No sé por qué me dieron un arma, tampoco sé para qué, ni siquiera por que se empeñaron en que fuera tan importante el hecho de saber usarla.
Mi vida estaba tranquila sin ella, lo más aproximado a un fusil que tuve entre manos, dejando aparte las de juguete, fue en las casetas de las ferias, en esos tiros con escopetas a unas bolas que parecían pegadas a sus soportes, con la mira expresamente desviada, para así tener que dar pocos premios ante la inoperancia de los incautos.
Pero ésta era de verdad, con munición que mata, nada de balas de fogueo, con la que tirando simplemente a bulto ya puedes hacer daño, mucho daño, matar incluso.
No me sentía a gusto llevando tal tipo de artilugio, que nos había hecho unos avanzados en la carrera de la evolución humana.
Ya se sabe que, con los mejores cachivaches de esos, más convincente se es en la imposición y expansión de las ideas, previamente memorizadas, en las colonizadas huestes a las que hay que ilustrar.
La verdad es en que todo ello no pensaba mucho y sí en que era un trasto muy pesado y en que no tenía ningunas ganas de convencer a nadie de nada en concreto, ni siquiera en que se aprendieran mi nombre.
Ya no os cuento el hecho de tener que saber desmontar y montar con rapidez y precisión el instrumento en cuestión por cuestiones de higiene del mismo.
Tenía que tener memorizado su número de identificación, para tenerlo siempre controlado y no equivocarme cogiendo otro exactamente igual, pero de otro propietario eventual. La posesión era por un tiempo determinado.
Como no le veía ningún encanto especial, nunca supe ni me importó sí siempre había tenido el mismo o no, puesto que tampoco era el único que no se preocupó por aprenderse la cifra de marras.
Encontraba a todos los artilugios con el mismo frío aspecto, a pesar del tacto más aceptable de la madera mil veces asida de su culata.
Así que cuando, por una rotura la mar de oportuna de su cinta de transporte, tuve que salir del pelotón de adiestramiento y abandonar la formación, lo hice siguiendo mis más que espléndidos criterios de comodidad que no eran evidentemente los del reglamento.
Camino de la armería, a casi nadie le extrañó dada la fama que ya tenía adjudicada, que fuera con el arma reglamentaria arrastrada cual perro fiel que se suponía que era.
Bueno hay que decir que ya era conocido mi desapego por el instrumento en sí y el tipo de promoción que podía llevar adjudicado.
Incluso un superior tuvo a bien preguntarme si no pensaba hacer carrera en aquella honorable institución, cuando vio mi interés por las dianas vecinas y no por la propia.
Incluso un superior tuvo a bien preguntarme si no pensaba hacer carrera en aquella honorable institución, cuando vio mi interés por las dianas vecinas y no por la propia.
Lógicamente mi evolución en el estamento militar se quedó al mismo nivel al salir que al entrar.
Lo curioso es que algunos años más tarde y por pura diversión, junto con un amigo nos dio por comprar una carabina, para el noble arte de mostrar la puntería propia como mejor que la ajena e, incluso valorarlo con un sistema de puntuación que me sería imposible tratar de explicar.
Pero todo eso formaría parte de otra historia.
Barcelona, 24 Febrero 2020
Con los cetmes que teníamos en la mili no se hacía mucho mejor puntería que con las escopetas de feria. La "ventaja" (entre comillas, claro) de aquellos es que, controlando las desviaciones de disparos anteriores, podías llegar a acercarte (más o menos) al centro de la diana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Teníamos problemas para darle a la diana, pero se podía acertar, sobre todo a las vecinas. Por supuesto en modo tiro a tiro. :)
EliminarUn abrazo.
Hice la "mili" en Madrid en la Academia de Farmacia Militar,y como no era posible desfilar con una aspirina, solo tuve trato con las armas durante un corto periodo de instrucción que hice en el mismo Madrid, en el antiguo Hospital Princesa.
ResponderEliminarNos llevaron a un campo de tiro cercano a la capital, nos dieron las armas y 6 balas para el preceptivo ejercicio con las armas.
Cuando iba a disparar la primera, un soldado manchego y cazador, que conocía; me dice.
.-"Valdepeñas", me dejar tirar algunos tiros de los tuyos.
.- Te dejo los seis, le contesté.
Burlando al cabo que nos observaba, disparó los seis tiros en mi diana y después, sigilosamente se fue a la suya, donde hizo sus disparos reglamentarios.
En mi cartilla militar, además del consabido "valor se le supone", en una de las hojas decía, que el titular, o sea yo, era "tirador de primera".
Un abrazo.
¡Que Bueno! Yo también estuve destinado a la Unidad de tropas de Farmacia, pero en Palma de Mallorca.
EliminarEn el CIR practicábamos con el cetme y en la unidad tenía asignado un Mauser que no usé nunca, como tampoco un pistolón que me correspondía por ser enlace militar. ;)
Un abrazo.
Querido Alfred. Un placer recibir tu cariño .perdona no pude venir antes ,ya me siento bien y mas tranquila al ver a mi hermano que ya tiene humor de escribir .el director le pidió que escribiera algo al Diario y ayer me mando copia ,me gustó y ya vi a mi hermano mas tranquilo después del fallecimiento de su hijo.bueno amigo mio con todo mi cariño besos
ResponderEliminarEl placer es mío por tu visita. La vida continúa para los que seguimos, aunque nos falten los seres queridos. Me alegro por él y por ti. Besos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerdón por la eliminación. Estaba mal explicado.
EliminarA mi me tocó hacer la mili, en el Sahara. Rodeado de arena por un lado, el atlántico por el otro, un calor de la leche y un montoooón de imbéciles con galones. No maté nada, no por falta de ganas, sino por prudencia y por poder salir de allí, cosa que hice a los 14 meses. En ese tiempo, no salí del campamento (BIR) más que cuatro veces y entiendo que dos no cuentan porque forman parte del p*** servicio Una para conocer la ciudad más próxima (28 km), otra para ser trasladado a un hospital en Canarias, otra para volver con 30 dias de permiso, y la cuarta para largarme licenciado, después de hacer una peineta al cuerpo de guardia a 30 m. de la salida, que me dejó el brazo destrozado.
ResponderEliminarDe lo del hospital (un camión me golpeó la espalda) aún me resiento. En este contexto, tirar tiros de vez en cuando incluso era divertido. Me maravillo de no haber matado a nadie, ni con tiros, ni con veneno, ni a insultos. La volvería a hacer (con tal de tener de nuevo 21 años...lo que haga falta)
Ya podías haber escogido un lugar mejor, lo digo por el clima. ¡Claro!
EliminarLa verdad es que lo tuve más fácil que tú, hice varias escapadas a Barcelona por el morro, e incluso en una, regresando me tope con un comandante superior mío, ante lo cual los dos nos dimos media vuelta y sin decir nada quedó muy claro que no nos habíamos visto ;)
Lamento lo de la espalda, hay lesiones que perduran en el tiempo. Lo sé por mi pareja.
Pegar tiros es una actividad como otra cualquiera, pero en aquel contexto, con aquel ejército y en aquellos momentos históricos, no estaba para eso.
Los tiempos no regresan jamás.
Qué tiempos...
ResponderEliminarRecuerdo una fila esperando para lanzar las granadas, y un silbido a un centímetro de mi oreja porque un recluta la había lanzado mal...
Es para no parar de explicar cosas...
Saludos.
Lo de tirar granadas desde un parapeto y ver la cara de susto del teniente y gente asomándose para ver mejor, daría para otro post.
EliminarA medida que me hago mayor recuerdo cosas de las que no tenía ni idea y ahora ya ves.
Saludos.
Yo no tuve que hacer la mili, afortunadamente. Las mujeres hacíamos el Servicio Social, pero tampoco lo hice porque lo eliminaron antes de que me pusiera con ello. Ver un arma me resulta desgradable, y no digamos nada manejarlo. Creo que nunca he tenido nada de eso en mis manos
ResponderEliminarUn abrazo, Alfred
Lo de hacer algo en bien de la sociedad no me parece mal, mis hijos y sobrinos ya no han hecho nada de eso y creo que se pierde perspectiva de en que país vivimos. Lo que pasa que en aquellos tiempos, en la dictadura, con un ejército corrupto y otras cosas, era cómo que no.
EliminarUn abrazo Rita.
Fui a la mili voluntario -dos años- con 18 años hasta los 20, lo del voluntario no era porque me gustara el ejercito, que no, era porque pensé que mientras hacia la mili podía trabajar y acumular antigüedad en mi empresa, por aquella época se llamaba Telefónica, hoy Movistar, la cosa se jodió y no trabajé, un jefe cabrón me lo impidió, también tiré con el fusil cetme y una granada, todo una mierda, lo que realmente me impresionó a lo largo de mi periodo de instrucción en Viator (Almeria), era la cantidad de hostias que repartían los oficiales y suboficiales a los quintos borrachos que todas las noches intentaban formar fila y algún objetor de conciencia -aún no se llamaban así- que era arrastrado por el suelo al calabozo de mala manera.
ResponderEliminarPor lo demás, lo normal de la mili, hacer lo menos posible y pasar desapercibido.
Saludos
¡¡Ah!! otra cosa que recuerdo, fuimos la primera promoción de quintos que nos dieron la cartilla blanca, antes era la verde.
EliminarEn donde estuve haciendo instrucción, los primeros tres meses, los borrachos eran los mandos, la tropa no estaba por ello. Aprender, lo se dice aprender más bien poco. Fuera de los analfabetos que había más de lo que nos podíamos pensar. Bueno también hubo quien puso sacarse el carnet de conducir.
EliminarSí, esa era la norma, pasar lo más desapercibido posible.
Saludos.
Ahora que lo dices, creo que la mía era blanca...
EliminarEstuve en año 1972.
Yo también, somos de la misma quinta.
EliminarPero yo fui cogido de una oreja ;)
EliminarInterés por las dianas vecinas y no por la propia...jajajaja
ResponderEliminarMucha puntería, ¿eh?
Besos.
Sí, era algo mejor que la media y no me interesaba el "premio" por hacer dianas propias.
EliminarCargar con un arma mejor pero más pesada.
Besos.
Sin duda la P.M tiene muchas historias que contar, me acuerdo de las de mis hermanos que contaban en los permisos , siempre las oía con gran interés no se tal vez por ser la pequeña y verlos de uniforme ,,y más tarde la verdad personalmente me gusta que me cuenten las historias que han vivido ..la tuya por lo que veo no te gusto mucho ..o tal vez solo fuera el hecho de llevar un arma ..
ResponderEliminarUn saludo y feliz noche.
Más de un año a merced de unos desalmados, cuyo único lenguaje a gritos eran órdenes muchas veces sin sentido, dan para mucho.
EliminarTuve bastante suerte y estuve en un cuerpo de carácter no combativo, como era el de Farmacia Militar.
Saludos y feliz día.
No he hecho la mili, pero supongo que es un entrenamiento por si hay guerra saber usar las armas y tambien sirve para contar historias de la mili, ya has visto que tu entrado ha sido como un imán, muchos no han tardado en contar sus batallitas. Abrazos
ResponderEliminarImagino que no ;)
EliminarEra una forma de aleccionar a la población masculina, en el uso de las armas al servicio de las necesidades de su querido jefe único.
Abrazos.
Muy bien lo cuentas Alfred. Por acá en estos tiempos, los niños de escuela, que aun no van al servicio militar, ya saben usar armas poderosas. Saludos amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias Sandra. Estás en una sociedad muy diferente de la de aquí, en la que el acceso a las armas está (por suerte) mucho más restringido.
EliminarSaludos amiga.
El CETME, jaja, qué buena historia a cuenta de un artefacto que no querías ver ni en pintura :-)
ResponderEliminarUn beso, Alfred
Un artilugio que tenía muy buena prensa. No soy persona de armas, para nada.
EliminarUn beso Albada.
Pues tendremos que esperar a otra entrada para saber de esa afición de mostrar la puntería entre amigos...
ResponderEliminarLa mili, cuantos quebraderos de cabeza para muchos jóvenes de entonces, pero sin duda, un fondo de historias para contar.
Un beso
Ostras sí, lo recordé mientras escribía esto, pero tendré que verme con él, seguro que tiene más memoria que yo.
EliminarTe rompía la vida de forma brutal, y en el fondo era un agran pérdida de tiempo, pero la idea de hacer algo tampoco está mal. En plan social me refiero.
Anécdotas seguro que irían saliendo muchas más de la chistera. ;)
Un beso.
Me has hecho reír con el perro fiel y las dianas vecinas :D pero aquello no daba mucha risa tengo entendido. Menos mal que la quitaron, que mi hijo se librara para mí fue un momento de felicidad, la verdad,
ResponderEliminarBesitosss
Así es como fue, salí de la formación y me paseé por toda una inmensa explanada, con el sol en su cenit, camino de la armería para dejar el arma a reparar, cogida de la bocacha y arrastrándola, lo cual era inconcebible para aquella gente y aquel lugar, pero así fue.
EliminarBesitos.
No he hecho la mili, ni me han quedado ganas de hacerla, aunque haya mujeres en el ejército. Estoy reñida con las armas.
ResponderEliminarPero tengo que darte las gracias por hacerme reir amigo, jeje
Besos Alfred.
Ya me imagino que no nos tienes ninguna envidia por ello.
EliminarMuchas gracias, las cosas con humor son mucho más llevaderas. ;)
Besos Carmen.
Las feministas de por acá, por todo pelean contra el hombre... Pero cuando quisieron instituir el servicio militar parejo para hombres y mujeres, fueron las primeras en oponerse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anda que no son listas ni nada ;)
EliminarUn abrazo sara.
Hola Alfred!
ResponderEliminarNo hice la mili y estoy contento de no haberla hecho. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que la mili formaba parte de la ideología del régimen y de lo que se trataba, lo sintieras o no, era de formar patriotas a la semejanza del régimen. Naturalmente esta idea fracasó. Aunque con la cantidad de personas que han llegado a votar al PP, no llego a entender como suprimieron la mili.
Hola Enric!
EliminarEs una de las cosas que se consiguieron con el pacto de Majestic entre Pujol y Aznar.
La mili sólo servía para perder el tiempo miserablemente. Una forma como otra de estropear a la juventud, pues no se aprendía nada bueno.
Afortunadamente, hice la p*** mili en la banda de música de la Academia General Militar, a 5 km de Zaragoza. Lo mejor fue no tener que empuñar más armas desde el final del campamento de instrucción; la única finalidad del cual era aprender a desfilar lo mejor posible para que, la Compañía a la que pertenecías, quedase en el mejor lugar el día de la jura. Una absoluta pérdida de tiempo, trabajo y dinero. Eso sí, un lugar donde muchos jóvenes se lanzaban a fumar y a beber para soportar el tedio de las interminables horas perdidas miserablemente. Evidentemente, también tenías tus momentos de diversión, forzada por las circunstancias absurdas de aquella vida sin sentido alguno. El otro punto positivo fue la amistad entablada con algunos compañeros de fatigas que, como yo, se encontraban allí como un pulpo en un garaje. Afortunadamente, mi hijo ya no tuvo que hacerla.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por recordarme aquellas vivencias. Afortunadamente son agua pasada.
Hola Joan!
EliminarAl menos estuviste distraído. Tres meses con una única obsesión, desfilar correctamente y que quedase marcialmente bonito, el desfile de la jura de bandera.
Lo único bueno fueron unas amistades que aún perduran a pesar del tiempo transcurrido.
Un abrazo.
No entiendo por qué antes solamente los hombres hacían la mili, ¿y las mujeres qué pasa que no pueden defender la patria? claro está el machismo que siempre ha habido. De todas formas, hacer la mili es un tiempo perdido, eso creo. Se de muchos que lo hicieron y lo aborrecieron. Yo no puedo decir lo mismo porque soy una mujer jajaja.
ResponderEliminarUn beso, amigo amigo Alfred.
Por aquellas épocas se consideraba que la mujer no tenía ardor guerrero, para vosotras existía el "Servicio Social" que era otra chorrada pero al menos se solventaba en poco tiempo.
EliminarUn beso amiga María.
Recuerdo cuando mis primos fueron a la mili y nos contaban historias así. Nunca se olvida.
ResponderEliminarGracias por tu huella en mi blog, Alfred.
Mil besitos y feliz día.
Es que la cosa da para mucho ;)
EliminarAunque algo se pierde eiempre queda algún recuerdo en los pliegues de la memoria.
Gracias a ti por la visita.
Mil besitos y feliz semana.
Historias que no se olvidan, por el impacto que causaron.
ResponderEliminarUn abrazo, y buena semana.
Seguro que en las historias posteriores si acertabas en la diana.
Besos.
Es curioso pero al recordar esto acuden prestos otros acontecimientos de la época.
EliminarSí, claro que acertaba ;)
Un abrazo y buena semana.
Besos Amapola.
Por supuesto Julio, es una vivencia personal, la recuerdo con humor que es con lo que superaba aquel aburrimiento congénito al estar tres meses aprendiendo tonterías. Lo que predomina en un estamento cómo era el ejército franquista era el absurdo, si eras capaz de hacer algo fuera de la normativa desconcertabas a los mandos.
ResponderEliminar;)
Un abrazo.
No las tengo en mi casa
ResponderEliminarjamás he usado una
recuerdo cuando mi padre iba de caza
yo sufría tanto por las perdices
que ni podia cocidas comerlas
abrazo
Es mejor no tenerlas.
EliminarNo me gustaba el mundo de los cazadores, cuando en tiempos tenía una casa en el campo, solía hacer mucho ruido para espantarles las piezas.
Un abrazo.
Tampoco a mis dos hijos les gustan las armas. Al meyor, cuando fue a la mili le hicieron Cabo Furriel de armamento, un día, según contó, se perdió una pistola y casi arde el cuartel hasta que apareció.
ResponderEliminarNo me extraña que los que habéis ido, le pusierais tan "digno " nombre.
La P.M.
Un fuerte abrazo amigo catalán.
Lo creo, las cosa vistas en ese estamento eran para alucinar pepinillos en vinagre.
EliminarUn fuerte abrazo amiga madrileña.
En un mundo así como éste, saber usar armas pasa de ser una novedosa elección, a ser una necesidad práctica.
ResponderEliminarEs muy triste lo que dices, dando poca esperanza a una especie cada vez más autodestructiva.
EliminarUn saludo.
Qué mundo tan tremendo el de la mili...una atrocidad que menos mal que ha desaparecido.
ResponderEliminarNo te veo yo apuntando...
Un mundo bastante desquiciante.
EliminarPues no lo hacía mal del todo, mis vecinos así lo opinaban ;)
Besos.
Siempre tocas temas muy interesantes. Un placer leerte. Qué poquito me gustan las armas...
ResponderEliminarUn beso enorme.
Muchas gracias Adelina. Las armas no son buenas compañeras.
EliminarUn enorme beso.