PEDRITO (VIII)

 

Foto de A.C.P.

Karen Souza

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PEDRITO 

 

La navidad se acercaba y ya estaba todo el mundo alborotado, las calles llenas a rebosar a todas horas de coches, motos, bicicletas, patinetes... 

Todos como locos, en busca de la oferta precisa para quedar bien ante el receptor del regalo. 

Fechas complicadas para hacer las cosas con tranquilidad, José Carlos al menos si se pausó y decidió desistir de salir hacia la casa de su padre, tardaría un montón en llegar y seguro que su presencia lo pondría en alerta. 

Fue entonces cuando se le ocurrió aprovecharse de la buena conexión entre su hijo y el abuelo. 

Bajo del coche, por suerte no había salido del garaje, llamó a Pedrito, ya estaban de vacaciones escolares y esperaba que pudiera hacerle un favor. 

• Pedrito, hijo. ¿Por dónde andas? ¿Estás libre para hacerme un recado? 

• ¡Hola, papá! Estaba llegando a casa. ¿Por qué? ¿Qué necesitas? 

• Verás, estoy preocupado por el abuelo, no sé si se aclara con el robot, ya sabes Arturo. 

• Sí, ya sé, pero el abuelo es espabilado, se defiende bien con el ordenador. 

• ¡Ya! Pero esto es distinto y hay que controlarlo bien, se cambia alguna función, el robot puede hacer algún desastre. Me gustaría que fueras a verlo, como cosa tuya y vieras si todo anda bien. No se lo digas, pero yo también podía ver lo que hace Arturo y he perdido la conexión. Si voy por allí a comprobar, se puede imaginar vete a saber qué. 

• Entiendo, quieres que me pase por casa del abuelo, vea si ya se ha peleado con Arturo o si todo va bien. 

• ¡Exacto! ¡Eso es! 

• Ok papá, el trabajo... Ya sabes. 

• Sí, tendrás recompensa, pero si las notas del trimestre salen bien. 

• Por eso no te preocupes, me han ido bien. En cuanto al abuelo, después de comer, me paso, miraré de hacer una partida de ajedrez o algo así. 

• ¡Oh, eso será estupendo! ¡Gracias hijo! 

• Ya sabes... 

• ¡Sí, sí! Queda claro. 

Subió para casa, encantado de su estrategia para controlar la cosa a distancia. Su hijo era una buena pieza y se entendía bien con el abuelo.  

Su Táctica, saldría bien. ¡Seguro! 

*** 

Pedrito, ya se veía con la nueva versión de MotoGP actualizada con los nuevos circuitos y pilotos, no se lo montaban mal, cada año había que actualizar el juego y valía un pastón. 

Después de comer, Pedrito cogió el patinete eléctrico y se fue zumbando, para casa de su abuelo. Lo prometido es deuda, a saber, qué chanchullo se llevaría su padre entre manos. 

Prefirió no decirle nada a su madre y le dijo que se pasaría a ver al abuelo, le intrigaba su robot y las posibilidades de jugar una partida de ajedrez, también le seducía. Su madre, si no le nombraba el padre, que fuera a ver al abuelo, ya le parecía bien, lo del robot, le extrañó cuando se lo contó Pedrito, porque su ex, no era precisamente un dechado de generosidad. 

 Así que, al poco rato, Pedrito ya estaba en el centro, tras esquivar todo el tráfico, tanto humano como rodado, en aquella caótica ciudad, que siempre estaba en obras. 

Cuando llegó, se encontró con una especie de princesa de Éboli que, con un ojo inquisidor, le preguntó a donde pretendía ir tan decidido. 

• ¿Joven, a dónde va tan decidido? 

• A casa de mi abuelo. Don Pedro de Alcántara, en el 3º 1ª 

• Pues no está, ha salido. 

• ¡Vaya! ¿Y sabe, si tardará mucho? Es raro que no esté a estas horas. Igual Tomás sabe algo. 

• Precisamente lo estoy supliendo, porque salió con Don pedro, le acompañaba para ir a un recado. 

• Pues qué suerte la mía, no sé si esperarme o no, total, solo era un tema sobre su robot. 

• Arturo está en mi casa. ¿Es a él, a quién quieres ver? 

• Bueno, si y no, antes quería hablar con el abuelo, es un asunto de mi padre, luego ya si acaso, me veo a Arturo. 

• Pues tendrás que esperar a qué vengan. 

• Sí, ya veo. 

• 
  

Pedrito se sentó en uno de los silloncitos del hall de entrada, esos de adorno por si alguien se quiere esperar. Como fue el caso. 

Al poco llegaron los susodichos, digamos cariacontecidos, no eran los mensajeros con buenas noticias, triunfadores de una cruzada. 

• ¡Pedrito! ¿Qué haces por aquí? 

• ¡Hola abuelo, me envía papá! 

• ¡Vaya! Subamos arriba y me cuentas. 

• Sí, mejor. 

• Yo me quedo aquí, Don Pedro. 

• ¡Muy bien Tomás, luego hablamos! ¡Gracias por todo! 

• ¡A Ud.! 

• 
  

Ofelia observó toda la escena, pensando que se estaba perdiendo algo. 

 

Terrassa, 10 diciembre 2023