LA LIBRERÍA XXX




 Foto de A.C.P.


 Pink Floyd  

Shine On You Crazy Diamond

 

 

La Librería XXX 

Ofelia, tras ver como su intento de acercamiento al pobre veterano lector, en aras de contentar su curiosidad, sobre el libro en cuestión, se alejaba a un paso más vivo del que su aspecto pronosticaba, se encogió de hombros e inicio el olvido del tema. 

El señor del libro, cruzó la calle y se alejó, tomando el mismo camino que posteriormente siguió Ofelia, aunque ella se limitó a verlo sin intención de seguirle. Al poco lo perdió de vista. El parque se quedó vació de humanos, los pájaros lo agradecieron, tomando posesión de los respaldos de los bancos, se ve que eran más cómodos que las ramas de los árboles. 

Con el desconcierto puesto, Ofelia abandonó el parque, siguió con su paseo, pensando en que aquel señor mayor o era maleducado o se había tomado a mal su interés por el libro, vete a saber. 

En esto paso por enfrente de una librería, miró el escaparate, siempre le habían gustado las librerías y sus escaparates, con las novedades, los best sellers, prestos para ser comprados o regalados, casi nunca leídos, pobrecillos, lo comercial siempre es denostado en el mundo de la cultura. 

En el fondo miraba buscando alguna novedad con una portada verde, muy verde, un verde lorquiano, que lo inundase todo. Pero no vio ningún libro con esa presencia, estuvo tentada de entrar a preguntar, ya había comprado muchas veces, era lectora consumada, pero como le explicaba a Mario que estaba buscando un libro, del que solo sabía que tenía una portada verde y que se suponía sería una novela, pues provocaba carcajadas serias, cosa que no haría un manual de jurisprudencia.  

Al final pensó que no estaría mal dar un vistazo, le encantaban los libros y el librero, Mario, que ya la conocía, podría buscarle un libro para Don Pedro, con motivo de su onomástica, no sería un mal regalo y agradecer así el detalle de la botella, y así si un señor mayor se reía, pues otro también podría hacerlo. Total, por probar, no perdía nada. 

Entro decidida, acababa de abrir, aun no estaban las luces encendidas, ni el aire acondicionado, hacia calor en la tienda, el sol de primera hora de la tarde le daba de pleno. 

Cuando oyó la campanilla, Mario, que estaba ante el cuadro de luces, conectando los interruptores, se giró a ver quién era, al ver a Ofelia, se dirigió hacia ella con la sonrisa puesta, era una clienta, de las que normalmente ya sabía lo que quería, más de una vez le había hecho encargos, nunca se quejaba por los plazos, lo único que quería es que no tuviese que perder el tiempo, con tal de que le avisase correctamente. La verdad es, que era una mujer con la que se entendía perfectamente. 

  • ¡Buenas tardes! 

  • ¡Hola Mario! 

  • ¿Qué se le ofrece? 

  • Pues veras... (Estaba claro que esta vez, no tenía claro lo qué quería). 

  • Mario, (puso esa cara de buen comerciante, que sabe que le acaba de caer un hueso). 

  • Dígame, Sofia.

  • ¡No, Ofelia y tratame de tú, por favor!

  • Muy bien, perdona Ofelia. ¿Dime? 

  • Es que la verdad es, que no sé lo que busco, se trata de un libro, seguramente una novela, lo único que puedo decir, es que tiene las tapas, o cubiertas verdes oscuro, con una foto de una casa en la portada, pero la verdad, no estoy muy segura.  

  • ¡Vaya! Pues no me lo está poniendo fácil. 

  • ¿No sabe de qué va, ni el autor, ni editorial... 

  • La verdad es que no. Nada de nada. 

  • Sinceramente, vi a un señor mayor, riendo como un crío, mientras la leía y pensé que sería una buena obra para hacer un regalo. 

  • ¡Ya! No te digo que no, pero la verdad, es que no se me ocurre por dónde empezar. No tengo presente ninguna novedad, con ese tipo de presentación. 

  • Entiendo, tengo una información muy vaga, no pude ver nada más. 

  • Es que hay tantas novedades, tantas editoriales, con tantas colecciones, tantos autores, mira todo lo que hay, en esa mesa son las novedades de esta semana, es una locura... 

  • ¡Ya veo! Ha sido una tontería por mi parte, pretender encontrar una obra, sabiendo solo que es un libro verde. 

  • ¡Libro verde! Exclamó Mario exaltado.  

  • Parece que se te haya encendido una luz. 

  • ¡Sí! Pero no sé de qué, ni donde lo he visto, simplemente me suena lo del “Libro Verde”, pero como un reclamo. 

  • Bueno, ya es algo. 

  • Sí, intentaré averiguarlo. Como tengo su correo, si lo averiguo, le digo algo. ¿Lo quiere, o simplemente es saber qué es? 

  • No, después de tantas molestias, se lo puede averiguar, me lo pide, faltaría más. 

  • Pues no se hable más, miraré en el ordenador, si tengo alguna anotación, o quizás una simple búsqueda anterior, vaya a saber. 

  • ¡Eres un cielo Mario! 

  • No te preocupes, miraré de averiguar algo, dame un poco de tiempo. 

  • ¡Vale, gracias! 

  • ¡Adiós, Ofelia! 

  • ¡Ciao! 

Salió tan tranquila, a pesar de haber cargado el muerto a otro, pero Mario era un profesional y sabría moverse en el laberíntico mundo de los libros y sus ediciones. 

Se encamino hacia su casa, dando el paseo por concluido, por el camino se le ocurrió pensar, que también se lo habría podido preguntar a Arturo, era capaz de encontrar cualquier cosa. Bueno, era otra posibilidad.


(Continuará) 




Terrassa, 2 julio 2024