MAR




Foto de I.C.C.




MAR


De los mil caminos
que tiene el mar.

¿Por qué escogí
uno en tierra?

Otra vez, una sirena,
me indicará el camino.

Señalando con sus senos,
la senda a seguir.

No duele la pérdida,
si no, la falta de rumbo.

Con una idea clara
se llega muy lejos.

Con muchas dispersas,
apenas avanzas.

Mejor concentrase,
en aquello que nos lleve.

Donde tú y yo sabemos,
que está aquello tan perseguido.

Que nos da rubor,
decirlo en voz alta.

No pienso, no existo,
sólo siento.


Barcelona, 27 Diciembre 2018


COMIDA NAVIDEÑA





Foto del autor


Comida Navideña


Por una vez estaba contento con la comida de Navidad, este año le hacía ilusión y todo, esperaba ansioso el día, le importaba poco saltarse el menú tradicional.

El hecho de poder tener un público atento, que siguiera con sumo interés su alocución de forma pormenorizada, de los hechos de su vida dignos de ser contados, los cuales se limitaban a dos, uno del colegio cuando hizo la primera comunión y el otro en la mili. Le tenía en ascuas esperando tan brillante momento.

Cuando hace unos días al levantarse, vio que al otro lado de la cama no estaba su Lucía, le extrañó un poco pero no demasiado, últimamente se quejaba de sus ronquidos, pero él no podía hacer nada y se la encontraba en el sofá, con cara de pocos amigos envuelta en bata y mantas.

Pero esta vez no, no estaba ni en el sofá, ni en la cocina tomando su primer café matutino, ni en el baño estirando aquel pelo rebelde empeñado en tener forma de escarola.

Simplemente encontró una nota manuscrita, con un escueto texto: “No te aguanto, me voy”

Se quedó sorprendido, tras unos años de grata convivencia por su parte, en los que no le había dado ninguna razón para su enfado, se encontraba con esto.

¿Por cuatro ronquidos? Se había preocupado siempre por las cosas de la casa, iba a comprar y sacaba la basura. E incluso la llevaba al cine una vez al año.

Le dejaba escoger el programa nocturno de máxima audiencia en el canal de la televisión pública. No estaban para gastos, ya hicieron al irse a vivir juntos un viaje de fin de semana lejos de la ciudad.

Soportaba a su suegra con educación, sin rechistar por sus meteduras de pata, siempre le cambiaba el nombre, con lo fácil que es Eustaquio para recordar, en cuanto a su suegro a penas si llegó a conocerlo, pues enseguida fue a su entierro, donde por cierto le dejó hablar largo y tendido. De sus cuñados mejor no decir nada, lo sabían todo de todo.

La cuestión es que vivía sólo y pasados unos meses, encontrándose con unos vecinos nuevos, que hacía muy poco que se habían mudado, provenientes de otra ciudad, sabiendo de su soledad, le habían invitado a compartir manjares y manteles, en tan magno día, cómo es el navideño.

A lo mejor le dejaban tocar la zambomba.

Estaba claro que no sabían lo que les esperaba.



Barcelona, 15 Diciembre 2018

Ficción en época navideña






Foto de I.C.C.




Ficción en época navideña


Unos niños se asoman
a la ventana de una escuela
donde ven como se acerca
la Estrella de Navidad.

Dulce post, muy adecuado para momentos de optimismo innato. :)
Besos.

Lo leyó y releyó pero no lo entendió.
Ahí estaba, reluciente en su pantalla
recién puesto, brillando en la noche.

No esperaba un comentario así,
respecto a un cuento como el suyo,
donde la sangre rezumaba por las esquinas.

Relatar un asesinato con pelos y detalles,
no tiene nada de dulce, o quizás sí.

Teniendo en cuenta que la acción
se desarrollaba en un obrador.

Donde el dulce chocolate,
aromatizaba  la sala de trabajo,
en la que canela y vainilla,
esperaban su turno para realzar
un dulce que iba a ser hecho,
exprofeso para aquella navidad.

¡Ah! La Navidad,
palabra clave para infantilizar
todo comportamiento adulto,
en otras circunstancias.

Pero así es y por ello
mi pluma se dedicó a rehacer,
cambiar, reconstruir lo escrito.

Pasando todo a verlo por otro prisma,
ya no era una bomba caída, por error,
en la cocina de una escuela.

Donde unos niños pequeños,
estaban ayudando a preparar
una comida festiva,
junto con maestras y madres.

Era solo un daño colateral,
de un ejercicio de limpieza
de terroristas ocultos,
en un barrio de mala gente.

Nadie iba a reclamar por ello,
explicaciones a los altos mandos,
son cosas que pasan,
por desgracia muy a menudo.

Pero los afectados no cuentan
son de otro mundo,
en concreto del tercero.

Así que unos niños
han volado al cielo
para comer turrones,
con los angelitos.

Que no sea cierto
no quiere decir
que no pueda pasar,
en cualquier momento.

Barcelona, 19 Diciembre 2018



PASEO NAVIDEÑO






Foto cortesía de I.C.C.
Yo también la hice… ¡Pero no hay color!


Nostalgia


El frío que empieza a anunciarse junto con la Navidad (Esa época del año de gran disfrute para los comercios varios) no nos desanima  para salir a pasear, con la excusa de ver esa pobre iluminación nocturna, según voces críticas para con el Consistorio, de la que gozan nuestras calles en esta época del año, en nuestra querida “Ciudad Condal”

Hemos recorrido una de las principales vías de la ciudad, al menos la que tiene una mayor solera. Realmente la iluminación no mata y además es reaprovechada de otras ediciones. Lo único que destacan son los edificios singulares y hoteles que están iluminados de forma privada.

Ver una fachada de Gaudí, la casa Batlló en este caso, iluminada como se muestra en la foto es de agradecer y viste muy bien su tramo de calle. Aparte de que todos los turistas que aun estén paseando en horas nocturnas, la retratarán de forma más excelsa si cabe que al natural.

En plan batallita, puedo decir que en sus bajos hubo en tiempos una galería de arte, a cuyas inauguraciones  me colé en alguna ocasión para degustar los buenos canapés que en estos actos se solían poner en épocas remotas.

Pero ahora, durante el día sólo hay colas serpenteantes de visitantes, ansiosos por conocer las interioridades de una casa de Gaudí, por la noche cuatro despistados contemplamos su conversión en un fruto rojo y prohibido.

Seguimos bajando hasta Plaza Catalunya, antiguo centro neurálgico de la ciudad. ¿A saber donde está ahora ese centro?

Finalizamos el paseo en la Plaza Sant Jaume, centro político de la ciudad, del Belén instalado, me abstengo de hacer ningún comentario.

En cualquier caso no siento ningún efecto especial en mi ánimo que induzca a creer que estoy inmerso en un cierto espíritu de concordia inter-ciudadana.

Será que el supuesto espíritu navideño no ha calado en mi interior, quizás por ser mayor, quizás por ser un descreído o quizás por qué me han robado la cartera.


Barcelona, 12 Diciembre 2018

UNA PALMERA







Foto facilitada por I.C.C.


Una palmera


S- ¡Buenos días!
P- ¡Buen día!
S- Luces hermosa aquí ante el mar.
P-  Gracias por el cumplido, pero algo despeinada estoy, con este viento…ya se sabe.
S- Me gusta ese aspecto salvaje.
P-  ¡Ya! Pero una no se arregla, para estar inhiesta como una guía para navegantes, con aspecto alocado.
S- No sabía que hacías de faro, sin luz pero con  la melena bien visible.
P- No lo soy, pero me imagino  que a bañistas, paseantes, pescadores y regatistas, les gusta admirarme. Soy así de coqueta.
S- Está bien eso de ponerse bien de buena mañana y alegrar a la gente con la propia hermosura.
P- Estas muy saleroso de buena mañana. ¿Te ha salpicado el mar?
S- ¡Qué va! Ya me gustaría a mí, con este calor que sufro, pero no llega hasta aquí su frescura.
P- Bueno yo tampoco puedo meterme en las aguas, estoy siempre aquí, enterrada en la arena, viendo a la gente corretear, a los perros mojándome y al viento despeinarme.
S- Todos tenemos nuestras contrariedades. A mí me critican por quemar a la gente y calentar en exceso al planeta, cuando la culpa no es mía, yo estaba antes que los humanos.
P- Yo no, me pusieron ellos para adornar el paseo frente el mar. Cosa que les agradezco. Peor sería estar en un desierto.
S- Veo que  estas  agradecida, eso es bueno. No todos lo hacen, teniendo a veces más de un motivo. A mi antes me adoraban como a un dios y ahora ni caso.
P- ¡Sí! Cada vez son más engreídos. Tanto que se creen que pueden con todo, mientras se cargan su entorno, pensando que ya más tarde, alguien dará  con la solución.
S- ¡Pues van listos!
P- Mira el mar que no dice ni mu, de lo asqueado que está, con tanto plástico.
S- ¡No me hables! Desde aquí lo veo todo. Hay una isla que pronto será un continente.
P- ¡Pues eso!
S- Me retiro, te dejo con la Luna.
P- ¡Vale! ¡Hasta mañana!



Barcelona, 29 Noviembre 2018


EL BARBERO




Foto del autor




EL BARBERO                                                                                                                                  Figaro
(Con todo el cariño para Albada Dos)


Cosas de las modas, tras desaparecer una tras otra todas las barberías de barrio, esas con su cilindro dando vueltas indefinidamente por efecto óptico, ahora el estilo “vintage” las recupera y actualiza de nuevo. Con sus sillones blancos, sus suelos dameros, sus peluqueros barbudos, mucho cuero y mucha madera.

Antes era un oficio que pasaba de una generación a otra, padres a hijos por supuesto, en el que era impensable encontrarse con una mujer atendiendo, en su interior. Bueno en algunos de lujo había una mozuela haciendo manicuras, aunque eso era visto en plan  algo afeminado.

Como mucho, una madre autoritaria, le explicaba/imponía, sus gustos y criterio, de como tenía que quedar de pelado su nene, al pobre peluquero que le había caído en turno atenderla.

Como todo vuelve, ahora nos encontramos, con el mismo tipo de establecimientos, algunos recuperados, otros nuevos de trinca, pero con ese aire de olor a Floïd, imprescindible para darle autenticidad, en todos ellos.

La lástima, es que el sonido inconfundible de una tijera desmadrada, o la maquinilla subiendo por la nuca, ha dejado paso, a las eléctricas, esas que cortan de forma uniforme y desmadejada. Ni siquiera hay el riesgo de que pille un pelo ensortijado y produzca un tirón, con la consiguiente mueca de sufrimiento por parte del cliente.

También vuelven los paños calientes sobre la cara, preparando el terreno para el suave deslizar de la hoja de afeitar por cuello y mejillas.

Pasando cerca de esa nuez que en su vaivén, indica el grado de temor de la víctima sentada y dispuesta a la libre mano que afeita su rostro.

Antes lo suyo era escuchar la perorata del barbero sobre la actuación en el último partido de liga del equipo local, o la valentía o su ausencia, mostrada en la plaza de toros, por el matador de moda, en caso de ser ciudad con ella.

Más tarde se apunto la radio, como elemento de distracción, con gran alegría por parte de los clientes que sólo querían un poco de tranquilidad, y ante la radio no tenían que molestarse en contestar, ni siquiera con monosílabos.

Ahora, suelen poner música del gusto de la cadena de turno, con parámetros de valoración en función de agradar al mayor número de clientes. Con lo cual te pierdes, por ejemplo el ir a parar a una barbería en la que el dueño era un amante del bel canto y era capaz de entonar sin rubor alguno un aria entera de Puccini.

Todo esto viene a cuenta por que a una buena amiga le ha dado por recuperar un viejo texto, los post envejecen rápidamente hoy en día, donde la actuación de un profesional de la navaja, con sueños de lo más intrigantes, me ha puesto en antecedentes de que todo vuelve.

Pero no sé, si conseguirán revivir esa atmósfera, ese ambiente que se creaba, cómo de lugar sagrado, con sacrificios incluidos, en el que se oficiaba un símil de culto, donde el barbero era el oficiante y el cliente la víctima propiciatoria.

Realmente no había previsto la posibilidad desempolvar mi vieja navaja y afilarla con el cariño que se merece una buena nuez.


Barcelona, 15 Noviembre 2018


Agua del Cielo





Foto del autor  







Cielo plomizo
gris perdido,
amenazando lluvia
como días pasados.


La predicción se cumple,
el agua cae desmedida,
sólo la paciencia
 nos retiene sin remedio.


Nubes cargadas,
cielo entristecido,
dicen que el agua
es bienvenida,
cómo fuente de vida
que es.



Pero el ambiente
está triste,
demasiada lluvia
nos fastidia,
perjudica,
Y nos malhumora.


Los muertos
han perdido sus ropajes
y su desnudez,
pero no se quejan.


Nadie les escucha,
por mucha fiesta
organizada para ellos.


No hay tratos,
sólo tristeza
humedad
y silencio.


El agua del cielo,
limpia  lápidas,
pero desluce  flores.



Barcelona, 15 Noviembre 2018



AMOR Y MAR




Foto de I.C.C. 


Palabras de amor y mar



Ante el mar,
siento,
de forma especial,
todo aquello
que nos une,
e incluso
lo que nos separaría,
en un hipotético
futuro incierto.


Contemplando
esa inmensidad,
escuchando el bramar
de olas juguetonas,
soportando con pesar
la ingrata compañía
de chillonas gaviotas,
que no me evitan,
pensar en el amor.


Me quedo quieto,
maravillado,
embobado,
perdido,
 en reflexiones,
que de fatuas,
 tienen más,
que de sesudos
 planteamientos metafísicos.


Anestesiado,
 por el vaivén
de las aguas,
 ahora calmosas,
contemplo absorto
 esa inmensidad
ante la cual,
mi pequeñez
me es confirmada.


Olas que me hablan
de principios básicos,
y me sumergen
en mis propios
pensamientos,


Los que me veo
incapaz de analizar
asimilar
comunicar,
explicar,
pero están ahí.


Esos que me
definen y desnudan,
 ante la compañía,
con quién comparto todo,
dudas incluidas.


Barcelona, 9 Noviembre 2018



LA CASTAÑADA



Foto del autor




Noche de castañas


Tradicionalmente la noche del treinta y uno de octubre, es muy usual reunirse con amigos para celebrar la castañada.

Con la excusa de la llegada del frío y la fecha dedicada a los muertos, se busca la buena compañía, para comer castañas asadas, dulces de mazapán (por aquí, los famosos panallets) y buenos tragos de vino o lo que se tercie, para animar y calentar el cuerpo.

Los de aquel grupo no iban a ser menos, y atendiendo a que uno de ellos, disponía de una casa en la montaña, se pensó que era el sitio ideal para celebrar la castañada.

Eran tiempos en que la influencia anglosajona no estaba tan afianzada.

Se pusieron de acuerdo en quién  llevaría el qué, para celebrarlo adecuadamente y que no faltara de nada.

Tampoco eran tiempos de móviles y la logística era un poco más rudimentaria.

Se repartieron unas hojas con la ruta a seguir, indicando bien los cruces, para que nadie se perdiera, pues el lugar estaba a una distancia considerable, según la pericia de cada uno, no menos de dos horas.

Cuando empezaron a llegar los invitados, la casa ya empezaba a estar algo caldeada, gracias a que el anfitrión había podido llegar con la antelación suficiente para hacerla más habitable.

Al ser un caserón de dimensiones importantes, habían decidido quedarse por donde estaba la cocina, con su hogar encendido, y utilizar una sala contigua como habitación comunal, pues el frío era notable.

A medida que el personal iba  llegando, toda la gente mostraba sus aportaciones, con lo que las salvas de aplausos se sucedían.

Poniendo las viandas sobre una mesa, de esas de madera rústica con generaciones de comilonas en su haber, ahí quedaba el queso, jamón, tortillas de patatas, boniatos, las imprescindibles castañas, vino, los golosos panallets, moscatel, aguardiente, en fin todo tipo de bebidas y provisiones.

Como es normal entre la preparación y puesta en la mesa y su posterior consumo, la conversación no cesó un instante, con más chanzas que seriedad en su transcurrir.

En el devenir de la cena, se fue la luz presumiblemente gracias a la tormenta que se había desatado en el lugar, con gran presencia de aparato eléctrico.

Como no podía estar de menos, en una noche tan señalada, se habló de la muerte y de los espíritus; cada cual miraba de ver quién soltaba la historia más truculenta,  llegando a decir el anfitrión que en aquella casa habitaban, unos fantasmas de los antiguos propietarios, muertos en una revuelta en épocas carlistas.

Evidentemente se tomó a chanza por el resto del personal, llegando a pedir realizar una visita nocturna por las estancias de la casa en su búsqueda, para darles un poco de aguardiente del bueno y así calentarles su frío espíritu.

Dicho y hecho, se levantaron y con los animosos grititos de las chicas, nadie se quiso quedar atrás en la búsqueda de los consabidos habitantes misteriosos del caserón.

Con linternas, luces de  gas, e incluso una improvisada antorcha hecha con un tronco al que le habían puesto un paño empapado en aceite.

El anfitrión se puso delante para indicar el camino e ir abriendo las innumerables puertas que tenía la casa, subieron hasta las golfas, para luego bajar al sótano, todo ello al ritmo de la conga haciendo un trenecillo ruidoso y luminoso.

Para cuando estaban en la inmensidad del sótano, donde había desde antiguas caballerizas hasta las tinas donde se hacía el vino, el anfitrión había desaparecido.

Por más que lo llamaron  y exploraron durante horas por toda la casa, recorriendo otra vez todas las estancias, no hubo manera de dar con él.

Al final cansados de buscar y estando al clarear del día, se optó por regresar a la ciudad, considerando el hecho una broma de mal gusto por su parte.

Los espíritus los vieron partir, con la satisfacción de quién se saca una visita desagradable de encima.

Aquel grupo de amigos, con el paso de los años y a medida que las responsabilidades familiares y laborales aumentaban, se fueron distanciando entre ellos.

Llegando a olvidar o al menos  no mencionar, nunca más la desaparición de su amigo, del cual no volvieron a saber nada más.

Pero creo que todos ellos, cuando vienen estas fechas me recuerdan un poco.


Barcelona, 31 Octubre 2018