La pantalla

René Magritte



Tenía la pantalla del ordenador toda para él, esperando que empezara a teclear su gran obra literaria, la qué aún no estaba escrita.

Nada de esas ñoñerias publicadas para espíritus acomodaticios, leídas en un santiamén, sin profundizar en su prosa, yendo sólo a su desenlace.

Empezaría con un relato de misterio, uno intrincado sólo apto para lectores formados, con tensión argumental y desenlace sorpresivo.

Se lo pensó mejor optó, por dado como estaba todo, hacer su aportación, redactando un manifiesto donde plasmar las grandes ideas para salvar la nación de su caída en la mediocridad.

Entonces recordó su gran amor perdido, ese que todo poeta maldito tiene en su memoria, que le impide dedicarse a nada más que a su gran y excelso poema, para glosarla.

Abrió un recuadro, que hacía destellos, en una esquina de la pantalla y entró en un mundo donde todo tipo de personas escribían sobre todo, y se perdió.

6 comentarios:

  1. Como ya te he comentado en "280 y punto" cuando te crees perdido... alguien te encuentra y te lee, y disfruta de tus emociones, sentimientos, escenas. No está mal, no?

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  2. Aborrezco la pantalla en blanco y el maldito cursor titilando impaciente. No es mi lugar natural para crear historias, y me siento un poco como el protagonista de tu cuento.
    Por ello, vetusto en mí, prefiero escribir en papel usando la vieja lapicera, para luego sí trasladar a la PC el resultado final de mis elucubraciones.
    Muy buen final el de "La pantalla".
    Saludos, Alfred.

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    1. Bueno, cada cual tiene su sistema, timpo ha usaba el tuyo ;)
      Muchas gracias!
      Un saludo.

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  3. ¡Gracias, gracias, gracias! Lo bonito de escribir y dar rienda suelta a los demonios que llevamos dentro, o los comprensivos ángeles que nos dejan hacer, es lo que te revierte luego, vía comentarios. Saber que has compartido algo. Una inquietud, un sueño, una certeza, una incógnita, en suma una visión del mundo que te revierte con otro angulo. Es fantástico, un abrazo Pilar y Juanito.

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  4. La pantalla, en su recuadro, como puerta con bisagras.
    Para atravesar y ver qué hay.Para abrirse. Para interaccionar.
    Sobre todo para compartir y aprender.
    Para cerrar a la noche y recogerse al abrigo de la intemperie, para no dejar que la virtualidad se confunda con la realidad.

    Me ha gustado mucho Alfred.
    Un abrazo.

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  5. Gracias Albada, sabes sacar lo mejor del relato. Un abrazo.

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