La
veo, admiro y deseo, reluce impresionando mis ojos con su belleza.
Es
tanta que quiero guardarla para mi, llevármela y tenerla conmigo.
Para poder verla
siempre que quiera.
Pero
fuera de su planta, de su tierra, se marchitara y lucirá poco tiempo.
Puedo
prolongar su estado lozano, poniéndola en un jarro de agua bien fresca, aunque morirá.
Más lentamente, pero morirá, ofreciéndome su belleza en sacrificio, añorando las abejas que la visitaban .
Si
la dejo en su sitio, el viento se llevara sus pétalos, desnudando su hermosura, y se secara al sol.
Si
la cubro para protegerlas, perderá los besos del rocío y el calor del sol, quedará triste y apagada.
Sin la compañía de sus
amigas, su belleza será en vano, se perderá.
Tengo
que dejarla donde está, en su naturaleza, para admiración de los paseantes, mientras esté entre
nosotros, ofreciendo su belleza, estará viva.
En este día de rosas y libros poco se recuerda que es la naturaleza quien nos proporciona las flores y la celulosa para el papel.
ResponderEliminarPero...no me digas que no es bien bonito ver a la gente portando rosa y libros.
Tu reflexión, acertada, me ha gustado mucho, mientras ofrece su belleza, está viva.
Un abrazo
Es grato pasear por la ciudad viendo sonrisas ante las rosas recibidas y caras de grata sorpresa por el acierto ante el libro deseado.
EliminarUn abrazo Albada.
Genial descripción de lo efímero de la belleza.
ResponderEliminarGracias por tu amable comentario, también que la necesitamos y compartiéndola la disfrutamos. Un saludo Pilar.
EliminarLa belleza ha sido creada para ser admirada, nunca para ser arrancada o poseída.
ResponderEliminarHermosa metáfora!
Abrazos alados.
Agradezco el hermoso aleteo, de las no menos bella mariposa. Un abrazo.
EliminarCuando realmente se quiere y admira, es cuando se sabe renunciar a ello. Por mucho que nos duela.
ResponderEliminarUn saludo Alfred
Cierto, el verdadero amor es la renuncia por la realización del otro, aunque sea sin nuestra participación. Un saludo Cormoran
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