Imagen de internet
A medida que iba
pasando el día, me sentía más nervioso, no me había pasado nunca, al menos no
tenía constancia desde que tenía uso de razón.
Sentado en mi mesa,
cabizbajo y taciturno, intentaba recordar,
si mis padres me habían dicho nada, cuando hablaban de las cosas que
hacía de pequeño, ante mi insistencia en saber, cómo era mi comportamiento
infantil.
Nada, estaba en una
situación nueva y sorprendente, lo cual me descorazonaba de forma gradual,
yendo por momentos a un crescendo peligroso para mis biorritmos.
La verdad es que
con las prisas, por no perder el autobús matutino y lo primerizo de la hora en que
a duras penas empieza a despertar el día, no había apreciado nada especial.
Luego al hacer el
trasbordo, en una céntrica plaza en la que confluyen un montón de líneas, con
paradas repartidas por la plaza y el tránsito de gente de unas a otras
corriendo para no perderla el autobús que arranca y para varias veces, antes de
conseguir adentrarse en la circulación. Tampoco.
Cómo tenía tiempo
mientras esperaba al siguiente autobús, me acerque a un corro, formado
alrededor de unos músicos que con un bajo, saxo y trompeta, estaban
desarrollando un concierto de lo más digno. Y
de ahí tampoco recuerdo nada especial acerca de mi persona.
Estamos tan acostumbrados
a su compañía que apenas le hacemos caso, su fidelidad nos aburre, aunque a
veces juguemos a sorprenderla, cosa que nunca conseguimos.
Mas larga o más
corta, en incluso inapreciable a veces, en función de por dónde nos iluminemos,
quieta o acompañando nuestras correrías, su presencia nos hace a veces
etiquetarla como mala o buena, en función de cómo nos trate la suerte.
En el trabajo me
empiezan a mirar raro, no se atreven a decirme nada, pero es evidente y se nota
la ausencia de su habitual compañía, lo cual hace que me encierre a meditar
sobre ello.
Al final llego a la
conclusión, que se ha debido ir con alguien, aunque es muy raro y mirando
en internet no he visto ningún caso documentado y si conjeturas más o menos académicas
sobre un tipo determinado de descripción de su lenguaje.
Para mí la única
explicación es que se ha puesto a bailar con otra, en la plaza donde escuche
unos músicos callejeros y una chica se ha puesto a bailar de una forma que no
podías dejar de mirar.
Estamos en unos tiempos
en que nada es para siempre y se pierden las fidelidades más sacrosantas, tendré
que sobrellevarlo con la máxima dignidad posible y esperar que se
disuelva pronto los corrillos de chismorreo que se forman tras mi paso, sólo y
sin sombra.
Muy bueno. Me ha encantado, Alfred. Bailando sin sombra. Y ni sombra de arrepentimiento.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, la pérdida de la buena o mala sombra, diempre nos trastoca un poco.
EliminarUn abrazo.
Muy buen escrito. Pero muy original, tanto que no conseguía entender y era tan sencillo, que hasta me acordé de tu sombra y entonces, lo entendí todo. Estaba muy intrigado.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, muchas gracias.
ResponderEliminarUn saludo.