Por eso considero normal dedicarse profesionalmente, tras hacer unos cursos previos para obtener una licencia profesional, qué técnicamente no necesitaba.
Cuando le dijeron que los mejores estaban en Japón, se lo tomó a broma, pero una vez confirmada dicha aseveración, se dirigió para allí.
Sus clientas eran tiernas y agradecidas, y le dejaban hacer con total parsimonia, no se estresaban por nada, al principio le pareció raro utilizar sake para los masajes, pero los orientales son muy suyos y había que utilizar su sistema.
Como lo de darles un buen trago de cerveza, entre masaje y masaje, después de sus paseos degustando algo de hierba fresca.
Con tantas sesiones, se encariñaba con ellas, y a la hora de despedirse, aunque solo hubieran intimado unos meses, le salía una lágrima por ellas.
Al final, tuvo que dejarlo, su sensibilidad estaba más acorde con las centroeuropeas veraneantes en la costa nacional, aunque más protestonas, no temía por su futuro, al menos le importaba poco.
Siempre dicen que mezclar lo laboral con lo profesional no es buena cosa, pero quien puede negarse?
ResponderEliminarUn abrazo Alfred
Un exceso de sentimentalismo en lo laboral, es poco profesional, pero más humano.
ResponderEliminarUn abrazo Cormorán.
Curioso relato Alfred, me has hecho pensar en tantos trabajos que carecen de implicación y dedicación, tal vez un poco de sentimiento no vendría mal.
ResponderEliminarTodos los trabajos tienen una vertiente positiva. Saludos Pilar.
Eliminarhace años conocí a un oriental que sanaba dolencias con acupuntura. Era muy bueno en lo suyo y especialmente era sensacional el aroma de las "cosas" que quemaba y nos dejaba oler. No querías salirte nunca de su consultorio...no era sake, pero creeme que olía fantástico
ResponderEliminarbeso
Hola Laura, agradezco tu visita, ciertamente es una cultura totalmente diferente a la nuestra. Pero tienen cosas que aparentan ser fantásticas. Un beso.
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