Caña de pescar (Imagen de Internet)
El Pescador
A veces pasa, por muy concentrado que estés, en una
actividad que has hecho cien mil veces, todas con la máxima corrección, pericia, dedicación, e incluso interés, algo falla y entonces, el día se tuerce, empiezas a perder más tiempo del previsto para algo rutinario, tu autoestima se hunde y ya nada quedará bien.
Un acto nimio se convierte en una complicación, pasajera e insustancial, pero que molesta, por ser un fallo propio, por falta
de atención. Por no estar lo suficientemente concentrado en lo que
teníamos entre manos, literalmente.
Entonces has de ingeniártelas, para arreglar el desaguisado cometido con la máxima
presteza, si puedes.
Así las cosas, miras de pasar desapercibido, mientras intentas solventarlo con la máxima discreción posible, no hay que
airear los fallos propios.
Con lo cual adoptas comportamientos esquivos, más propios de
un agente secreto, en plan Anacleto, que los de un sufrido páter familias.
Todo esto viene a cuento, porque en un acto tan banal, como
es el hecho de tender la colada, a nuestro héroe le voló un calcetín, un
planeo ligero y corto que le hizo detenerse en un tendedero de dos pisos
más abajo.
Todo por una falta de atención al poner la pinza, que si se
sujetó a la cuerda, pero sin retener nada, dado que hubo preferencia en mirar la ventana de un baño, entreabierta por eso del principio
de los calores, para ver si se estaba duchando la vecina jamona, muy dada
a mostrar sus carnes sin pudor, de lo cual ya se tenía referencia por la
observación pausada y detallada de su buena delantera. No fue el caso en
esta ocasión, pero el despiste, sí llevó al volar de la prenda patio abajo.
Bueno, no tendría importancia si se tratara solamente de bajar y solicitar a los vecinos si son tan amables de recuperar el
calcetín caído. Pero no, no contesta nadie y además no tiene pinta de que
por allí pasase nadie a menudo.
Así que hay que optar por otra alternativa o perder la prenda, qué total tampoco hay para tanto, pero es uno de esos
gordotes, deportivos, de marca y de uno de los hijos, seguro que lo echa
a faltar, uno de los preferidos para llevar en la cita molona.
-
¡Hola Papá!
-
¡Hola Hijo!
-
¿Qué haces en la galería, con una caña de pescar?
- Pues lo que
se hace con una caña de pescar. ¡Pescar!.
-
¡Ya! ¿Y se pesca mucho en el patio?
-
No me
distraigas.
-
Con un poco de suerte, un calcetín
Nike.
-
Ya veo.
¡Clara! ¡Luis! ¡Papá está pescando en el patio!
¡Venid! ¡Venid rápido!
A los gritos, antes de apuntarse los citados, absortos en sus
pantallitas, se empiezan a abrir las ventanas colindantes, de las señoras
vecinas en edad de no ver bien las pantallitas y ser más bien de distraerse de
forma tradicional.
Unas chicas del piso de arriba, ocupado por estudiantes, se
entretienen en cruzarse apuestas de sí se va o no conseguir la pesca del
calcetín mojado.
Cotiza más el que se caerá tras solo conseguir moverlo de sitio;
que el alzarlo hasta rescatarlo. ¡Juventud con poca esperanza!
El anzuelo se balancea, mientras va a la caza y captura de su
presa, hábilmente guiado por un pescador convencido de sus posibilidades, por
escasas que puedan parecer.
Sortea hábilmente el tendedero intermedio, tras un tira y afloja
con unos sostenes negros de la vampiresa del piso inferior, a la que solo
suelen ver por las noches, si salen a cenar fuera.
Superado ese trance, guiado por la plomada que mantiene el hilo
tenso, se inicia un hábil movimiento de acercamiento por debajo, subiendo lentamente
en anzuelo, sin mosca, para enganchar el calcetín, en ese momento nadie respira
en el patio.
Una vez cogido, se renuevan las apuestas, esta vez ya entre
distintas ventanas. Mientras abandona la seguridad de la cuerda.
Cara tensa, manos firmes, concentración en la mirada, lentitud en
los movimientos, recogiendo el hilo, dando vueltas con suma cautela a la
manivela del carrete, a cada vuelta el calcetín asciende un poco, dando cómo
una sacudida de ascensor antiguo.
El ascenso se prolonga en el tiempo y el interés se mantiene, hay
espectáculos, que por lo diverso, atrapan.
Al fin llega a manos del ayudante, que en vez de salabre usa las
manos para apropiarse de la pieza, con el aplauso de la concurrencia, a la que
muestra la prenda como una oreja obtenida en el ruedo.
Resuenan los aplausos por el patio interior, mientras un aroma de
cocinas revueltas inunda el espacio. Llega la hora de comer y todos se retiran
prestos a la llamada más importante del día.
Sarrià, 12 abril 2017.
Jajajajajaja. Es imaginarme la escena y partirme de risa...
ResponderEliminarEso sí, una buena delantera bien merece un calcetín gordito, como mínimo ;)
Genial, Alfred. Me has hecho pasar un rato muy bueno y me voy con la sonrisa puesta.
Besines
Me legro por ello. Una buena delantera mete muchos goles.
EliminarNo te quites la sonrisa :)
Besines.
Jajajajaja ;)
EliminarAquí sigue conmigo la sonrisa :)
+Besines.
Bien hecho!
EliminarBesines plus.
Y eso sin cebo, que si le llegas a poner una lombriz...
ResponderEliminarUn abrazo.
Ni te digo...con lombriz...una buena trucha...seguro! :)
EliminarUn abrazo.
Parece una " doble pesca" : el calcetin y los trozos de " carnes de dejara ver la susodicha jamona".
ResponderEliminarJajajaja.
Besos. Buena Semana Santa.
Claro que sí! Jajaja!
EliminarBesos. Feliz Semana Santa.
La verdad es que me has hecho reír con las peripecias del personaje.
ResponderEliminarMe alegra oír eso :)
EliminarMuuuy cómico, que fue muy fácil imaginar la escena, te quedó muy especial, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias. :)
EliminarUn abrazo.
Toda una película en el patio interior!
ResponderEliminarBesos.
Más bien un sainete :)
EliminarBesos.
Me has tenido intrigada y enganchada hasta llegar al final de tu maravilloso escrito. Yo sola también apostaba, pero estaba segura de que recuperaba el calcetín.
ResponderEliminarTambién mi hijo es muy hábil cuando se me cae alguna prenda al patio. Como vivo en un bajo, siempre me la recupera con la manivela del toldo.
Me ha divertido mucho tu relato.
Espero que estés pasando una buena Semana Santa.
Un fuerte abrazo.
Calcetín recuperado, misión conseguida :)
EliminarMe alegra te lo hayas pasado bien.
Feliz Semana Santa.
Un fuerte abrazo.
Hola Alfred!
ResponderEliminarSi fuera maestro de una escuela, este escrito lo pondría como ejemplo de como escribir, para que la gente te lea. Felicidades.
Hola Enric!
EliminarMuchísimas gracias, eres muy generoso en tus elogios. :)
Muy buen escrito la verdad jejee
ResponderEliminarsaludos
Muchas gracias Kristalle.
EliminarSaludos.
Has pescado una historia entrañable.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Xavi!
EliminarSaludos.
Divertido y genial relato, me he reído a carcajadas.
ResponderEliminar¡Gracias Alfred!
Un abrazo.
Gracias a tí! Me alegra mucho,te gustara.
EliminarUn abrazo.
Hola Alfred , me a gustado mucho ya que me he reído un rato , eres muy bueno escribiendo historias tan divertidas como esta , te deseo un feliz domingo .
ResponderEliminarBesos de flor .
Gracias Flor, me gusta pasarlo bien contando cosas y hacerlo llegar. Feliz semana.
EliminarBesos.
no todos los héroes llevan capa :)
ResponderEliminarHasta en las vidas más pequeñas queda sitio para una primera plana. Pensaba que en un acto de crueldad no le dejarías lograrlo, pero me alegra que no lo hayas hecho :)
No! Claro que no! Los domésticos llevan caña! :)
EliminarPobrecillo, había que darle la satisfacción del logro.
Jajaja Alfred, mis aplausos por estas risas que has despertado con tu pescador. Ay qué ver lo qué se tiene que hacer "por no estar por lo que se tiene que estar".
ResponderEliminarUn beso
Ya ves Conxita, por un despiste la que se lía. :)
EliminarUn beso.
Si tambien es de marca, me imagino que cualquier cosa, por impensable que parezca. :)
ResponderEliminarMuchos saludos.
¡Jajaja! Qué bueno. Ahí he estado yo en tensión mientras leía no fuera a despistar al pescador. Al final me he podido reír a gusto como toda la concurrencia. ¡Merecido aplauso!
ResponderEliminarHola María Pilar! Bien por no asustarlo, la operación calcetín ha podido acabar triunfalmente. :)
EliminarMuchas gracias!
Eso le pasa por curioso, si mirara para la pinza no pasaba esto.
ResponderEliminarUna vez dicho esto, yo también usé algo parecido para pescar en un patio de luces, pero en mi caso eran las pinzas de la ropa, y lo que hacía era poner un imán atado a un cordel para imantar la parte metálica de la pinza y así rescatarla. Cada uno pesca como puede jjj.
Besos Alfred.
Puri
Hola Puri! Bueno hay diversas maneras de salir de un apuro, en el que siempre se cae por un despiste, por la falta de atención debida a lo que nos llevamos entre manos ;)
EliminarBesos.
buenos días amigo ...te deseo un feliz dia y que pesques mucho …
ResponderEliminarBESOS
Buenos días amiga, también espero sea feliz para ti ;)
EliminarBesos.
Me has hecho recordar mi infancia, cuando vivíamos en el Ensanche. Pescábamos las pinzas caídas con un imán y las prendas de ropa con una especie de artilugio de plomo erizado de ganchos en su base. Constituía una de nuestras distracciones habituales. Eso sí, no teníamos caña de pescar, sólo el sedal que amarraba los mencionados objetos.
ResponderEliminarMe has hecho, reír, mantenerme en vilo y recordar mi lejana infancia. ¡Muchas gracias!
Bueno, imagino que en todas las familias pasan cosas parecidas, ente pequeñas incidencias hay que echar mano de la imaginación usando lo que se tenga disponible. En mi caso una caña de pescar truchas. ;)
EliminarGracias a ti por la visita y el comentario.