JOSÉ CARLOS (VII)

   

Capvespre daurat a Caserres 

Cuadro de R. Trulls Pons 

Foto A.C.P. 

The Craig Thatcher Band  

Because Of You  

(Contemporary Blues) 1996 

 

 

José Carlos 

 

Cuando José Carlos, tras la ducha matinal, la limpieza y cuidado de uñas, el peinado y moldeado de sus cuatro pelos, pasar a tomarse su pomelo exprimido a la piedra, una tostada de pan de centeno, untada con tomate raf y con un ligero goteo de aceite de oliva virgen variedad arbequina, acompañada con unos finos filetes de aguacate, madurado durante su viaje desde tierras americanas, rematado todo con un café colombiano, procedente de una finca con medalla a la gestión medioambiental ecológica y sostenible, tras el abandono reconocido de cultivos nocivos para la salud mental, no autorizados por los poderes yanquis. Tras ello, siempre se sentía, con la energía necesaria para afrontar el día, con el interés que su nueva dedicación requería, que no era otra, que controlar los avances de Arturo, en el conocimiento de las actividades económicas de su señor padre. 

Por todo ello, su entusiasmo inicial, había ido menguando, a medida que el aguacate le parecía más insulso, el café poco negro y el aceite, reducido a gota y media, por cosas como la inflación, encima Arturo, pasaba poca o inconsistente información. Tendría que pasarse por el servicio técnico, para averiguar el bajón de efectividad en el modelo escogido como infalible, en todo momento y circunstancia. Además, era imposible que su padre, fuera capaz de sospechar nada, era muy de otra época, aún se creía que los beneficios de las acciones depositadas en el banco eran esos libros de economía, geografía e historia, tan bonitos y con muchas fotos, de autores mediáticos y que quedaban muy bien en la mesita de centro en la sala, frente a la tele.

Su sorpresa ante la pantalla era monumental, nada más empezar la conexión, con la intención de volcar los datos actualizados, de las cuentas de ahorro, de valores, y la corriente, la transmisión de datos se colgó.  Se quedo desconcertado, pensando que hoy en día era impensable un corte de fluido eléctrico que hiciera fallar la conexión de internet.

Tendría que averiguar, que podría haber pasado, hasta entonces, había estado recibiendo información sin ningún problema, aunque la verdad, es que no había visto nada interesante, aparte de los consabidos gastos hogareños, liquidación de intereses bancarios y poca cosa más. Pero precisamente esa mañana, en el breve momento que estuvo conectado, le pareció observar un cambio en el saldo, nada alentador para sus intereses. Ahora tendía que buscarse la vida, para poder llegarse al banco con alguna excusa y confirmar que movimientos habían provocado ese salto negativo. Sin que llegaran a los oídos de su padre, esas solicitudes. 

 ***

Cuando Ofelia, contenta ella, por haber evitado la transmisión, sintiendo una cierta pena por Arturo, que yacía con aspecto desmayado ante ella. No podía enchufarlo para reactivarlo, hasta no estar segura de que no iba a poder pasar nada una vez encendido. 

Se puso en contacto en seguida, con el resto del grupo, podía ser que el espía, notara algo extraño en Arturo y lo lógico es que quisiera venir a comprobar su estado, con cualquier excusa peregrina. 

Tomás propuso, ir con los papeles de Arturo, al concesionario que lo había vendido y haciendo valer sus derechos, solicitar que Don Pedro pudiera actualizarlo a su manera.  

Estuvieron todos de acuerdo y Don Pedro solicito a Tomás que lo acompañara, Ofelia agradeció ser dispensada de la maniobra. Bastante tenía con lo suyo. 

Así pues, que en nada, volvió a lucir el letrerito sobre el mostrador de la conserjería, con la leyenda de “Vuelvo enseguida, son 5 Minutos” 

***

A todo esto, José Carlos había llamado a su padre, para decirle que se pasaría a verlo, y de paso ver como se desenvolvía con Arturo y si necesitaba alguna ayuda para saber utilizarlo. El padre, amablemente, solo soltó un par de ladridos, le dijo que todo estaba bien, que no era el mejor día, puesto que le pillaba en el momento de salir a hacer un recado que le llevaría toda la mañana. 

Aquí fue cuando José Carlos, se mosqueó, algo más que cuando intentó contactar con Arturo, desconfiado de serie, le dijo a su padre que se pasaría de todas formas y así le echaba una mano, o le acompañaba con el coche. La respuesta de Don pedro, fue contundente: 

• No hace ninguna falta. ¡Gracias! 

• Pero 

• He dicho que no, no insistas, no veo el por qué. 

• Yo solo quería ayudarte. 

• ¡Gracias! Y colgó. 

Le pidió a Ofelia, que por favor, estuviera atenta, no fuera que se presentara el pesado de José Carlos, queriendo meter las narices. 

Arturo seguía ajeno a todo lo que se cocía a su alrededor. 

La expedición se puso en marcha y Ofelia cambio el parche del ojo, se tenía que ir alternando, según prescripción facultativa.

Como no estaba Tomás en su puesto de trabajo, no le podría avisar de la presencia del hijo de Don Pedro en caso de que se produjera, tampoco podía dejar a Arturo al cargo de la conserjería, sería entregarlo al enemigo. Así que prefirió quedarse por la portería, por si acaso se presentaba, de este modo, tomo el puesto de Tomás en préstamo provisional, saludando amablemente al paso de los vecinos, visitantes clientes o pacientes, e incluso a los repartidores, tal como hacía Tomás, ejemplo del buen hacer, con todo tipo de personas que se presentaban ante él.

Se quedó asombrada de la cantidad de cosas que compraban por internet los vecinos del inmueble. 

*** 

Terrassa, 8 diciembre 2023