Un apartamento con vistas

                                         Foto Lenka21




En un pueblo costero, con casas a tocar de la playa,  de empinadas callejuelas blancas, buscando la luna, en su ascenso retorcido hacia una vieja capilla en lo alto del cerro.

Una vieja casa restaurada, de las que en tiempos fuera de pescadores, acoge a una pandilla de jóvenes ociosos, de fin de semana.

Un amplio ventanal nos muestra el mar, el día hace poco que se ha instalado y el agua todavía está en una calma perezosa, antes de espumear tras su descanso nocturno.

En el interior del apartamento veraniego, se encuentra un grupo de amigos. Apurando los restos de una noche loca, de asueto y diversión,  pasada por algo de alcohol y juego de naipes.

Los colores amortiguados con la luz del alba, recuperan su esplendor a medida que el astro rey impone su dominio.

El olor en la estancia, hace rato que ha superado con creces, los límites aceptables, para un olfato digamos normal.

Es ocre áspero, gracias al tabaco consumido  y el humo de la chimenea, impregnando nuestras ropas e impactando en  nuestras narices.

La música de un gramófono portátil suena a un nivel de decibelios superior a lo que los posibles vecinos podrían soportar,  pero no es algo que preocupe, al no estar en plena temporada veraniega.

Así que la estridencia rockera suena a gusto de lo que sus principios exigen, a pleno volumen.

Los restos de la cena, el resopón y el desayuno primerizo, se amontonan en la mesa auxiliar, dada que la principal está ocupada por las cartas, los ceniceros desbordados y vasos conteniendo brebajes varios.

La concentración es máxima, pues el desenlace está cercano, quedan poquísimas rondas y el honor del vencedor está en juego.

En un sillón, ajeno a la partida, un ávido lector da cuenta de un libro, del cual extrae párrafos, citándolos en voz alta, para ser atendido por los jugadores, esperando en vano su comentario, ensalzando la grandeza de la obra literaria.

Los cuales con muy buen tino, optan por dedicarle palabras afectuosas y sentidas, para que se calle de una vez, y deje que la partida concluya felizmente.

Pero insiste en su tozudez de inculcar algo de luz en sus abotagadas cabezas, según él demasiado pendientes de las ofertas mundanas.

Las carcajadas responden a sus  declamaciones de los párrafos más contundentes, dignos de mejor suerte.

Cerrando el libro con la insatisfacción propia que se tiene, cuando algo tremendamente  sugerente se acaba.

En ese momento, ya con el día puesto de largo, se oyen voces hablando atropelladamente  y ruidos propios del despertar de habitantes femeninos.

La reacción del anfitrión es sorprendentemente veloz: Hemos de espabilar, las chicas aparecerán en cualquier momento y mi hermana tiene malas pulgas. No nos dejará salir hasta que esté todo recogido.- Dice de manera atropellada.

Horror, como se puede pedir a un poeta, unos tahúres, unos revolucionarios de manual, tamaña ignominia.

Desaparecemos todos precipitadamente, camino de las habitaciones, a dormir lo que queda del día.

En esto suenan unos golpes secos en la puerta, las chicas acuden a la puerta, preguntando. ¿Quién es?

Una voz grave, rotunda, acostumbrada a imponerse en cualquier circunstancia, responde: Guardia Civil, ¡Abran, por favor!

No ha lugar resistirse, ellas temblorosas abren con presteza, contemplando dos hombres de verde cubiertos con un capote que les salvaguarda del relente matinal frente al mar.

Serios, circunspectos, con sus naranjeros al hombro, les ruegan a nuestras compañeras de piso, que se sirvan bajar el volumen de la música.
Temblorosas, apesadumbradas, sin explicar que nada de eso va con ellas, obedecen rápidamente, excusándose repetidas veces.

Nosotros, a punto de saltar por las ventanas traseras, ventajas de una planta baja, contenemos nuestros ímpetus y nuestros conatos de risa, al constatar que el peligro ha pasado.

Unas hojas, caídas de una revolución pendiente, se consumen en el fuego de la chimenea,

Todo está controlado, el país está en paz.




4 comentarios:

  1. Me gusta Alfred. Como bailarines en la noche de la juventud, cara al mar.

    Un abrazo

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    1. Contemplando ese mar inmenso que se pretende navegar más allá del horizonte.
      Un abrazo.

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  2. Está muy bien escrito. Felicidades.
    Me ha gustado.

    Un abrazo.

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