CABALLITO

 

Foto gentileza de I.C.C. 

 

Un poco de música 

 

CABALLITO 

 

En un parque vacío un adulto contempla la zona de juegos infantiles. Allí donde están los columpios, el tobogán, las redes de cuerda para trepar, el balancín y, en un rincón, un moderno corcel con un buen muelle como patas, para hacer buenas cabriolas. 

El día es frío, la tarde se echa encima y la estancia en el lugar no apetece y menos llevar a los críos con ese panorama. 

Sin sus gritos, sus risas y sus por qué, el lugar parece más vacío y desangelado. 

En su cabeza resuena la insistencia machacona de cada día: 

• A los reyes magos le pediré un caballito. 

• 
  

Siempre le contestaba que muy bien, para eso estaban los Reyes, para traer cosas a los niños que se habían portado bien. 

• Pero no cómo éste 

• ¿Ah no? 

• No, quiero uno que corra y salte de verdad. 

• Pues eso va a ser muy difícil de que te lo traigan. 

• ¿Por qué? 

• Pues ellos llevan juguetes, no animales. 

• Pues a Juanín le trajeron un perrito. 

• ¿Uno de verdad? 

• Sí, se llama Rufo y su mamá lo trae consigo cuando pasa a buscarlo al cole. 

• Pues debe de ser muy buena pieza para que le hagan una excepción así. 

• De buena pieza no tiene nada, se pelea con todos. ¿Qué es una excepción? 

• Pues verás, es como cuando algún día, te dejo comer chocolate antes de la cena, un premio, algo fuera de las normas. 

• ¡Tan fuera! No recuerdo que me dejes tomar nunca. 

• Pues eso, es algo casi imposible. 

• Tendrás que pedir uno para jugar. 

• Para eso ya tengo este, quiero uno para irme por los campos, saltar vallas, perseguir indios y esas cosas que se hacen a caballo. 

• Pero Fernando, quién te mete esas ideas, a los indios no se les persigue, además no se puede ir por cualquier sitio así sin más, no estamos en el oeste. 

• Lo he visto por la tele. 

• Pero eso son películas, son cosas de broma, una especie de mentira. 

• Lo que tú no quieres es que tenga un caballo. 

• 
  

Así cada día, durante mucho tiempo, conversaciones monotema, sin posibilidad de convencerle.

 

Ahora con el tiempo transcurrido, frente a un mar iluminado, en la tranquilidad de ese parque con su caballo mecánico, recuerda y asiente, pero ya es tarde para decir, que las excursiones sin caballo también estuvieron muy bien. 

 

Barcelona, cinco enero 2021