Lluvia en la noche (Imagen de internet) |
ENSOÑACIONES
Estoy con el
ordenador y observo cómo se presenta, una noche lluviosa, lo cual me desalojará las calles de viandantes, los
pocos que quedan a esta hora de la noche, corren apresurados, guareciéndose
bajos los salientes y los balcones de
los edificios.
Las noches así
son las perfectas, no suele haber testigos y si los hay, no se fijan tanto en lo
que ocurre a su alrededor, bastante tienen con caminar esquivando la lluvia y
procurando no meter los pies en los charcos, además si van con paraguas, estos
les limitan la visibilidad.
Es la
circunstancia ideal para salir de caza, siempre hay alguna víctima desvalida
que acepta el ofrecimiento desinteresado que le ofrece un caballero; por otro
lado insisto en que nadie se fija demasiado.
La verdad es ya
estoy algo nervioso, no me sienta bien llevar inactivo varias semanas,
tranquilamente hacía un mes de mi última actuación, que fue muy celebrada por
la prensa, no así por las fuerzas del orden, que carecen de sentido del humor y
todo se lo toman a la tremenda.
Ahora los tenía
muy ocupados con mi búsqueda, pues mi marca empezaba a ser importante y el que
me pillara tenía el ascenso seguro.
Con lo que
tendré que cambiar el "modus operandi", innovarse o morir, nada de hacer las
cosas a la brava, es cuestión de ser muy cuidadoso, tengo que pensarlo, pero esta
noche lluviosa es muy tentadora.
Haré una salida
rápida, a ver cómo está el panorama, cogeré mi coche y seguiré una línea de bus
para ver si se ha quedado alguien
habiéndolo perdido, da mucha rabia y pasa a menudo, no todo el mundo sabe cuál
es el último paso de la línea que quieren coger y se quedan muy vulnerables.
Entonces
aparezco con mi coche les pregunto alguna dirección de ese trayecto y en
agradecimiento me brindo para acompañarles y acercarles a su destino,
difícilmente se van a negar y más cuando tienen que ir a buscar otro transporte.
Al principio
todo son agradecimientos y que no hace falta que me desvié para llevarles, con
dejarles más o menos cerca se conforman, luego en la placidez y comodidad del
coche, escuchando la música y viendo en mí un tipo inofensivo, se confían, me
cuentan su vida y hasta creo que llegan a fantasear con tener una aventurilla y
todo.
Pero nunca les
interesaba preguntar cómo me sentía yo, aguantando su vulgar conversación, que
solía centrase en una serie de tópicos de lo más manido, le dejaba hacer para
ganarme su confianza, pero me aburría esa cháchara intrascendente, con muchas
referencias a su vida laboral.
Hoy he escogido
una sinfonía de Mahler, la número cinco, así si consigo una pasajera de una
edad adecuada, podré hablarle de la película, Muerte en Venecia, en la que un pobre ser en su decadencia, aun
cree que se puede conseguir la belleza persiguiéndola por toda una ciudad
víctima del cólera.
Es un tema que
me da para mucho, puedo dejar descolocado a mi contrincante, exponiendo una
serie de teorías sobre conceptos en los que todos nos podemos ver reflejados en
muchos momentos de nuestras vidas.
Sé que a veces
no les importaría hacer un café o una última copa, en cualquiera de los sitios
por los que pasamos por delante, además ciertamente sería la última de sus
vidas, pero no puedo arriesgarme a que alguien me vea y me recuerde con una de
mis victimas.
Me las imagino
con su cara de desesperación cuando se ven frente a una situación tan
angustiosa como darse cuenta de la proximidad de su propio fin.
Eso me anima
mucho, me pone de buen humor, ya sé que es un poco raro para una mente
tradicional, pero me considero innovador.
Imaginar su
cara de desespero al tener un cuchillo bien afilado en el cuello, que le hace
permitir ser atada con cinta americana, con las manos a la espalda.
Como sus
tristes balbuceos se ahogan en un gemido sordo cuando le tapo la boca con un
trozo de dicha cinta, la compró de buena calidad, nada de imitaciones que se
despeguen a la mínima y dejan la piel sucia de pegamento.
Cuando les
cortos los tirantes suelen empezar a soltar una lagrimilla furtiva, imaginando
algo que sólo está en su sucia imaginación.
Me considero un
artista, de la destrucción, o mejor aún de la deconstrucción, que ahora está
más de moda, pero para esta última necesito tiempo y un lugar más tranquilo,
que reúna los elementos necesarios, para poder ejecutar limpiamente, la
extracción de órganos para formar una bella estampa para la posteridad.
Cuando empecé
era más directo y drástico, era joven con poca experiencia y todavía muy
cándido, a pesar de que ya me asomaba el bigote, las señoras de la escalera me
revolvían el pelo y me acariciaban la cara con palabras, supuestamente
halagadoras, al menos para mi madre.
Recuerdo cuando
le abrí la puerta del ascensor, con la llave especial, a la vecina del 5ª A, el día que estaban haciendo la
revisión, tras mi palmada cariñosa en su espalda, cayó a plomo por el hueco,
con sus faldas revoloteando y con sus manos agarradas al bolso como garras de
un buitre, que es lo que era, como si le fueran a salvar de algo, que no fuera
su estampación en el techo del aparato, para sorpresa del operario que estaba
en su interior.
¡Ostras me
olvide preparar la leche caliente para mi mamá!
Y es capaz de
no dejarme salir esta noche tan apetecible, se pone muy nerviosa cuando me
retraso con alguna de mis obligaciones, desde que mermaron sus capacidades de autosuficiencia y está postrada entre su
lecho y la silla de ruedas.
Aunque tiene
una enfermera que cuida de su estado durante todo el día, por la noche tengo
que atenderla y prepararle la medicación, suele fijarse mucho y contar conmigo
las gotas que le pongo en un vaso, para el correcto funcionamiento de su viejo
y cansado corazón.
Ese que tanto
me quiere y desea lo mejor para mi, siempre dice que quien bien te quiere te
hará llorar, lo recuerdo bien cuando me reprende, aunque ahora ya no me pega.
El protagonista de la ensoñación de los días de lluvia, es un tanto singular. Morboso de manera de ser, él no lo sabe pero su verdadera afición, es buscar gente para que le ayuden a buscar caracoles, lo otro es una manía persecutoria.
ResponderEliminarUn saludo, mojado como un caracol.
No se si su santa madre le va a dejar ir, quizás bien acompañado y abrigado, con botas de agua, un buen chubasquero y una linterna, eso sí, sin alejarse demasiado de la casa.
EliminarSaludos bajo la lluvia.
Que fuerte...
ResponderEliminarLa madre parió un monstruo, después le pegó y ahora él reparte el daño con mucha generosidad...
Uffffffffff
Bonita historia verdad?
EliminarSaludos.
Ohhhhhhhhh!
ResponderEliminarno me esperaba ese final!
Bien, bien enganchada...
Jajaja!!! Me alegro te gustara.
EliminarSaludos.
Vaya historia, un psicópata recreándose en lo que quiere hacer y lo que ha hecho, para vengarse inconscientemente por lo mal que lo ha pasado con su madre durante toda la vida.
ResponderEliminarUn buen relato morboso.
Saludos.
Hola Elda! Si eso parece.
EliminarSaludos.
Sorprendente!
ResponderEliminarGracias!!!
Eliminarintenso escrito salido de un momento diario de tu pensar
ResponderEliminarGracias! La imaginación se muestra a veces con cosas así.
EliminarSaludos.
Me has tenido el vilo durante todo el relato y al final me he llevado un gran sorpresa, no me lo esperaba, tenía próxima a su siguiente victima, se recreaba en sus anteriores hazañas y para ésta no necesitaba coche.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario, es cierto lo que dices en él, el amor no desaparece siempre lo llevamos en nuestro corazón.
Un abrazo, feliz día.
Hola DEMOFILA! Gracias a ti, por tu visita y tu grato comentario, me alegra que te entretuviera un poco.:D
EliminarUn abrazo.
una delicia la ensoñación...
ResponderEliminarSi, es un ser muy sensible...
EliminarLas mentes criminales se forjan en la mas tierna infancia
ResponderEliminar........ y no hay vuelta de hoja
buen relato
Pues que bien....y yo con estos pelos!
EliminarGracias!
Un saludo.
Cada actuación dejando ese tiritar de los sentidos.
ResponderEliminarUn beso
Tiritemos pues, asustados y compungidos.
EliminarUn beso.