Perdidos en tierra de nadie



Estoy contemplando una preciosa vista de Calafate con sus montañas nevadas al fondo que la convierte en una estampa idílica. El sol va bajando y en oscurecimiento nos muestra una faceta de tonos rojizos en las nubes impresionantes. Tras una atroz jornada de viaje conviene un lugar de descanso con sus buenas vistas y alejado del ajetreo del comercio turístico del centro de la población. Ha sido un día duro.

Por eso la experiencia del cruce de frontera viniendo de Chile es digno de ser contado, en un desplazamiento de no más de tres o cuatro horas, hemos tardado justo el doble. ¡ sí sí ! Justo el doble por trámites aduaneros, sobre todo de entrada en Argentina, la salida de Chile también tiene su qué, pero no hay comparación posible.

Hemos bajado del autocar advertidos que últimamente la cosa iba para largo, todos colocados en fila india, con el pasaporte en la boca, agarrados para aguantar las ráfagas de viento y con el ánimo heroico propio de los viajes.


Entonces hemos empezado a ver que la caseta de atención para trámites de aduana con pinta del far west, era insuficiente para el inmenso público en demanda de entrada.

Sólo dos funcionarios, uno para salidas y otro para entradas al país, mirando la cola de vehículos te haces una idea aproximada del tiempo necesario, pero nunca es una ciencia exacta.



Cuando con los ojos llorosos por el viento, el cuerpo retorcido por las ganas de evacuar la última cerveza patagónica, ves unos letreritos que ponen " por falta de agua y servicio de limpieza, no hay servicio de baños, lo sentimos"
¿Lo sentimos? Las casi trescientas personas acumuladas entre la caseta y los alrededores lo lamentamos mucho más.




El hombre es optimista por naturaleza, al buen tiempo mala cara, al menos podemos charlar entre nosotros y entablar conocimientos múltiples, étnicos, plurinacionales e idiomática mente diferentes y enriquecedores.

Al final hasta te cae bien el iraní de mirada torva, que miraba las chicas con asombro, o el paqui que enseguida se ofreció a montar un badulaque sin hora de cierre, para suministrar alfajores caducados a buen precio.

Incluso los israelíes eran mirados con benevolencia por el resto de público, temeroso del contacto con la carne de cañón, en las iras absurdas.

Los italianos montaban su propia algarabía y se prestaban a mantener el orden de la cola con su vigilancia y protección por un módico precio. Una de sus chicas, aproximadamente rozaba la cincuentena con creces, única con botas con tacones de lucir y con postureo constante en sus pases por la cola, nos mantiene distraídos durante algunos segundos.

Todo ello a los altivos y cultos franceses le ha parecido una grosería inaceptable estando dispuestos a hacer un punto y aparte con el resto. Para la vigilancia ya tienen a sus marselleses y para lucir a la parisinas.

Los argentinos se dedicaban a jugar las cartas y a psicoanalizarse entre ellos, e incluso a leer en voz alta textos de Borges con los ojos cerrados.



A todo esto los pocos japoneses sonreían a todo y parecían muñecos gimnásticos de tanto inclinarse ante todos los que les rodeaban.

Los españoles divididos entre independentistas favorables a la política de Rajoy y despistados nacionalistas en busca de su Buda personal, que andaba fumándose un puro por el caribe.

Un par de coreanos apestosos obligaban a una separación extra en la cola, lo cual la sala no lo permitía en exceso y daba pie a discusiones territoriales.

Una argentina en solidaridad con una chilena en avanzado estado de gestación, se puso a hacer unos peucos para cuando naciera la criatura, la cual no estaba claro que ciudadanía le iba a corresponder y si le iban a dar un pasaporte para entrar.

Mientras transcurría el tiempo, la cola avanzaba tal como nos mostraron que hacían los glaciares. Lenta pero inexorablemente.

Cae la noche y ahora recuerdo que no me podré afeitar, le dejé la maquinilla a un jovencito que se nos hizo un hombre en la espera.

Una vez dentro de la estancia, la cola se convierte en una serpiente retorcida para poder abarcar el máximo con el mínimo espacio, haciendo que de tanto en tanto, en sus lentos movimientos fuéramos saludando a antiguos conocidos y preocupándonos por como les iban las cosas en esta vida.

Un grupo de americanos gringos, con pinta de recién llegados de una convención en Nebraska, parecían desentonar un poco con sus gorras de McD en el país de la carne.

Tardabas en darte cuenta que algunos se habían ido para siempre jamás, que gente que ha sido fundamental en tu formación como ciudadano del mundo ya no estaban, pero sólo se te ocurría gritar un ¡Urra! bien fuerte por ellos.


mm


10 comentarios:

  1. La burocracia es universal, pero en ese lugar parece que quieren hacer de la entrada en un país, un asunto de Estado con cada turista.

    Un beso

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    1. No se lo que pretenden pero le hacen un flaco favor al turismo, una fuente de divisas importante.
      Un beso.

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  2. Ufffff!!!, que rápido se cuenta y que lento se sufre.
    Gracias por la experiencia, que bien se está en Europa.

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    1. Tres horas de cola, aprisionados en un local pequeño, sin aseos, ni asientos, ni ninguna atención, ni siquiera agua.
      Algo desagradable.

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  3. Parece tercermundista, que santa paciencia la tuya amigo. Admiro tu templanza en semejante situación. Menos mal que luego cuando lo pasas y puedes contarlo al fin lo ves todo de otra manera.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Un poco si, parece que no quieran recibir visitas, pero bueno más vale tomarlo con humor que siempre relativiza las cosas.
      Un fuerte abrazo viajero.

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  4. Por el trote del viaje, ha veces, viajar es duro. Hay cosas que cuentas de Argentina, como la burocracia, que desafortunada mente me recuerdan España. Veo que hay mucho turismo y muy variado. Imposible aburrirse.
    Un saludo.

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    1. La verdad es que en esta parte del mundo hemos visto gente de todo el planeta, bueno casi, no me consta ni árabes, ni esquimales, ni selenitas.
      Un saludo viajero.

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  5. Bueno, la burocracia es lo que es, sin embargo el lado bueno siempre me dice que a veces hay que perderse para encontrarse.

    Sigue disfrutando Alfred :)
    Que nada te lo impida.
    Besos.

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    1. Digamos que la perfección en muchas de las situaciones de la vida es aburrida y las pequeñas imperfecciones le dan la sal a ella, pero....
      Seguiremos disfrutando ;)
      Besos

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