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MAESTRO
CABEZUELAS
Agarrado a su
bastón de cerezo, cuál bastón de mando ante sus tropas, se comportaba como un
centurión enfrentado a unos legionarios poco dados a entender sus
explicaciones, en la formación de las tácticas de combate.
Cuando la señal
acústica indicaba ese recreo, parte vital de nuestras vidas, única que nos permitía
no caer en el desespero de la rutina disciplinaria. Le pasaba la
pelota, símbolo de nuestra recuperación momentánea de una cierta libertad.
Allí estaba él,
quieto, estático, con la mirada alta, desafiante, ante un orden establecido, en
el que gozaba de cierta benevolencia por parte del viejo profesor, quizás por
saber situar las tropas en el lugar correspondiente.
Abandonado por
los dioses, se sentía igual de importante que ellos, aunque no fuera así para
sus compañeros.
Nos reíamos de sus ínfulas de personaje, genio
incomprendido decía él, importante e imprescindible para el desarrollo de nuestras
pequeñas vidas.
Sentado en su
silla, como trono de un reino a su medida, arbitraba el lance entre compañeros,
sin decantarse por nadie, en señal de sana justicia.
Aferrados a la
pelota, transcurrían sus horas en partidos inacabables, en los que era
imposible que nadie ganase, con unas porterías cambiantes.
Las reglas del
juego se pactaban antes de iniciar la competición, que no era tal pues nada se
jugaban salvo el honor que daba el triunfo.
Los equipos
también improvisados ante cada contienda, podía hacer de un defensa amigo,
futuro delantero letal en el siguiente enfrentamiento.
Cuando
notábamos la presencia de las chicas, tras las vallas arriba en el terraplén
que nos separaba de la civilización, hacíamos lo indecible para retener más
tiempo la pelota y con ella su atención, llevándonos al fracaso la mayoría de
veces en nuestro intento de gol inapelable.
Finalizado el encuentro,
cualquiera de los contendientes acudía hasta él, a quién entregaba la pelota de
cuero con raspaduras nuevas, en señal de acatamiento a su autoridad y le
ayudaba a salir del campo, empujando su silla.
Una vez en
clase, el maestro le recogía la pelota para guardarla en el viejo armario de
roble con puertas de cristal biselado, tras las que se escondían infinidad de
tesoros, que poco a poco iríamos descubriendo a través del curso.
Tras pasarle la
mano por la cabeza, agitándole el pelo y despeinando la engominada obra de su
madre, le invitaba a tomar sitio en un pupitre sin banco al lado de su tarima.
Se sacaba el
silbato que llevaba colgado al cuello, cual medalla protectora ante cualquier
mal augurio y dejándola en el cajón, bajo la superficie manchada de tinta,
proclamaba en voz bien alta:
-Mañana os vais
a enterar. ¡No os pienso dejar pasar ni una!
Lindo homenaje a los partidos sin más reglas que las ganas de jugar. Perfecto recuerdo de seres entrañables, y extrañables en alguna tarde de madurez
ResponderEliminarUn beso
Partidos jugados sin colores, sólo con la propia afición, recordados con la lente amplificadora del tiempo.
EliminarUn beso.
Maduro, anciano profesor, duro en sus formas pero justo y en el fondo, una tierna persona. ¡Que tiempos aquellos!, pero sin maestro cabezuelas!
ResponderEliminarUn abrazo.
Ciertamente eran otros tiempos, es un retazo de vida colegial.
EliminarUn abrazo.
Me has hecho volver a mi infancia.... que partidos, que peleas, cuánta vida por delante nos esperaba...
ResponderEliminarSaludos.
Hay que ir hacia atrás solo para coger carrerilla, Toro!
EliminarSaludos.
Lindos recuerdos.....yo también jugaba soccer en el recreo....y gritábamos "Gol de Pelé!" jaja
ResponderEliminarsaludos =)))
Guau!!!! y de Pelé nada menos.
EliminarGracias por tu visita y comentario.
Saludos:D
porque será que en algún momento, vaya uno a saber el disparador, aparecen estos recuerdos de infancia. Hermoso
ResponderEliminarun abrazo
Bueno, todas las recreaciones son válidas, las infantiles suelen tocar más nuestro interior.
EliminarUn abrazo.
siempre
ResponderEliminares
un
placer
el
leerte
Muchas gracias, visitas así son las que animan.
EliminarUn saludo.
Es una suerte tener hermosos recuerdos de nuestra infancia y poder compartirlo. Me ha encantado!! Un abrazo
ResponderEliminarEchando el cubo en el pozo de los recuerdos siempre encuentras algo mitad recuerdo mitad imaginado.
EliminarUn abrazo!
El disfrutar de los recuerdos gracias a otros que compartieron esos momentos a tu lado es muy de agradecer.
ResponderEliminarUna historia del pasado que ayuda al presente.
Beso Alfred.
Puri
Narrar una situación de lo más humano, centrada en el comportamiento de unos muchachos respecto a un compañero y su profesor.
EliminarUn beso Puri.
Recuerdo haber jugado a la pelota adentro del salón (en los recreos, claro), usando un borrador de madera como esférico. Genial, ja (y cómo disfrutábamos esos partidos).
ResponderEliminarMuy bueno, Alfred.
Saludos.
Me alegro te gustara t recordaras bellos momentos.
EliminarMuchas gracias.
Un saludo.
Aunque no tengo ni idea de fútbol, me has hecho vivir la emoción del partido. Un placer leerte, besos.
ResponderEliminarBueno, tampoco soy ningún experto, simplemente jugaba de crío ;)
EliminarMuchas gracias.
Besos.
Un retrato elaborado de un profesor que dejó huella tanto por justo como por su humanidad. Buen recuerdo!
ResponderEliminarLos justos conseguirán la gloria póstuma.
EliminarMuchas gracias.
Que divertidos esos recreos, no solo era ganar al contrario eran jugar entre compañeros, me ha gustado cómo lo has ido describiendo. Un placer leerte.
ResponderEliminarAbrazos!!
Lo importante era jugar, el máximo tiempo posible y meter goles.
EliminarMuchas gracias.
Abrazos.
Un café contigo y tus recuerdos sería una maravilla, Alfred. Conforme te leía enlacé un recuerdo que había olvidado, el último partido que jugué, [ni sé cómo, desconocía reglas], pelotazo en pleno rostro y fin del juego de pelota.
ResponderEliminarAbrazo, buen fin de semana, Alfred
Me alegra leer eso, es de lo mejor que podía pasarme, sería un placer. Los recuerdos quedan agazapados hasta que un click fortuito los saca a la luz de nuevo.
EliminarAbrazos y buen finde.
Belloa recuerdos y una buena historia
ResponderEliminarEn este caso es una ficción bien inspirada ;)
EliminarUn profesor así da gusto, puede ser estricto pero al mismo tiempo justo.
ResponderEliminarLindo relato, lo he disfrutado.
Un abrazo!
Tendría que ser lo normal.
EliminarMuchas gracias Cecy.
Un abrazo.
Buenos recuerdos...lo que una vez fueron quizás momentos de incomprensión, al pasar el tiempo se transformaron en dulces y nostálgicos momentos que siempre nos hacen pensar que todo tiempo pasado fue mejor...lindas letras...feliz fin de semana
ResponderEliminarEn todo tiempo pasado era más joven ;)
EliminarMuchas gracias Diva.
Feliz finde.
Un maestro maravilloso y también genial árbitro de fútbol. A mí siempre me ha encantado este deporte.
ResponderEliminarBesos, Alfred
El maestro es un ser justo y el árbitro tiene una razón de ser en el grupo. Todos contentos.
EliminarBesos Dafne.
Me da que dentro de ese semblante serio e inaccesible, había un gran corazón y un buen profesor.
ResponderEliminarBss.
Un buen profe que no pretende ser un camarada.
EliminarBesos.
Pues hubiera jurado que, aunque adornada, era una historia real.
ResponderEliminarRecuerdo como los capitanes elegían uno a uno a los I tegrantes de su equipo, y durante la contienda tenias que recordar quien "iba contigo" y que no, porque cada u o vestía como venia. Y comO no había arbitro, pues las de is iones se tomaban como se tomaban.
Magníficamente detallado el relato. Me has hecho recordar buenos ratos
Saludosss Alfred
Así era, un batiburrillo de jugadores mezclados, persiguiendo una pelota dura como una piedra, intentando meterla en una portería, dababa igual cual ;)
EliminarSaludos.
Un relato de tiempos pasados cuando el partido del recreo era lo que marcaba un día malo o uno bueno. Qué bonita descripción detallada y real. Gracias por compartir este ambiente y por participar. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti Dorotea. Un placer.
EliminarUnos tiempos pasados que fueron los nuestros.
Un abrazo.