REGRESO A PUERTO

 

Foto: Atardecer en Blanes

Una barca cargada con mil besos, regresa a puerto ligera como una pluma marina.

Era tarde, había que regresar antes de que el sol se pusiera.

 

El olor a mar impregnaba sus ropas, camuflando otros perfumes corporales que pudieran delatarlos.

  

Tendrían que parar a comprar algo para disimular la coartada de la salida a pescar.

 

Lo malo es que no sabían que las capturas de la tarde diferían de las matinales.

 

Estaba claro que la sección de congelados del super no era una opción viable, aunque para su menguado presupuesto fuera lo ideal.

 

Acabaron en la pescadería de la Mary, era tan cara que seguro no los conocía.

 

Arramblaron con unas lubinas frescas, fresquísimas, en palabras de la dependienta con boca pequeña, ojazos grandes y escote generoso.

 

Se presentaron en sus respectivas casas con los trofeos conquistados con el sudor de su frente y el buen hacer en las artes del mar. 

Curiosamente ambos recibieron el mismo trato familiar:

 

¿Cuánto os han costado estas piezas de piscifactoría?  

¿no veis esos ojos de merluzo en unas lubinas todas iguales de tamaño y peso?

 

Anda que la Mary seguro ya encontró un par de besugos despistados de turismo por el pueblo.

 

Colorados cómo tomates no supieron qué responder, pero la tarde en el mar ya no se la quitaba nadie.

 

Aunque les iba a costar que les volvieran a dejar la barca; habría que buscar otro lugar para sus fugaces encuentros.

 

El verano tiene cosas, que en otras estaciones no se dan.

 

 

Barcelona, 24 Agosto 2020