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En una cena con amigos, se desarrollan conversaciones de lo más variopinto, desde interesarse por las familias respectivas, loar las acciones de los vástagos, actualizar la devastación fruto de la crisis, darle vara por ello al político de turno, meterse con la actuación económica gubernamental o especular sobre donde esconden el dinero los banqueros con chistera y puro.
En una cena con amigos, se desarrollan conversaciones de lo más variopinto, desde interesarse por las familias respectivas, loar las acciones de los vástagos, actualizar la devastación fruto de la crisis, darle vara por ello al político de turno, meterse con la actuación económica gubernamental o especular sobre donde esconden el dinero los banqueros con chistera y puro.
Todo entrecruzado y
amenizado por un toque de humor satírico, o sarcástico, ante nuestra estimable
clase dirigente.
Indudablemente, las
muestras del más común de los sentidos se imponen en nuestros juicios de valor,
tanto desde el punto de vista empresarial, como legal o simplemente ciudadano.
No todas las cenas
son iguales, y los comensales los mismos, ni los protagonistas coinciden en
su ideología, formación académica, o estatus social.
Pero sí en
sinceridad a la hora de exponer sus juicios de valor sobre los diversos temas
planteados, con algún toque de provocación, dispensado como acicate para elevar
el tono de la discusión.
Tanto da el tema
mostrado, ponemos pasión en la defensa del propio criterio, de
nuestro equipo o deportista más celebrado, o poniendo nuestras filias
y fobias en los periodistas con los que desayunamos.
Intercambiamos
sensaciones ante el último libro leído, película vista, concierto
escuchado y sí, también televisión soportada.
Pero lo mejor, es
la sensación que queda, tras el corro de despedida y promesas de nuevos
encuentros, con la menor demora posible.
Tras
todo ello, un plato de excelentes cerezas autóctonas, puede sintetizar el
sabor que nos queda en la boca, como colofón de un buen resumen, a una
pequeña crónica ciudadana.
Tras todo ello, un plato de excelentes
cerezas autóctonas, puede sintetizar el sabor que nos queda en la boca, como
colofón de un buen resumen, a una pequeña crónica ciudadana.
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