La cabina de Kenji Kawamoto
La cabina
Llevaba un
tiempo recorriendo las calles, sin fijarse por donde iba, ni con quién
tropezaba. Al andar por el casco viejo de la ciudad copada por los turistas, lo
fácil era dándose encontronazos. Esquivaba como podía los grupos que seguían fielmente
a la guía y se pasaban el rato fotografiándolo todo, has las tapas del
alcantarillado, fechadas por la fundición en el siglo XIX.
Empezó a
lloviznar, primero unas gotas sueltas de aviso y luego el chaparrón que produjo
una gran desbandada, desalojando calles, plazas y ramblas.
Nadie iba
preparado para ello, a pesar de estar avisados por el hombre del tiempo, pero no se
coge el paraguas cuando se está de vacaciones en una ciudad de clima cálido.
Pero el agua
molesta igual o más, así que los soportales y bares de la zona se llenaron de
gente variopinta buscando cobijo.
Nuestro
hombre se metió en una cabina, esos cuartitos pequeños de cristal y aluminio,
con un teléfono dentro, que usaban nuestros antepasados para hablar entre ellos
cuando estaban fuera de sus casas.
Aprovechó
para hacer una llamada, a ella a quién sino, cuando salió de casa no cogió ni
llaves ni móvil ni documentación, no pensaba volver y tampoco ir a ningún
sitio, bueno sí, a la estación central, quizás.
Para
sorpresa suya, el teléfono todavía funcionaba, pero sólo podía hacer llamadas
nacionales a líneas de telefonía fijas y servicios de emergencia, marco el
número que tenía gravado en su cabeza desde que tenía uso de razón, para él todo
lo anterior a conocerla no contaba y todo lo posterior sin ella tampoco.
Sonaron los
cuatro toques de rigor, sin que nadie descolgara el aparato, hasta que se
disparó el contestador automático, la voz esa voz que lo era todo para él,
resonó en sus oídos como música celestial.
-
¡Hola! ¡Soy Charo! En este momento no estoy en casa
deja tu mensaje.
Se quedo
escuchando, sin decir nada, llorando, mientras oía el paso de la cinta
grabadora en su cabeza, pues ahora ya no se oye nada hasta que se corta el
tiempo de dejar un mensaje.
Pensó en
decirle que la quería, que no lo había dicho porque suponía que ya lo sabía,
pero no quería partir sin asegurarse que lo supiera.
Mientras
pasaba la película de su vida por la cabeza se fue deslizando hasta el suelo.
En esto
descolgaron el aparato.
-
¿Sí? ¿Quién es?
-
¡Hola, soy yo!
-
¿Jarvis? ¿Eres tú?
-
¡Sí!
-
Perdona, te llamaré a este número que salé en
pantalla, ahora no puedo estar por ti, me has hecho salir de la ducha, podías
haber llamado al móvil.
-
Vale, esperaré. Sólo quería decirte…
El zumbido
descorazonador e impertinente indicando que habían colgado al otro lado de la
línea, le hizo desistir de continuar hablando.
Sentado en
el suelo, esperó la llamada prometida.
Fuera seguía lloviendo, había oscurecido y nadie circulaba por aquella estrecha
y triste calle ahora peatonal, del
centro urbano tomado por los guiris.
Cuando
semanas más tarde, los operarios fueron a retirar aquella vieja cabina, que
inexplicablemente aun estaba en la calle, se encontraron los restos de un varón
de mediana edad, con aspecto un tanto desaseado y de llevar muerto algunos días
por causas desconocidas.
Barcelona, 24 Agosto 2016
Barcelona, 24 Agosto 2016
Las cabinas de teléfono fueron lugar de muchos encuentros y desencuentros amorosos.
ResponderEliminarEn el caso que nos cuentas sirvió de ataúd,ya que esa espera se convirtió en un eternidad.
Besos Alfred
Puri
Esas cabinas tan deseadas que incluso tuvimos que hacer cola ante algunas, son hoy piezas de museo que tristemente salpican la ciudad.
EliminarBesos Puri.
Hay esperas que desesperan. En ocasiones no vale la pena esperar tanto, hay que tener un tiempo prudencial y a partir de ahí lo que se tercie. Me has echo recordar la "Cabina" de Antonio Mercero.
ResponderEliminarBesos.
La espera interminable, hizo de un pobre desesperado, una victima del amor no correspondido o de la falta de comunicación, a saber.
EliminarEn la obra que dices, el protagonista es víctima de la cabina en sí y de un sistema desconocido que se lo lleva a un destino incierto.
Besos Rosana.
Aquellas cabinas que incluso llegaron a servir como refugio amable en los días de lluvia impetuosa...
ResponderEliminarCada vez me siento más lejos.
Saludos.
Las cabinas sirvieron para todo, incluso para un partido de fútbol, según el chiste :)
EliminarLejanas en nuestros recuerdos pero aun presentes en nuestras realidades.
Saludos.
Ainssss, conseguiste sacar mi lado más sensiblero, acabo de sentir un tremendo cariño por ese hombre que guardó su esperanza de oir un teléfono sonar, hasta su último suspiro.
ResponderEliminarBesos
Jajaja! Es bueno sacar la sensibilidad a pasear de tanto en tanto.
EliminarEl hombre en su desespero sólo tiene un motivo de esperanza hasta qué se le agota la existencia.
Besos.
Impactante relato. Besos.
ResponderEliminarBueno, no es una historia para bromas.
EliminarBesos Amapola.
No se lo pudo decir...
ResponderEliminarMurió de amor?
Me ha gustado,además con el toque nostálgico de la cabina.
; )
Besos.
No le llegó a decir lo qué tenía que haberle dicho. Murió de desespero esperando la llamada.
EliminarA qué sí?
;)
Besos Carmen.
Me ha llegado al alma que me incluyas entre tus antepasados por haber hablado desde las cabinas telefónicas.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un abrazo.
Son los antepasados del prota, que se supone qué es un tipo, digamos más joven ;)
EliminarMuchas gracias!
Un abrazo Chema.
A veces es tarde muy tarde y se pagan las consecuencias
ResponderEliminarBuenisimo leerte siempre me sorprendes y me encanta
Cariños
Sí! No aprendemos a decir las cosas a su debido tiempo y luego siempre es tarde.
EliminarMuchas gracias, me alegra te gustara.
Un abrazo.
Aún existen cabinas donde paso las vacaciones, cuando vea una pensaré si sobrevive por amor...
ResponderEliminarBesitos
Mira bien antes de entrar, no sea que encuentres algo que te pueda perturbar...
EliminarBesitos Inma.
Se nos pasa la vida entre esperas y silencios ahogados
ResponderEliminarMuy bueno
El final me recordó aquella famosa cabina!! De Lopez Vazquez
Besos
Si contamos todo el tiempo perdido en colas interminables o esperas de todo tipo, la muerte del susto en inevitable.
EliminarMuchas gracias!
La historia televisiva de A. Mercero, protagonizada por J.L. Lopez Vazquez, impactó lo suyo, aunque era algo diferente a esto.
Besos MaRía.
Hola Alfred, caray que desenlace tan trágico, por eso siempre debemos decir lo que sentimos a las personas que queremos o amamos, no dejarlo para luego y ese luego puede que no llegue nunca como le paso al protagonista, magnifico relato que engancha hasta el final.
ResponderEliminarBesos.
Hola Piruja!
EliminarBueno no siempre es tan fácil decir lo que se piensa o se siente y también depende de la receptibilidad en la otra persona, Aquí en este caso el pobre se quedó sin explicarse.
Muchas gracias!
Besos.
Me encanta cómo lo has contado, pero qué pena, no pudo decírselo, es muy triste ... murió de amor ... puede que fuera de amor ...
ResponderEliminarRecuerdo esas cabinas y las colas que se formaban para poder hablar por teléfono. Me tocó guardar bastantes veces cola, desde Asturias :) Esperábamos tanto tiempo, a veces más de una hora, que se entablaban verdaderas tertulias. Lo llevábamos bien ...
Gracias.
Besos, Alfred.
Hola Rosa!
EliminarMuchas gracias!
Lo bueno de esos tiempo era que el poder hablar era casi un milagro y lo compartíamos con los que estaban esperando turno.
Este pobre hombre muere de desaliento amoroso.
Besos Rosa.
Hola Alfred
ResponderEliminarMe ha parecido triste y el protagonista poco práctico. Si has de morir, hazlo en la cama, es más cómodo.
Hola Enric!
EliminarEs triste, el protagonista no es práctico, no tiene previsto morir aunque el vivir ya no le interesa. Si muriera en la cama, todo este planteamiento melodramático y descorazonador, desaparecería :)
La depresión, por un amor no correspondido, no le permitió articular palabra, y acabó con él. En la respuesta de ella, se intuye de que no le iba a llamar jamás, pero,.... el amor es ciego.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, tal como lo pones parece tremendo, pero era antes que se tenía que haber manifestado, ahora parece tarde y de poco interés para la persona receptora de la llamada. En cualquier caso el amor siempre es ciego.
EliminarUn abrazo.
Muy triste la muerte del hombre esperando esa llamada, muy triste que no haya podido expresarle su amor antes y que esperara hasta ese momento. Más triste morir y que pasen los días sin que nadie mire dentro de una cabina, que antes fuera de uso continuo. Los tiempos van cambiando el uso de todos los objetos y lo permitimos.
ResponderEliminarPero, prometo que desde tu relato, contestaré siempre, aunque esté en la ducha y haga un reguero... como sea, hay manera de secar después. :)
Muy buena historia, como nos tienes ya acostumbrados.
Un beso anisado.
:) Me gusta ese cambio de actitud para mostrarnos tu lado más humano mientras dejar ese reguero de gotas que refrescan el suelo estival.
EliminarMuchas gracias!
Un beso afrutado.
Excelente escrito, te felicito
ResponderEliminarPaz y Luz
Isaac
Muchas gracias!
EliminarQué así sea.
Dejaron de interesas sus servicios, quedando obsoletas y molestando el espacio urbano, así que su destino es la desaparición, con todo lo que lleva de borrar los símbolos de otra época, amores rotos y cadáver incluidos.
ResponderEliminarUn saludo.
Ay no! qué triste...... =(((((
ResponderEliminarOh! No te ha gustado, me sabe mal.
EliminarMe ha gustado, pero el final es muy tristeeeeeeeeeeee....!
Eliminarbuaaaaaaaa :'(
Ups! soy la misma, eh???? :P
EliminarAh!!!!!!!Bien!!!!!! Si es triste, digamos que no acaba bien, la indiferencia es tremenda. Snif!
EliminarPor supuesto! Y muy encantadora :)
EliminarMe la voy a creer Alfreddddddddddddd! jajajaja
Eliminargracias =))))
Gracias a ti Liliana!!!!
Eliminar:)
Una triste historia de amor con un desenlace trágico.
ResponderEliminarEs un relato muy bueno.
Un abrazo
La vida tiene estas crueldades.
EliminarMuchas gracias!
Un abrazo.
Hola Alfred , no se por que pero este relato me sonó muy familiar y creo que hace un porrón de años hicieron una película con el mismo título de tú entrada , el protagonista creo que era Joseluis lópez vázquez.
ResponderEliminarPero de todas formas tú relato también está muy entretenido , pobre hombre se murió esperado esa llamada que nunca llegó .
Te deseo una feliz semana y mejor noche , besos de flor .
Hola Flor! Veo que ha muchos os ha recordado, la obra para la teleisión de Mercero, protagonizada por Lopez Vazquez. Pero la verdad es que son cosas totalmente diferentes y la verdad es que evidentemente no tienen nada en común a parte de la cabina. Con lo cual se demuestra que el lugar y la forma si importa :)
EliminarAdemás aquí se muere esperando una llamada y allí queda en el aire pero se presiente.
Gracias por tus deseos que espero se cumplan para ti.
Besos!
Este post es un poco triste, menos mal que no es real .)
ResponderEliminarPuede ser algo triste, pero en la vida ocurre lo mismo, hay moentos que también lo son.
EliminarGracias Marijose.