Hoy nos ha caído una de esas tormentas de aúpa, las típicas veraniegas, esas que se anuncian con una mañana nubosa, tapando el sol, pero que les cuesta ennegrecer a lo largo del día y mientras solo conseguimos tener una de esas jornadas bochornosas, en las que da igual las veces que te refresques, para cuando le da por descargar a esa tormenta, estás soñando con esa lluvia, que encima te obsequia con una carga pedregosa, que hace resonar todo lo que toca en su caída.
Es de pensar, que alguien por ahí arriba, se le ocurrió abrir las compuertas, pinchar las nubes todas a la vez, y en menos de una hora, nos han caído los sobrantes difíciles de asimilar.
Las calles parecen ríos alocados, en busca de un destino desconocido. Al son de una música recia, fruto de una cohorte de rayos y truenos. Mientras el fresco se hace dueño de la tarde y me recuerda esas tardes de septiembre, al final del verano, en que ya asomaban, de forma fehaciente, las próximasobligacionesescolares en el horizonte.
Todo lo cual, solo nos indica, que eso de que el tiempo está loco, puede ser cierto para algunos, pero también de que el tiempo está cambiando e igual lo del cambio climático es una realidad ya bien cierta, o quizás la naturaleza juega con nosotros.
Hoy ya nos llueve, con esa calma y parsimonia habitual de una geografía, digamos civilizada, asequible y asumible, incluso por la propia sufrida clase humana.