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Recorro
el lugar con la mirada, mientras mis pasos siguen fielmente las órdenes de esperar,
antes de caminar por un lugar que parece de obligado silencio.
La
gente, observa absorta las ofrendas por los damnificados, apartándose cuando se acerca alguien
con cara apenada y deja una vela, un poema, un peluche o una flor.
Un
reportero de tv, espera le den señal de estar en antena, mientras se lo mira
todo con un cierto distanciamiento profesional, sólo es una noticia.
Aun
flota, en el ambiente de una calle muy transitada, el olor cargado de tragedia,
el ruido de los gritos, el clamor de los lamentos, la estupefacción por lo que
no podía ser, que aquello nos ocurriera a nosotros, líderes de la multiculturalidad.
Podía
haber estado ahí, en la fecha del atentado como no, qué es lo que ocurrió. Y a
pesar de ello, no siento nada especial, forma parte del juego, por pasar por
zonas muy concurridas, en una ciudad de gran importancia a nivel turístico.
Pero
lo que sentí de verdad fue una total indiferencia. A nadie le gusta morir o
sufrir heridas de consideración o cualquier otro problema, por culpa de unos
cretinos.
Pero
somos conscientes que en cualquier momento puede caer la bota sobre nosotros,
como cuando pisamos una hormiga y nunca más se sabe de ella. El hoy estamos,
mañana ya veremos, está presente en nuestra mente.
Corroborado
tras las conversaciones mantenidas estos días con amigos, conocidos,
familiares, saludados y vecinos todos.
No
me van a cambiar mis rutinas, seguiré pasando por el mismo lugar, sin valentía
de ninguna clase, es difícil que vuelvan a atentar en el mismo lugar, aunque
todo es posible.
Sé
que ahora lo haré con un cierto respeto, a pesar de que han retirado el memorial
improvisado por los paseantes. Pero hay otro, en el inicio del fatal camino de
destrucción, más discreto, en el que respetarán las aportaciones de pésame y
cariño por las víctimas, que ciudadanos de todo el mundo van dejando cada día.
Retirarán
y guardarán las ofrendas durante un corto tiempo, hasta promover un memorial
fijo en otro lugar.
Ahora
está tronando, chispea un poco de agua y se avecinan las lluvias de ese Septiembre
que está al caer, que limpiarán, todas nuestras angustias, desconsuelos y
desconfianzas.
Nos miraremos los unos a los otros como si nada hubiera pasado.
Hay
que seguir.
Barcelona,
30 Septiembre 2017
Hay que seguir, pero sin miedo.
ResponderEliminarSi así lo hiciesemos no saldríamos de casa...cualquier lugar hoy en día es susceptible de barbaridades como la de Las Ramblas.
No podemos permitir que nos paralicen.
Todo continúa...
Besines.
Siempre que pasan estas cosas, la gente, la ciudadanía, una palabra casi en desuso, siempre se encuentra por encima de sus políticos que sólo quieren la foto, llenarlo todo de mierda y reciclarlo para sus discursos...
ResponderEliminarNo es indiferencia, o no creo que lo sea, es algo distinto, algo más. Es la necesidad de saber que no puedes controlarlo todo excepto lo que haces con tu vida... y con tu miedo.
No se puede estar pensando si nos puede suceder, ni tener miedo, hay que seguir con nuestra rutina...
ResponderEliminarUn cálido abrazo.
que no le quiten la alegría...
ResponderEliminarsaludos!
Es que hay que seguir. En Ateneu está tan cerca que se pasa por el inicio de la Rambla casi de forma obligada. Pero na vida, como dices, es estar hoy u quizás no estar mañana, por eso es tan importante vivir el presente.
ResponderEliminarUn beso, caminante.
Hola Alfred!
ResponderEliminarSi, es un paseo diferente pero quizás cada día lo es un poco menos hasta que nos acerquemos a una aparente normalidad, porque tenemos necesidad de ello porque nuestras vidas tienden a una normalidad. De alguna manera, a aquellos dirigentes de oriente y occidente causantes de lo que está pasando, tendrían que pasar por el banquillo de los acusados.
Todo sigue...y así ha de ser,no podemos permitir que el miedo nos atenace.
ResponderEliminarBesos.
Fuerte abrazo, Alfred. Hay que seguir con mayor fuerza y determinación.
ResponderEliminarOjala la lluvia regenerara todas las almas y las cubriera de paz para que el amor reine en la tierra y la violencia se extermine, pero es una utopía lo que te acabo de decir, perdóname por esta tontería, pero es lo que me sale de dentro, amigo mío.
ResponderEliminarMuchos besos.
Durante mucho, mucho tiempo la tragedia de de Barcelona y Cambrils estarán presente entre nosotros. Que sea para unirnos todos. Los culpables de todo esto no pagan ni con sus vidas las atrocidades cometidas. Lo has plasmado muy bien en la entrada.
ResponderEliminarDesde la esperanza, estoy de acuerdo con nuestra amiga María, pero es un profundo deseo, no un convencimiento.
Tenemos que aprender a vivir en estas circunstancias y seguir adelante. Rechazando contundentemente la utilización de esta enorme desgracia por los políticos, buitres de la "oportunidad", esa es una nueva tarea para nuestra sufrida sociedad.
Un gran abrazo.
Lo que más debe molestar a esta gentuza es que la gente siga con su vida como si nada hubiera pasado. Y eso es lo que hay que hacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Alfred,
ResponderEliminarEstoy contigo en que hay que seguir sin dudarlo porque justo lo que quieren es que no lo hagamos pero dejan heridas en forma de desconfianza, en recelos y culpas a quienes no la tienen. Seguir con nuestra vida es la mejor lección de vida.
Besos