VACACIONES (Navideñas) (XI)

 

Foto de A.C.P.

 

Rudolph the Red-Nosed Reindeer 

Ella Fitzgerald 

 

 

 

VACACIONES 

(Navideñas) 

 

Estamos en plena campaña navideña, los de fuera de la ciudad, acuden como abejas al panal de rica miel, en busca de la oferta que les haga quedar bien ante los suyos. A su vez, los de la ciudad, hartos del lío eterno que acude a la ciudad, escapan a sus vacaciones blancas, bien lejos, aprendiendo a disfrutar de esas artesanías que aún se pueden encontrar en hermosos páramos, lejos, bien lejos, cada vez más alejados. 

 

Pedrito, se va con unos compañeros a una estación de esquí, veterana en esas líderes, por lo que sus precios son más asequibles y a la que no acuden los experimentados aficionados de alto estatus, que prefieren dejarse ver en terrazas al sol más actualizadas. 

 

Don Pedro, está por desconectar el teléfono, para no tener que estar contestando a gente con la que aparte del apellido, no comparte nada más, aunque ellos se crean con derecho a incordiar por ello. 

Tomás sueña con su lejana américa, lugar en dónde era un hombre de pro, reconocido y admirado, con grandes posibilidades de abrirse camino en la escala social, gracias a sus aptitudes, pero que las mismas le llevaron al exilio, por no aceptar los requerimientos del prohombre de turno, con derecho de uso y abuso, sobre sus congéneres. 

 

Ofelia por su parte, pensaba partir hacia la tierra de su familia, pasar la Navidad con ella y acto seguido, partir hacia las maldivas, para ponerse al sol, estaba harta de pasar frío.  

 

José Carlos, con poco espíritu navideño, en realidad ninguno, esperaba que toda esa mandanga pasase lo más rápido posible, para que todo funcione con la normalidad monocorde en la que se encuentra más a gusto. 

 

El resto de la familia de Don Pedro esperaba ser invitada como cada año, al restaurante de enfrente donde ofrecían una comida de calidad, a un precio que no les preocupaba, y además estaba amenizado por un pianista, que atendía con la misma sonrisa todas las peticiones, mientras guardaba la propina en un bolsillo del chaleco. 

 

Así las cosas, en la última reunión que tuvieron, los componentes de la liga pro Arturo, por un robot libre de malas influencia. Se habló más del tema de lo que quería hacer cada uno, por las fiestas, que no de algo útil. Don pedro insistió en que Ofelia se siguiera haciendo cargo de Arturo, pues iba a tener a toda la familia, pululando por la casa, en ella estaba incluido su hijo más querido. 

Así las cosas, todas las miradas se dirigieron a Ofelia, de cara a su viaje, era una buena complicación, y dejarlo en la casa o escondido en alguna otra, era delicado. José Carlos podía localizarlo, era tan fácil como un móvil., incluso descargado, lo sabría. 

Don Pedro, fue presto en indicarle, que por supuesto, los gastos que implicaran el traslado de Arturo correrían de su parte y que siempre lo podría considerar una especie de perro lazarillo. 

Ofelia conformada, y con su mejor sonrisa puesta, respondió que estaría encantada, pero claro había que enterarse en que condición, se consideraba a Arturo en una compañía aérea, tenía que llevarlo en una jaula de animal doméstico, con los certificados de vacunaciones en regla, o en una caja como un electrodoméstico más, o quizás simplemente lo dejarían tenerlo sentado a su lado, como acompañante o como ordenador personal. 

Consideraba que, en casa de su familia, no era oportuno dejarlo, además no tenía previsto pasar a la vuelta, sus billetes ya los tenía contratados con tiempo, y eran directos. 

Bueno, pues entonces, todo estriba en conseguir los pasajes necesarios para Arturo, en condición de lo que sea para las compañías de transporte. 

Entonces, Tomás sentenció: 

• Así pues, todo está claro. 

• Para nosotros sí, respondieron todos. 

• Alguien tendrá que avisar a Arturo que haga la maleta. Indico Ofelia convincente. 

• ¡Oh sí por supuesto! Sonrío Pedrito, puedo hacerlo yo.  

Todos rieron con ganas, imaginando la cara de Arturo, cuando le dieran la noticia de su viaje. 

 

Pedrito y Ofelia se fueron a buscarlo y ya de paso en darle la noticia, decirle que se buscase él mismo, que tenía que hacer para conseguir permiso para poder viajar, en calidad de lo que fuera. 

Curiosamente Arturo no mudo de cara, su expresión seria y concienzuda, cuando le indicaron sus próximas obligaciones, fue la misma en todo momento, sus facciones siguieron igual, tampoco tenía como cambiarlas.

Pero ganas no le faltaron en cuanto recibió las órdenes de lo que tenía que buscar. 

Terrassa, 18 diciembre 2023