Fotografía (7)

Lo primero que se nos ocurre, es llamar a la policía local, dado que se aprecia a simple vista desde donde estamos, que esos restos humanos, devorados en gran parte, suponemos que por las ratas, llevan bastante tiempo ahí.
Cómo nada es fácil, estamos sin cobertura, y nuestros teléfonos son un juguete del futuro en un pasado ingrato.
El espectáculo es bastante desagradable, y me vienen a la boca los sabores asimilados a lo largo del día, pero mezclados y con ganas de salir.
Mi compañero, hombre curtido en muchos frentes, me mira con cara displicente, pidiéndome que abandone el corral, para dejar mis miserias al aire libre.
Supongo que eso me salvó, mientras estaba con las manos apoyadas en una pared de piedra, dejando los restos de comida por digerir, oí como el ruido que tanto me inquietaba resurgía, y cuando estaba en una pequeña acequia para el ganado, refrescado la cara con el agua que barboteaba del caño, entonces oí, por encima de cualquier otro ruido, un estruendo provocado por los disparos de la escopeta dentro del local.
Voy corriendo, entro con cuidado, inclinado para ofrecer la mínima visión de mi persona , y ante la ausencia de mi compañero en el altillo me asomo con miedo, viéndolo utilizar la escopeta de caza, cómo un bate de béisbol, contra lo que parecían unos seres humanos medio robotizados, con andares forzados, caras ensangrentadas, cuerpos sanguinolentos  y  vestidos con harapos.
De momento no se percataron de mi presencia, entretenidos como estaban en su pelea con el hostelero, al cual tras soportar sus golpes, consiguieron neutralizar y con su propia escopeta partirle el cráneo  ante mi aterrorizada mirada.
Cuando una vez anulada su resistencia, empezaron a comérselo, no pude más y salí corriendo, atranque la puerta todo lo que pude y baje al galope hacia el pueblo.

Fotografía (6)

El día empezó a menguar a la par que una densa niebla se iba apoderando del paisaje, en poco rato no veríamos mas allá de nuestras manos.

Lo cual pareció alegrar a las sombras cantoras que tanto nos intrigaban, pues acrecentaron sus ritmos hasta hacerlos más audibles.

Nos miramos con desconcierto, puesto que aquello parecía pertenecer a más de una voz, y con la climatología que se avecinaba, nos sentíamos más cerca de un aquelarre que de un concierto gregoriano.

Visto que la casa, tenía toda la pinta de estar abandonada, y habíamos decidido centrarnos en las voces, mi compañero cargo la escopeta con su correspondiente munición, haciéndome con un gesto autoritario, ponerme detrás de él, acercándonos con tiento hacia el granero.

Miramos a través de las rendijas, dado que las puertas cerradas y encadenadas no permitían mucho más, en esto vimos, dado que la construcción estaba en un desnivel considerable, que por un nivel superior al que se accedía por un camino, un tanto desfigurados por los hierbajos, se podía ver una puerta y una ventana a su lado, seguro que nos permitiría entrar más fácilmente.

Dicho y hecho, la puerta estaba cerrada con una cerradura de esas que la llave, parece hecha de un pedazo de viga y es más una arma arrojadiza que un elemento de cierre fiable.

Con paciencia y maña, abrimos la puerta, tenemos que empujar pues unas balas de paja obstaculizan su toral apertura, seguramente con la entrada de agua de lluvia se ha desmoronado al reblandecerse su base.

La luz empieza a ser escasa, estamos en una plataforma de madera, como un altillo, lleno de aperos, cestos, sacos, leña, y las susodichas balas de paja.

También había una vieja mesa de escritorio, de esas de roble americano, típicas de las películas de detectives americanas ambientadas en los años pos segunda guerra mundial.

Me sorprendió por lo extraño de su ubicación, y por estar limpia, como dispuesta para trabajar en ella.  y no como abandonada en un desván.

Mi compañero de exploración obviaba todos estos detalles y sólo se preocupaba de detectar los posibles ocupantes, animales o lo que quisiera que fueran.

Me senté ante la mesa, y mire en sus cajones, donde encontré un montón de fotografías, que me dejaron más bien helado.

Eran de una calidad impresionante, pero teniendo en cuenta de quién se suponía que eran eso se daba por supuesto.

Ante el ruido que parecía reanudarse, a nuestros pies, nos asomamos con mucho cuidado, pues a pesar de tener una especie de barandilla, una parte estaba rota y podía facilitar una caída nada aconsejable.

Como realmente nos pareció observar, al encontrar lo que parecía un cuerpo, mejor dicho los restos de un cuerpo, que por la vestimenta, aparentaba ser femenino.

Muerte evitable

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360325525_432158.html


El goteo de suicidios desencadenados por la imposibilidad de solucionar el desalojo de la vivienda, pero sin dejar de continuar endeudado, sigue haciendo de España una nación diferente

El Congreso no ha tenido a bien considerar la iniciativa popular de la dación en pago de la vivienda para cancelar la hipoteca sobre la misma y dejar de estar endeudado de por vida.

Tenemos un Congreso de diputados, que a ciencia cierta, no sé a quién representan, salvo a ellos mismos, que está claro que tienen la vida solucionada y los problemas de la calle no les llegan, por que hacen todo lo posible para que no les amarguen su vida en el palacio de congresos, bien vigilado por sus leones.

Eso sí, para las fiestas de los toros, que consideran un bien cultural, si tienen tiempo que perder, por qué en una parte de la ciudadanía ha decidido prescindir de sus supuestas bondades recreativas.

Se pueden reunir las firmas necesarias para presentar una propuesta de ley para ser estudiada, que sus señorías rechazaran , no sea que la banca proteste.

Y si pueden atender, una propuesta que reúne un tercio de firmas, a pesar de estar promovida por ellos mismos, en aras de enfrentar los distintos pueblos de la nación.

Sinceramente, no considero que sus señorías nos representen, si pusiéramos solo un representante por partido, apretando el botoncito de las votaciones, tendríamos el mismo resultado, y mucho más barato.

La campaña sería:
" Un botón un pulgar"
 ¡Pásalo!