CAMBIO de DÉCADA

Foto de I.C.C.



Silenciosamente, de forma sibilina, cual serpiente escondida entre el follaje, a la espera de su presa, así se aprecia el momento, el instante, en que todo va a cambiar de forma irremediable. 

A pesar de llevar un año preparando el evento, de tener una experiencia demostrada para asumir el reto, la situación tiene demasiadas incógnitas que no se pueden despreciar. 

Siempre hay esos imponderables, que pueden incidir en una transición previamente bien pactada, pero en la que evidentemente no todo puede estar por sus actores necesariamente y previamente acordado. 

Así las cosas, haremos con la progresión adecuada, esa transición anunciada, en la que se nos va un viejo, para algunos feliz, pero para otros no tanto o incluso nada satisfactorio y, recibiremos a un nuevo protagonista en el que empezar a escribir nuevas páginas de nuestra vida. 

En la esperanza y el deseo, de que sean mucho más interesantes y felices estos momentos personales futuros que los dejados atrás, recibid mi más cordial felicitación para entrar en este venturoso Año Nuevo, que estamos prestos a iniciar. 


Barcelona, 31 Diciembre 2019 

  
  

NAVIDAD



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Música pertinente



FELIZ
NAVIDAD
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Se acerca, ya llega,
esa fiesta tan deseada.
 Nos ponemos contentos
 cuando por fin llega su día. 
    Recordando vagamente que fue
     para nosotros a lo largo del tiempo.
    Nuestra vida, infantil, juvenil, adulta.
  nos viene de golpe en un presente traidor.
  En función de los largos años pasados caerán
 unas lagrimitas, pues aumentan nuestros ausentes.
 Los que han ido desapareciendo son sustituidos siempre
Pensaremos en  cuando era una fiesta simplemente religiosa, 
con su pesebre familiar, la misa de gallo, el canto de villancicos,
la comida del capón, el reparto de turrón, las neulas y el champán. 
Los aguinaldos a toda una serie de servidores públicos, 
de los cuales no teníamos noticia
de su importante remota existencia
 más que de año en año por estas fiestas.
  Hasta que empezó a ser una fecha de encuentro,
 con regalo obligado entre familiares, amigos invisibles, 
compañeros de actividades diversas, incluidos los trabajos. 
Gracias a los grandes almacenes hoy en día, casi nadie se libra
 de acudira a rendir pleitesía  ante uno de esos templos, donde se nos promete felicidad eterna a cambio de regalar algo, pues ya se sabe, que lo más importante es dar y sonreír, sintiéndote la mar de feliz por ello.
Así surgen días de largas listas interminables, de recordar grupos varios,
de parientes y allegados, para hacerles llegar los mejores deseos, de felicidad y provecho
 para el próximo año.
Mientras,
un pobre niño
desnudo, desnutrido,
seguirá esperando
al pie de un portal 
un poco de cordura 
en nuestras mentes.
De todos modos:
¡¡¡Felices Fiestas!!!





Barcelona, 22 Diciembre 2019




EL REGALO


Fotos obsequio de I.C.C.


El Regalo


Salí totalmente decidido de mi casa, con el semblante serio y formal de hombre concentrado en la insuperable actividad de conseguir regresar con la tarea auto encomendada, perfecta y totalmente lograda.

Ni que decir tiene, que no fue así, tras horas de trasiego, búsqueda insaciable, infinitos lugares visitados, paseos por mercadillos varios, hechos exprofeso para conquistar la atención del paseante ávido en el descubrimiento de ese objeto mágico con el que sorprender, colmar, entusiasmar y acertar, sobre todo eso acertar, con el gusto de ese ser tan especial que nos acompaña en los momentos más personales.

A estas horas, sigo en el empeño, mientras el tiempo de ofrecer la ofrenda se acorta, aun no de forma agobiante pues sé que el presente existe, está todavía por ahí suelto, a la espera de ser encontrado.

Volveré a salir, con la misma decisión, pues la causa se merece la mejor atención de todos mis sentidos bien puestos en ella.

He regresado con el cansancio sombreando el rostro y el polvo adherido a los zapatos, pero no me doy por vencido.

Seguiré buscando.





Barcelona, 16 Diciembre 2019



Erithacus rubecula




Foto de X.A.P.



- ¡Hola!
Una voz aguda, resuena sobre mí.
Miro a mi alrededor, sin ver a nadie a quién contestar el saludo. Además, no me gusta que me interrumpan mientras leo el periódico (en minúsculas). Desconcertado, me acerco al seto por si es un vecino nuevo intentando caer bien. (La casa de al lado estaba en venta).
Regreso a mi asiento, al no ver a nadie.
Justo cuando me enfrasco en la lectura de una editorial de un cinismo desconcertante, vuelvo a oír:
- ¡Hola!
Vuelvo a dejar el diario sobre la mesa, dirijo la vista a mi alrededor, compruebo que sigue sin haber nadie en un radio de acción digamos próximo. Ya veo que hoy no puedo leer tranquilo.
- ¡Hola!
Esta vez me ha sonado muy próximo, extremadamente cerca, como a tocar del oído.
Se me ocurre, instintivamente, levantar la cabeza, justo cuando suena sobre mí:
- ¡Hola!
Lo único que veo es una vieja morera, que tiene a bien sombrear esa zona, en los cálidos días de verano, por eso pusimos la zona para estar.
Enseguida sale un pequeño pájaro volando hacia un frondoso y aromático laurel cercano.
- ¡Hola!
Esta vez el saludo se ha alejado, justo al laurel.
Miro el pájaro, me observa poniéndose de medio lado.
Le comento en voz alta:
- Ya podrías decirme quién está merodeando por aquí.
- Sólo estoy yo. Me responde.
Me quedo con la cara de incredulidad propia de un dibujo animado.
Pero le insisto:
- ¿Cómo has dicho?
- Que sólo estamos tú y yo.
En esas circunstancias, lo único que puedo hacer es sentarme en el silloncito de mimbre e intentar asimilar de quién debe de ser esa broma del pájaro parlante.
Sí estuviera en una calle del pueblo pensaría en una de esas cámaras ocultas que tanta gracia hacen al personal. Pero la realidad es que estoy en un jardín privado, aislado del mundanal ruído, desprovisto de visitantes ilustres que puedan alterar mi normal buscado aislamiento.
Así las cosas, vuelvo a mirar hacia el laurel, el pequeño pájaro parlante sigue mirándome desde su dominante altura con todo el escepticismo que se tiene hacia los seres inferiores.
- Es mejor que no lo cuentes mucho, me dice sabiamente.
Y luego prosigue:
- Lo normal es que no te crean y menos con esa pinta de sabio despistado que arrastras.
- ¿Qué sabrás tú, lo que es un sabio despistado?. (Le suelto de forma un tanto abrupta).
- Bueno, uno es de natural observador, es casi obligado si quieres sobrevivir un poco.
- ¡Ya! Ahora me dirás qué quieres, ya puestos.
- Nada, simplemente me apetecía saludarte, siempre te veo enfurruñado y muy atareado.
- Sí, esta casa da mucho trabajo y el jardín más.
- Pues yo lo disfruto tan ricamente. Pió con sorna.
Así fue cómo establecí una amistad corta pero intensa. Pues aún la recuerdo a pesar del tiempo transcurrido.

Barcelona, 10 Diciembre 2019

PERDER EL TREN


Foto de I.C.C.




PERDER EL TREN


Había dicho a todo el mundo que aquella tarde, sí precisamente aquella, tenía que salir puntual sí o sí. 

Pensaba coger el tren de las 18:15 horas, con el cual pensaba llegar a tiempo a casa, para poder celebrar el cumple de su hija como era debido.

Su mujer había insistido mucho en ello, bajo amenaza de que si por culpa de aquel maldito trabajo, esclavo y mal pagado que realizaba tan lejos, no se presentaba a la fiesta, le esperaban serias represalias.

Aunque no era por eso, quería a su hija de verdad y deseaba por una vez, estar con ella en la celebración de su décimo aniversario.

Así que cuando a las 18:00 horas en punto se presentó en recepción para marcar su salida, no quiso ni oír hablar de atender a un paciente que se presentaba en aquel preciso momento con unos síntomas de evidente espasmo mental, a tocarle las narices. No podía ser otra cosa. 

Así pues le recomendó que fuera a otra consulta y excusándose lo más educadamente que su rabia le permitía, salió corriendo hacia la estación, literalmente.

Mientras se desplazaba en plan poseso, miraba de reojo si algún rostro conocido podía llevarle en coche, cosa que por supuesto, dada su mala suerte congénita no iba a ocurrir. 

Llegó a la estación sacando el hígado por la boca, la bilis la había echado por el camino, a tiempo de oír el silbato de partida y ver mientras corría por el andén como en la lejanía desparecía el tren que le habría podido hacer quedar cómo un hombre y un buen padre, o al revés, depende de en que orden le hubieran abierto la puerta, si su mujer o su hija.

Era de esas personas que no sabía decir que no, a compañeros, pacientes, visitadores e incluso superiores explotadores. Pero ese día estuvo a punto de ponerse a llorar, ahí de rodillas en el andén, pues sus piernas ya no daban para más.

Encima, gracias al hecho de que empezaban un fin de semana largo, de esos con un puente que todo el mundo tenía marcado en el calendario, había huelga de trabajadores y se habían suprimido los trenes al mínimo exigido por ley.

Calculó cuanto podía costarle un taxi que le llevara antes que el tren a la próxima parada, pues hasta el fin de trayecto era algo impensable dada su economía.

Salió de la estación, donde solían estar siempre aparcados un par de coches, pero evidentemente no había ninguno. Además se puso a llover, esa lluvia impertinente que aparece de sopetón y descarga primero suavemente y luego con furia.

Buscó una aplicación de esas que te envían un vehículo super negro brillante y limpio, con un chófer bien vestido y educado que sabía a donde ir sin preguntar nada. Pero por nuevas normativas no se lo podían enviar antes de un determinado tiempo que lo hacía inviable para sus deseos.

Se maldijo cien veces, maldijo su mala suerte, se cagó en la compañía ferroviaria, en los taxistas que habían conseguido alargar sus prerrogativas ancestrales y ya de paso en la compañía de coches que se había doblegado.

Mientras pensaba que hacer, ahí en la entrada de la estación como un alma en pena, mojado como un pollo, sólo le quedaba la posibilidad de hacer auto-stop.

Cuando se dispuso a llamar a su casa, para comunicar la mala nueva, vio una serie de movimientos nerviosos por parte del personal de la compañía ferroviaria, correrías por todas partes y llamadas de jefes importantes, por lo que parecía.

Enseguida se supo todo. el tren con salida a las 18:15, había descarrilado a las 18:32; había un balance de accidentados muy importante, lo peor era el número de muertos, dado que el último vagón había caído al mar, estando sumergido al completo.

Por una vez, aun sabiéndole mal por los afectados, pensó que no había estado mal perder el tren, tendría tiempo de comprar un buen regalo, de lo cual no se había podio ocupar.



Barcelona, 4 Diciembre 2019