CEREZAS




                                                           Imagen obtenida de Google




En una cena con amigos, se desarrollan conversaciones de lo más variopinto, desde interesarse por las familias respectivas, loar las acciones de los vástagos, actualizar la devastación fruto de la crisis, darle vara por ello al político de turno, meterse con la actuación económica gubernamental o especular sobre donde esconden el dinero los banqueros con chistera y puro.
Todo entrecruzado y amenizado por un toque de humor satírico, o sarcástico, ante nuestra estimable clase dirigente.
Indudablemente, las muestras del más común de los sentidos se imponen en nuestros juicios de valor, tanto desde el punto de vista empresarial, como legal o simplemente ciudadano.
No todas las cenas son iguales, y los comensales los mismos, ni los protagonistas coinciden en su ideología, formación académica, o estatus social.
Pero sí en sinceridad a la hora de exponer sus juicios de valor sobre los diversos temas planteados, con algún toque de provocación, dispensado como acicate para elevar el tono de la discusión.
Tanto da el tema mostrado, ponemos pasión en la defensa del propio criterio, de nuestro equipo o deportista más celebrado, o poniendo nuestras filias y fobias en los periodistas con los que desayunamos.
Intercambiamos sensaciones ante el último libro leído, película vista, concierto escuchado y sí, también  televisión soportada.
Pero lo mejor, es la sensación que queda, tras el corro de despedida y promesas de nuevos encuentros, con la menor demora posible.
Tras todo ello,  un plato de excelentes cerezas autóctonas, puede sintetizar el sabor que nos queda en la boca, como colofón  de un buen resumen, a una pequeña crónica ciudadana.
Tras todo ello,  un plato de excelentes cerezas autóctonas, puede sintetizar el sabor que nos queda en la boca, como colofón  de un buen resumen, a una pequeña crónica ciudadana.


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