MATE
Recientemente
unos buenos amigos han estado de viaje por el cono sur, Patagonia y Cabo de
hornos y todo eso.
Es un lugar que
nos cae como muy lejos, pero que goza de todo nuestro reconocimiento y aprecio por
sus gentes y paisajes.
Conociendo mi
afición por todo tipo de bebidas e infusiones, incluidas algunas sin componente etílico, tuvieron claro el "souvenir" adecuado para mi.
Me trajeron
como recuerdo de viaje, un lote para preparar la bebida nacional de dichos
lugares, que es el mate.
Hasta hace
poco, para mí el mate, se refería a una jugada de ajedrez, o bien otra de
baloncesto, en la modalidad de exhibición, más que nada.
Luego, a medida
que han ido viniendo oleadas de emigrantes sudamericanos, he ido comprendiendo
que también es una bebida para mantenerse en forma y que toman a todas horas,
incluso por la calle.
Van paseando o sentados en el transporte
público y se rellenan con un termo con agua caliente, la calabaza donde se
preparan la infusión.
Que de eso se
trata, un bol donde se deposita una paja especial, con todos los poderes del
mundo, es bueno para el colesterol, para los tumores y para los humores, en
ella se vierte agua caliente, se espera y se toma con una boquilla especial,
para que no pasen los trocitos de hoja.
Como quiera que
en un divertimento de esos que corren por las redes sociales, acabe siendo
considerado un aprendiz de Cortázar, me dispuse a probar dicho brebaje y ver
sus efectos en mi escritura.
Deposite con
mucho cariño la cantidad recomendada de hierba, la saltee para que se ahuecara,
y escancié con mucha delicadeza el agua previamente calentada, en el interior de
la calabaza bellamente ornamentada.
De entrada tuvo
un efecto de desconcierto en mi paladar, poco acostumbrado a una tisana tan
fuerte.
Le añadí más
agua, pero el resultado no varió en un milímetro del inicio, opté por añadirle azúcar,
esperando que nadie me viera o sospechara tamaño sacrilegio, pero el resultado siguió
sin alterarse.
Encima no me
salía ningún cronopio, que me adentrara en el noble arte de hacerse un mate y
disfrutarlo largamente durante una tarde de invierno.
Con lo cual mi
inspiración sigue su curso de brillante agudeza ya conocida y la valoración de
mis escritos sigue una monocorde línea plana, para goce de conocidos,
insufribles al desaliento.
He intentado
recurrir a mi memoria musical, a ver si trayendo las viejas canciones de Atahualpa
Yupanqui, le encontraba gusto a la cosa, pero nada.
Como creo que
tantos millones de personas no pueden tener el gusto equivocado, he pensado en
darle otra oportunidad, a mi paladar, de conocer tan grato brebaje, un día de
estos.
De momento observo con detenimiento la calabaza, con su borde plateado, que me sugieren una infinidad de mundos posibles, esos que se encuentran en ella, más los que me imagino.
Tengo la necesidad de manifestar mi descubrimiento, justo cuando su amargo contenido, frío de calor humano y sin agua caliente reponedora, me evita inspiraciones que fecunden, adentrándome en un laberinto.
De momento observo con detenimiento la calabaza, con su borde plateado, que me sugieren una infinidad de mundos posibles, esos que se encuentran en ella, más los que me imagino.
Tengo la necesidad de manifestar mi descubrimiento, justo cuando su amargo contenido, frío de calor humano y sin agua caliente reponedora, me evita inspiraciones que fecunden, adentrándome en un laberinto.
Y yo creyendo que la Patagonia te quedaba lejos...ya veo que pareces realmente bonaerense amigo, y te cae cerquita, relativamente el Cono Sur y la tierra fueguina...
ResponderEliminarTe aviso que el mate no me gusta en absoluto, por si pensabas invitarme alguna vez, pero que me gustó el post. Un abrazo:-)
Tiene que ser una pasada, estar por ahí. Hay que cogerle el tranquillo, pero no deja de ser una infusión vegetal, no es la marmita de un druida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Alfred, la descripción está muy lograda, las sensaciones que narras son muy plásticas,ahora toca saber a que sabe realmente esa " infusión" ¿ tengo curiosidad ? yo conocía su existencia pero nunca tuve el placer de saborearla. Una cosa es cierta, el soporte o receptáculo en el que se sirve es muy bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puri
Bueno, esta claro que tengo que aprender, hay que saber conjugar la cantidad de yerba y la temperatura del agua.
EliminarUn abrazo.
desde uruguay, montevideo, tomando mate te saludo
ResponderEliminarva de a poco. ya gustara
a los uruguayos nos reconocen por el termo y el mate...
estando en alea un argentino nos saludo efusivamente: ey! uruguayos!!!no lo podiamos creer
saludos buen domingo
Gracias! Ya veo que es una cosa que entra poco a poco, iremos probando.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Es curioso ver como las cosas "adictivas" al principio no gustan. ¿Quien no recuerda el primer cigarrillo, la primera cerveza o el primer licor? Alfred, vete con cuidado, te veo con un mate por la calle ;-)
ResponderEliminarIré con cuidado, lo de poner un poco de licor, no lo había pensado, lo probaré. Gracias! :D
EliminarLa verdad es que cuando ves la foto, tiene muy buen aspecto. En fin, cuestión de gustos, pero es curioso descubrir las preferencias de otras culturas.
ResponderEliminarCierto cada cultura tiene sus preferencias y es bueno conocerlas y respetarlas.
EliminarUn saludo cordial.
Soy ítalo-porteña y mis incursiones en la cuestión "matera" no fueron fructíferas. Directamente no me gusta y lo he tomado para no desentonar ni despreciar en alguna reunión donde el mate pasaba de mano en mano. En Buenos Aires, donde vivo, además de tomarlo a solas, es un acto comunitario para humedecer las charlas.
ResponderEliminarSi te resultó fuerte, quizás debas ponerle menos yerba y si lo tomás a solas una pizquita de azúcar no te convierte en un hereje.
Un cordial saludo.
Gracias por la visita, por el comentario y por el consejo. Lo intentaré en la soledad de la intimidad, lo del azúcar claro!
EliminarSaludos cordiales.