foto del autor
Tomás
se sentía desconcertado, tras sus rutinas diarias, centradas principalmente en
su trabajo, concretamente en el desarrollo eficiente del mismo a plena
satisfacción de sus superiores, en especial de Don Leandro, su jefe de sección, él que hacía llegar a los despachos superiores los informes de valoración para
ver a quién expulsaban en la próxima regulación de personal.
Llegaba
el viernes y su mundo se desmoronaba, a todos sus compañeros les entraban las prisas por acabar
los preliminares de esos estudios en ciernes que siempre acababa finiquitando
él ante su superior.
Todos
y cada uno de ellos, con la sonrisa cómplice puesta, se presentaban ante él y
le decían sin rubor alguno, como no te importa quedarte y yo tengo prisa que me
esperan para salir, preséntame esto arriba sólo le faltan un par de detalles. Cinco hojas por lo bajo, tras una
laboriosa lectura de investigación previa. Al menos luego le traían tabaco.
Con
las chicas lo llevaba peor, descaradamente se le aproximaban en tono sonriente
con las puntillas del sostén bien visibles, para qué mientras sus ojos se
distraían con lo imposible, le iban dejando carpetas amontonadas, con poca
esperanza de tener nada muy definido. Eso si le prometían unos besos que nunca
llegaban. Mientras salían corriendo tras el último novio que esperaba ansioso sus
besos, de los de verdad.
A
Tomás todo aquello, con el tiempo, le
parecía normal.
Todos
disfrutaban de su reconquistada libertad, saliendo a toda prisa de aquella
oficina siniestra, pues no dejaba de ser para ellos un trabajo monótono, en el
que ir acumulando años para conseguir pagar hipotecas.
Lástima
que la crisis había puesto un velo de incertidumbre en sus miradas confiadas en
un trabajo para toda la vida y sin problemas aparentes.
Así
que soportando atropelladamente la avalancha de solicitudes de sus buenos
compañeros, nuestro buen Tomás se hacía cargo de todos los retrasos en los
informes, acabados por él y presentados con firmas ajenas.
En
la soledad de la estancia, en que sólo un conserje le ponía prisa para irse, se
acomodaba la corbata, siempre impecable en su atuendo, recogiendo esa gabardina
regalo de su madre, que le acompañaba en todo momento, por qué nunca sabes que
puede pasar.
Cuando
una vez recogida su mesa, andando hacia la salida, se preguntaba que haría todo
un fin de semana para él sólo.
No
podía sospechar que tras haber acabado su colección de sellos del Bután, las
mil versiones comentadas y traducidas del Ulises de Joyce, ordenar por actores
todos los DVD de películas del Oeste, que cubrían las paredes de su estudio que
fue despacho de su padre, antes que su buena madre se lo cediera, justo ahora
no tendría más remedio, que presentarle a Amalia su compañera de ascensor en
los últimos cinco años.
Pedazo caraduras los compañeros de trabajo, la vida misma.
ResponderEliminarNo le queda más remedio que presentarle a Amalia, porque se estropeó el ascensor, tardaron más de una hora en sacarles de allí, y una cosa llevó a la otra...
O Amalía después de 5 años compartiendo ascensor se puso pesada y le dijo, de hoy no pasa y me la presentas...
Estoy sin saber. Da luz a esta pobre ignorante :)
Un beso
Mucha gente se aprovecha de las cadencias de los demás.
EliminarNo sabría decirte, su fue el hecho de una avería del ascensor o de la pesadez de Amalia por saber de su familia. Fue algo que ocurrió, como todas las cosas de Tomás, sin ponerle un excesivo interés. Un día tormentoso de otoño, lluvioso y algo fresco, con el ascensor abarrotado de un sin número de compañeros, con las prisas de un lunes, se apretujaron de tal forma que entre su timidez y el hecho de estar en lo mas interior de la cabina, subió al ático de los jefes en vez de bajarse en la tercera planta de aquel hermoso edificio de veinticinco. Iban tan apretados que podía haber colgado su paraguas en la regatera amenazante de Amalia que le miraba sin rubor masticando un chicle de tutifruti. El por consideración, en vez del paraguas y teniendo en cuenta que no le gustaba el aroma de la goma de mascar, prefirió introducir la nariz en tan bello aposento. Estado en el que llegaron a final del trayecto, a pesar de que se habían quedado solos y ninguno de los dos iba a tan magna planta. La situación dio pie a un par de chistes tontos por parte de ella y un rubor incontrolable por parte de él. La cuestión es que se esperaban cada mañana para subir juntos.
De momento no puedo decirte nada más.
Un beso.
Jajajajajajaj
EliminarGenio y figura.
Un beso
Jajaja!!!
Eliminar;)
Un beso.
Ya has dicho bastante. Es un segundo relato como coletilla del primero. Gracias Prozac, por preguntar.
EliminarEl que pregunta averigua ;)
EliminarTomás tiene muy poco carácter. Como dice un buen amigo mío si no quieres que te sigan poniendo el hacha, aparta la cabeza.
ResponderEliminarBesos y feliz finde.
Muy apropiado Celia :)
EliminarBesos y feliz finde!
Hola Alfred.
ResponderEliminarSiempre habrán personas como Tomás y siempre habrán aprovechados. El mundo laboral, a veces es un asco y también a veces, el compañerismo brilla por su ausencia. También a veces, el mundo laboral es fantástico.
Hola Enric!
EliminarComo en todas partes, hay los que se aprovechan y medran a costa de quiénes no tiene ambiciones.
¡Cuánto aprovechado! Pobre Tomás, aunque a él parece no importarle demasiado, eso sí, lo de Amalia tiene su aquél... Tantos años y tantos ascensores... Ya se sabe.
ResponderEliminarMe encantó. Besos.
Hola Yashira! Al pobre Tomás con tal de que le dejen cumplir ya está contento.
EliminarMuchas gracias.
Besos.
Algunos de puro buenos son tontos, eso le pasa a Tomás, pero parece feliz después de todo, eso para mi es admirable.
ResponderEliminarUn abrazo:))
Hola Rosana!
EliminarPues sí, el es feliz viviendo de esta manera, sin problemas.
Un abrazo :)
5 años de ascensor no son poca cosa.
ResponderEliminarCreo que deberían aventurarse a más cosas.
Saludos.
Hemos de suponer que estarán en ello. Con el permiso de la madre. Claro!
EliminarSaludos.
Has escrito una realidad...siempre hay caraduras aprovechados y tipos como Tomás.
ResponderEliminarPero cinco años de ascensor?? habrá que espabilar Tomás!
Besos,Alfred.
Y buen finde.
: )
Y a Amalia!
EliminarTodo esto ha surgido a raíz de leer la palabra viernes, en un bello post de una conocida bloguera, famosa por su collar ;)
EliminarBesos Y buen finde para ti, con todo el cariño.
Creo que Amalia ya se ha puesto las pilas, pero Tomás...
EliminarEs así, siempre hay almas cándidas como Tomás, lo realmente triste es que hayan personas que se aprovechen de esa buena fe.
ResponderEliminarBesos.
El ser humano es cruel, ante la debilidad manifiesta de un congénere, se aprovecha todo lo que puede.
EliminarBesos.
Ya es hora, tra Ulises, de presentarse a Paquita, de la aplanta baja, despacho cinco y tacones bajos.
ResponderEliminarUn Tomás muy logrado, y por desgracia, creíble. Un beso
Me imagino que hay más de un individuo con estas características, victima por su apocamiento de los deseos de sus compañeros.
EliminarMuchas gracias.
Un beso.
Un relato tan interesante como curioso, me gusta.
ResponderEliminarYo he conocido de niña esos "botones" de ascensor, y de mayor a gente como Tomás, leí a "Ulises" de Joyce...
Gracias Alfred.
Un abracete.
Muchas gracias Mari Carmen. Esos botones mantenidos brillantes por las porteras de la época.
EliminarQue suerte la tuya de haber podido leer tan magna obra, creo que sólo al alcance de los elegidos.
Gracias a ti, por la grata visita y tus palabras.
Un abrazo!
Ni que lo digas, sólo un alma muy perseverante en sus cosas, es capaz de tamaña hazaña.
ResponderEliminarMuchos saludos!
Un buen hombre este Tomás, pero sin duda con muy poco espíritu, de los que no saben plantarse desde el primer día, y seguramente la culpa de su madre, jajaja. Pobre Amalia!! si llegaran a algo.
ResponderEliminarMe encantó leerte.
Un abrazo.
El comportamiento de los humanos da para mucho, éste es un pobre infeliz que se mueve entre su casa y el trabajo, donde la interferencia de Amalia, no deja de ser un conflicto, al tener que esperar la aceptación de la madre :)
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Los que vuelcan su trabajo en otras personas tienen además la ventaja de que no tienen que ponerse de acuerdo con nadie para tomarse las vacaciones, porque cuando las están disfrutando nada cambia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy acertada observación, para ellos lo importante es disfrutar de la vida, que ya se la resuelven otros.
EliminarUn abrazo.
Los hay caras muy caras que se aprovechan de esas almas cándidas como el pobre Tomás, espero que le ponga más ánimo porque 5 años son muchos.
ResponderEliminarSaludos
Tomás vive en su mundo, encerrado y aislado, hacer trabajo extra le mantiene ocupado y su relación no la lleva él, sólo retrasa lo inevitable todo lo que puede.
EliminarSaludos.
Siempre se culpa a los padres de los errores de sus hijos, y en gran parte tiene su razón, pero tambien es cierto que cuando llegan a la madurez, por circunstancias cambian para peor y otras para mejor. Pobre tomás, esa debilidad suya hace más fuerte a su madre, por desgracia la realidad es más dura.
ResponderEliminarUn placer leerte Alfred.
Los padres ponemos los cimientos en cierto modo, pero cada hijo es autónomo y se realiza a su manera. Y luego hay gente que no llega a madurar nunca, por muy eficaz que sea en su trabajo.
EliminarMuchas gracias Carmen.
Bueno sí, pero bueno sólo no. Me he quedado con la intriga de la historia del ascensor. Ya nos contarás jaja
ResponderEliminarBesitoss
Si pero no? Jajaja!!!
EliminarTe remito al comentario de Prozac :)
Besitos.
No se si el tal Tomas merece el infierno o lastima. Saludos.
ResponderEliminarCreo que ya vive en el infierno, pero es insensible.
EliminarAy, Tomás... más buena gente, Esperemos que despierte un día, y viva su vida... porque luego hay cada Tomás, que hasta la sepultura. ¿Seguirán habiendo personas así como tu protagonista? Ya no... o sí?
ResponderEliminarUn besanís.
Espero que no, creo que este tipo de personaje es más de otra época, al menos quiero creerlo.
EliminarQue rico, un besote!
Escribes muy bien. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Amapola Azzul.
EliminarBesos.
Tomás parece mi vecino... que vive en el infierno y quiere que todos vivamos en el, pero regido por el...
ResponderEliminarBesitos
Menudo vecino tienes.
EliminarBesitos.
hay viernes que todo se desmorona y cae... pero con estilo siempre
ResponderEliminarhasta en ascensor :P
Hay que mantener las formas hasta el final y luego...la traca!
Eliminar:)
Buena persona Tomás. Un poquito débil. Tendría que cambiar ...
ResponderEliminarUn abrazo.
Buena no lo sé, un poco limitado en sus relaciones personales, si parece...
EliminarUn abrazo.
necesitas una ahujita?
ResponderEliminarno tiene sangre en las venas
y le pesa la vida ¡''
ay
besos
Pues no vendría mal ;)
EliminarParece ser que no mucha.
Le pesan las manías.
Besos.