LA CASA
En alguna ocasión, en época estival, era invitado a pasar unos días
en casa de un amigo, con una hermosa villa, cerca del mar.
Era una mansión de características imponentes, o al menos así la
recuerdo con los ojos de chico que tenía entonces, con el paso del tiempo,
igual su impresión varia.
Se encontraba situada en el centro del pueblo, al lado del
ayuntamiento y de la casa del alcalde, en aquel entonces los alcaldes eran
prácticamente vitalicios, a no ser que cometieran algún acto desafecto al
régimen.
El edificio, de tres plantas, daba en dos de sus lados a la a dos
calles, la principal y una secundaria, bastante más estrecha, sin que ello
quiera decir que pudiera darse la mano
al vecino de enfrente.
Las otras dos daban a un jardín interno privado, donde una fuente cantaba todo el día para solaz de los pájaros.
Las otras dos daban a un jardín interno privado, donde una fuente cantaba todo el día para solaz de los pájaros.
El terreno acababa en una calle por donde se accedía al garaje, la
finca por así decirlo era a cuatro calles. Pues era rectangular.
En la planta baja, estaban las estancias nobles, un hall de entrada
con sus sillones de rafia para que esperasen las visitas a ser atendidas, con
espejos para poder ver su aspecto, las señoras antes de salir.
Por allí tras un amplio pasillo, se accedía a una esplendida sala, donde diversos sillones y sofás con sus correspondientes mesas auxiliares, podían atender a un buen número de invitados, estaba presidida por una voluminosa pianola.
Por allí tras un amplio pasillo, se accedía a una esplendida sala, donde diversos sillones y sofás con sus correspondientes mesas auxiliares, podían atender a un buen número de invitados, estaba presidida por una voluminosa pianola.
En un armario persianero, estaban archivados por autores, una
cantidad notable de rollos de música.
Enfrente estaba situada la biblioteca, donde unos armarios de nobles
y exóticas maderas traídas de las antiguas colonias, almacenaban todo el saber
posible para la época en que se inauguro la casa.
Tenía unos sillones orejeros, en los que se podían hacer unas
siestas notables, una mesa inmensa de caoba, dominaba todo el centro de la
estancia, con lámparas de lectura, de esas con pantallas de cristal verde. En
una esquina, aprovechando la luz del balcón, una escribanía, guardaba en sus tiempos, los
secretos del abuelo de la familia.
Este presidía la estancia, encumbrado en un solemne retrato al oleo,
de cuerpo entero, luciendo el uniforme de ingeniero de puertos caminos y canales,
al lado de otro de las mismas características, donde estaba su señora esposa
vestida con sus mejores galas, a la moda de la época.
Cada vez que pasaba por delante, camino de la salida y si estaban las
puertas abiertas, mi amigo se despedía de sus abuelos, a los que estos respondían
con un autoritario ¡No vengas tarde! Por parte del abuelo y con un ¡Abrígate! Por
parte de la abuela.
Mientras impertérrita la vieja ama, seguía sacando el polvo, de la
estancia.
Yo no le daba importancia, puesto que él tampoco se la daba y no era
cuestión de desentonar con las costumbres de la familia que me acogía. En esto
seguía las consignas de mi padre. “Donde fueres,
haz lo que vieres”.
He recordado esto, mientras
me dirigía, con un libro bajo el brazo, a la vieja casona, adquirida por el
ayuntamiento del pueblo, a los herederos familiares, para instalar un centro
cívico, en el cual entre otros actos de carácter cultural, se realizan
exposiciones y presentaciones de libros.
Al entrar en la vieja casa
restaurada, la señorita encargada de la presentación nos ha acompañado a la biblioteca,
donde instintivamente, sin pensarlo he saludado a los abuelos de mi viejo
amigo, que seguían en sus puestos, con unos marcos más brillantes.
La señorita, ha sonreído ante
mi supuesta broma y se ha desmayado, ante la respuesta de los educados abuelos.
Bien sabía, tu amigo y tú, que esos abuelos envueltos en óleo y atrapados en marcos, seguían vigilantes de la casona y de los descendientes de la familia que iniciaron.
ResponderEliminarBien llevado, me ha gustado mucho. Sin duda mucho más que a la señorita que se desmayó :-). Un beso
Pobre señorita, que se impresiona por tan poco, como son unos saludos entre conocidos.:D
EliminarUn beso.
Tus descripciones me llevan a la velocidad de la luz al sitio, en este momento, a esa casa....Me ha encantado, y la idea de esos cuadros con los abuelos de tu amigo vigilantes es casi envolvente.
ResponderEliminarUn beso!
Gracias Sofya, me alegra te gustara, al conseguir crear la atmósfera adecuada.
EliminarUn beso.
Parece que estoy en la casa al y como la describes la estoy viendo.
ResponderEliminarUn beso dulce de seda.
Bien! Has de encontrarte metida dentro de la mansión, esperando la presentación.
EliminarUn beso al óleo.
Alfred, una descripción de la casa muy completa es fácil pisar por ella. Lo que pasó años después desconcierta a todos.
ResponderEliminarBesos
Puri
Bueno hay que jugar un poco, incluso con la pobre presentadora.
EliminarBesos.
Alfred.
Buen relato surrealista, que destaca por la sobriedad del mismo, sus formas, su buena escritura y su inesperado final.
ResponderEliminarUn saludo, imaginándome la cara de la señorita.
Gracias Enric, intento contenerme y realizar un cuento corto pero intenso.
EliminarUn saludo con sales para despertar.
Molt bé, sí no fos per el mar podria ser una casa d'Aiguafreda.
ResponderEliminarIntentaba imaginarme una casa de "indianos", son molt xulas. Pero cualsavol poble d'estiuex val.
EliminarOstras que final tan estupendo, jajajaja
ResponderEliminarImaginaba, tal como voy conociendo tus relatos, que me sorprenderías de nuevo, pero ha resultado mejor aún.
Mi aplauso.
:)
Un beso.
Gracias! Un placer que te divierta con mis sorpresas.:D
EliminarUn beso.
Que señorita tan tiquismiquis...
ResponderEliminarJajajjaa
Saludos.
A saber la edad de la susodicha...
EliminarSaludos.
Tan bien llevado que me encontraba alli viendo la CASA
ResponderEliminarEl final.....estupendo
Saludos
Estupendo si has visitado una casa con sorpresas y te ha gustado.:D
EliminarGracias!
Saludos.
Pues no se yo si estaba la cosa muy oscura...
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
Buen relato con un broche espléndido
ResponderEliminarbesos ¡
Gracias! Muchas gracias!!
EliminarBesos!
Narras de manera tan vívida que se me hace estar sentada en aquella sala.
ResponderEliminarAbrazos, Alfred.
Gracias! Quédate tomando el sol, mientras la brisa marina mesa tus cabellos.:D
EliminarAbrazos Alicia.