Imagen obtenida de Internet
Para amenizar la lectura
Toda
la casa, era un silencio permanente, donde el único movimiento con sonido, que
sólo los oídos muy entrenados podían percibir, era el descenso del polvo sobre
los muebles, antaño tan brillantes tras innumerables pasadas de cera.
En aquel habitáculo, parecía estar el tiempo
congelado, los pesados cortinajes escondían tras ellos, puertas y balcones, pues
todas las aberturas de la casa estaban abrigadas.
Un breve pero intenso rayo de sol, que había osado introducir algo de luz
en una de las estancias, nos permitía ver, esa danza del polvo en el aire antes
de depositarse sumisamente en la primera superficie hábil.
A pesar de estar toda la vivienda cerrada a las
influencias externas, ocasionalmente se oía un chasquido, fruto de las
contracciones de algún mueble más sensible a los sutiles cambios climáticos en
el interior de aquella residencia.
Los muebles de mayor valor, en apreciación de los
señores de la casa en su momento, yacían como fantasmas sin cadenas, soportando
unas sábanas viejas, cómo hábitos religiosos o mortajas para unas piezas fuera
de uso.
Las alfombras enrolladas y bien envueltas, eran un
simple bulto en un extremo de cada habitación.
Era tal la penumbra, que las sonrisas de los cuadros,
donde unos campesinos bailaban en corro, buscando la mirada cómplice de sus parejas,
eran imposibles de ver.
Incluso los rasgos de una virgen, encerrada en una
urna sobre un manto de flores secas, eran indefinidos.
Las agujas de un viejo reloj de pared yacían marcando
estáticas unas doce pasadas, sin saber si era mediodía o medianoche, las
cadenas con los contrapesos colgaban inertes, sin ayudar a contar tiempo alguno.
En algunas esquinas, arriba en los techos, realzadas
por los encofrados, unas telarañas daban muestras de una cierta actividad en
algún pasado cercano.
Era difícil de averiguar si algún bicho era capaz de
vivir en aquel ambiente abandonado, quizás alguna cucaracha impertérrita, con
su traje de gala, todavía se vería capaz de sacar algo de provecho, en alguno
de aquellos cuartos abandonados a su suerte.
En una de esas habitaciones, con un poco más de luz,
por tener los las persianas mal cerradas, donde los rayos de sol incidían en la
luna de un antiguo armario ropero, se vislumbraba un balancín conteniendo una
figura supuestamente femenina, dados los ropajes que la cubrían.
A su vera, una pequeña mesa auxiliar, de fina caoba
decorada con incrustaciones de marfil, donde están depositados unos guantes de
fino ante, junto a una botella vacía, de vidrio con arabescos propias de los
vinos olorosos, cómo si la cogieran para servirse, en una copa de noble cristal
tallado.
Una maleta a los pies de ese cuerpo estático, con un
paraguas cogido a sus cinturones de cierre, a la espera de una partida en
breve. ¿Quizás?
Un papel de color azul, con unas tiras blancas
escritas y enganchadas sobre él, dan nota de que se trata de un viejo medio de
comunicación, conocido como telegrama.
-
No sufras por
nada-Stop-Te recojo mañana-Stop-Tengo permiso-Stop-Viajaremos a Barcelona-Stop-
Te quiere. Tte. Carvajal-Stop-Madrid. 17 Julio 1936.
Unos postigos, liberados con la insistencia de las
inclemencias y el paso del tiempo, baten ignorantes de lo acontecido en el
interior de la vivienda.
La hiedra sigue feliz, tomando el sol apoyada en las
paredes de la vieja mansión.
Sarrià, 7 Mayo 2017
Carvajal propone, pero tres años de una triste guerra civil por delante disponen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso parece Chema.
EliminarUn abrazo.
Que bien describes ese estacionamiento en el tiempo de una casa abandonada por los avatares de momentos infelices surgidos.
ResponderEliminarDetalles geniales en todos los rincones de la vivienda. Me ha encantado lo que dices del polvo en la primera estrofa.
Un abrazo.
Muchas gracias Elda!
EliminarUn cuadro hecho con pinceladas de realidades posibles.
Un abrazo.
Me encanta como consigues describir a la perfección cada detalle haciendo que el lector cierre los ojos y se imagine allí viviéndolo en primera persona.
ResponderEliminarSe masca la tragedia que estaba por llegar.
Me ha gustado mucho el relato.
Besines.
Como cierres los ojos te lo voy a tener que leer y no tengo una voz tan bonita como la tuya :)
EliminarLa tragedia siempre está a la vuelta de la esquina.
Muchas gracias, me alegro un montón.
Besines.
todos dejamos un rastro al marchar.. eso y una historia, una historia que casi nunca es agradable de contar...
ResponderEliminarun bonito relato, muy bien llevado ...
Hay historias trágicas, cómicas y las que no se llegan a producir.
EliminarMuchas gracias Beauséant.
Qué suerte tiene la hiedra.
ResponderEliminarBesos.
Sí, es la única que puede disfrutar del sol.
EliminarBesos.
La palabra se hace detalle y hasta en la oscuridad la viste de luz.
ResponderEliminarMi abraz☆ siempre
Muchas gracias AtHeNeA!
EliminarUn abrazo luminoso.
Hola Alfred.
ResponderEliminarMuy bien ambientado. Drama con mucho suspense y un final que queda en el aire.
Hola Enric!
EliminarMuchas gracias! Es un retrato trágico.En el aire solo hay polvo.
Se murió esperando... claro... sin duda el Tte. Carvajal tuvo serios problemas el día siguiente y no pudo ir...
ResponderEliminarSaludos.
Cualquier excusa es buena para no acudir a una cita ineludible...
EliminarSaludos.
Hola Alfred , un relato helador con un final algo amargo , ella se quedo esperando a que él regresara , murio con la pena de que no volverian a verse nunca más , si es que no fuera en la otra vida , claro .
ResponderEliminarTe deseo una feliz semana , besos de Flor.
Hola Flor! Se quedo esperando hasta el último suspiro.
EliminarFeliz semana. Besos.
Que bien describes la escena,esa mujer que espera la llegada del que nunca vendrá es algo que refleja de forma certera lo que pasa en una guerra, donde unos esperan a los que nunca regresan y al final como en ese caso mueren los dos .
ResponderEliminarBesos ALfred.
Puri
Muchas gracias Puri. la muerte como fin de una espera inútil.
EliminarBesos.
siempre temo que un dia, aunque me encante la palabra esperar, sea una pérdida de tiempo... pero esperar quizá es como ese karma de toda mujer.
ResponderEliminarno se, esta entrada me ha dejado pensando o es que quizá me siento como rara...
muy rara como todo lo que eascribo ultimamente ... por esperar :)
Nos hacemos un hartón de esperar, la mayoría de veces inutilmente, en cuanto si es un karma para toda mujer, espero que no. Los tiempos cambian. ;)
EliminarEstupenda descripción Alfred, como siempre. ¡Cuántas mujeres sufrirían la espera de su teniente en esa cruel guerra entre hermanos!Pero... "La hiedra sigue feliz" porque la vida siempre sigue. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Mara!
EliminarLa hiedra sigue impertérrita su vida.
Un abrazo.
Cuántas historias quebradas en esa fecha.
ResponderEliminarBien contado,Alfred!
Besos.
Demasiadas.
EliminarMuchas gracias Carmen!
Besos.
Esto eriza la piel, el telegrama es crucial. La hiedra la única desinformada. A veces deberíamos ser hiedra.
ResponderEliminarUn besazo.
Gracias Sara!
EliminarEl telegrama sólo nos sitúa en la acción y tiempo.
La hiedra se limita a vivir.
Un besote.
me ha encantado este texto
ResponderEliminarMe alegro por ello.
EliminarGracias Mucha!
Muchas gracias Julio!!!
ResponderEliminarGrandes saludos.
Hola paso por agreferte tu fidelidad en mi blog.
ResponderEliminarGracias.
Besos
Siempre es un placer visitarte. :)
EliminarGracias a ti.
Besos.