas. ;)
EliminarTe has de poner en situación, para poder hacerte una somera idea de lo que llegó a ser.
Lo cual te agradezco infinito.
;))))
+ Besines.
¡Qué interesante y pintoresco relato! los pequeños tejemanejes clandestinos de la época. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Julia, una especie de juego para distraernos un poco. ;)
EliminarUn abrazo.
No hay dudas, siempre alguien gana.
ResponderEliminarBien relatado.
Saludos,
J.
En todo y por todo.
EliminarMuchas gracias José A.
Saludos.
Naturalmente, Alfred. A las desgracias de muchos suele contraponerse los beneficios de algunos. Mira la última guerra europea de esta temporada cómo está enriqueciendo a empresas de armamento, por ejemplo.
ResponderEliminarRespecto a tu texto me he retrotraído, por la inercia y el poder de un texto me conduce, a hace décadas, cuando las estaciones de ferrocarril de ciudades de cierta envergadura o simplemente de intercambio de direcciones parecían urbes. Urbes efímeras, pero siempre constantes en su trasiego de gentes, mercancías y empleados. Aquellos carreteros o mozos de cuerdas, o los empleados que martilleaban los bajos del tren, o las fondas, o los lampistas, en fin, una pléyade de oficios que desapareció. Recuerdo de niño la estación de Alsasua donde se cruzaban trenes y viajeros que iban a Irún o a Madrid o a Zaragoza o a Pamplona, siempre plena de ambiente y los recuerdos me traen sonidos, olores, voces, incluso expresiones en lenguas entonces prohibidas. Cuando muchos años después pasé en automóvil por la población me desvié a ver la estación. Con decirte que me eché a llorar para no comprensión de quienes me acompañaban. Una estación desolada, sin transeúntes, sin apenas empleados. Pero una parte efímera de mi infancia también estuvo allí y eso es lo que hiere: la conciencia de haber perdido un tiempo vivido, con todos sus acicates.
Ya lo dijo Eisenhower, hemos creado un monstruo, refiriéndose a la industria armamentista USA. Desde entonces están detrás de todos los merdes mundiales.
EliminarEs duro ver destruido el ambiente de la infancia. Ya no queda nada o bien poco de todo lo que hemos conocido, esto de la foto es un jirón de una estación ahora en la mínima expresión.
Gracias por tu aportación.
Se empieza con peladillas y se acaba ya sabes cómo...
ResponderEliminarBesos
No necesariamente, esta gente seguro que no. :)
EliminarBesos.
Lo decía emulando aquello que nos/me decían de joven: "empiezas con porros y acabas con drogas duras"
Eliminar;)
Entendí el mensaje ;)
EliminarLo escuchamos y lo trasmitimos, hemos vivido épocas duras al respecto en la sociedad. Pero aquí, como puedes ver, se hace un quiebro a la posibilidad de mostrar algo de eso, en el fondo todos son buenas personas. ;)
Los jubilados con buena fé, intentaron montar un negocio en el que no pensaron en las consecuencias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vieron un nicho de oportunidad, ante un local abandonado, pero bien ubicado.
Eliminar;)
¡Un abrazo, Conchi!
Que pena que no lo puedan hacer más y si lo hubieran organizado por derecha ¿No le convenía?
ResponderEliminarDigo yo, tal era un trabajo seguro.
Saludos.
El progreso arrasa con todo, se pierden los viejos almacenes y la posibilidad de trabajar en ellos, ni que sea de una manera algo irregular.
EliminarSaludos.
me acordé mirando la foto y leyendo lo que dejaron abandonado las estaciones de tren en mi país aun en "caos" son tan bonitas... es una pena
ResponderEliminarTodo un patrimonio de otra época, abandonado sin usar, para construir cosas al lado sin ningún valor.
EliminarUna auténtica pena, Jo.
Aunque ahora se hacen cosas más bonitas y quizá mejores, los que hemos vivido otros tiempos, nos gusten o no, siempre echaremos de menos las viejas cosas. Pasa igual con los muebles de casa que da pena cambiarlos, pero los hijos no lo ven de esa manera y ale, a tirar a tirar...
ResponderEliminarUn abrazo
Se tira, se abandona, cuando hay muchas cosas dignas de seguir siendo usadas. Lo moderno no siempre es mejor y siempre sale más caro.
EliminarUn abrazo.
Recuerdo los tiempos en que nos tiraban a la chiquillería caramelillos, pequeñas monedas, botecillos de bolitas de anís, recuerdos de los bautizos de antaño....¡Qué tiempos!
ResponderEliminarSí, lo de los colores era toda una regla: azules para chavales y rosa para las chavalas ¡Faltaría más!
El final se queda en asunto de pillos, de la que nuestra historia sabe telita.
Besos.
Yo también recordaba las peladillas típicas de los bautizos. ;)
EliminarPor suerte se empezó a variar con el amarillo.
Estamos en el país que estamos y la sociedad funciona así.
Besos, Carmen.