UNA MODELO

UNA MODELO








                                    Modesto Trigo, el estudio.




Como se conocían de bastantes sesiones, el pintor se limito a pedirle cómo la quería sobre el diván, retocando un poco el posado en aras de sus preferencias visuales.

La postura era un tanto forzada, aunque al maestro le pareciera una naturaleza yacente de lo más sugerente, a ella le daba igual, se limito cerrar los ojos y esperar instrucciones.

La luz tenue que entraba en el estudio,  junto con la visión otoñal que se vislumbraba por la ventana, le daba el toque adecuado que quería conseguir reflejar en su obra.

Cuando todo estaba en orden, inicio pincel en mano, a ejecutar su plasmación en un espléndido óleo.

Era muy detallista y meticuloso, las obras le solían durar bastante tiempo, con lo cual las modelos se lo tomaban con paciencia, pero todo y la calma, tenían que pedir poder moverse un poco de tanto en tanto.

Entonces se producía el drama para él, pues tenía que conseguir el mismo posado anterior, recomponer la exposición exacta, que evidentemente la modelo no sabía ejecutar.

Esto le producía un desespero, que a veces le llevaba a tirar los pinceles y la paleta por los suelos, farfullando maldiciones indignas de mencionar.

Había llegado a pensar en comprar una muñeca hinchable, pero evidentemente no tenía nada que ver, desde el brillo que despedían, sin comparación posible con la piel humana, hasta las facciones, arrugas, cabello, en fin qué no.

Así que cuando conseguía una modelo que supiera atenerse a sus instrucciones y pudiera recomponer tantas veces cómo hiciera falta la postura inicial, la retenía tanto como le era posible, aunque le costara mucho más dinero.

Tenía asumido que ese, era todo el interés que despertaba su pintura, en aquellas mujeres a las que él tanto admiraba y a las que acababa amando con los pinceles, acariciando su cuerpo plasmado en la tela, cientos de veces.

Por todo lo expuesto se deduce lo poco amante que era de la improvisación y de los cambios en su primer planteamiento.

Cuando una mariposa se poso en el vientre de la mujer, a parte del mohín que le produjo en la cara por las cosquillas, la mancha de color le alteraba su visión de conjunto.

Se acercó presto para ahuyentarla,  al darle con el pincel, un moteado de pintura, decoró aquella suave barriguita.

Desesperado, acudió a por disolvente, pidiéndole que no se moviera bajo ningún concepto, a ella se le escapaba la risa, mientras le frotaban con un trapo untado en aguarrás.

Cuando vio el resultado de su limpieza, desde su posición frente al cuadro, se percato que el tono de la piel había variado, no era el que había empezado a poner en su obra, desesperado, acudió ante su modelo, le pidió perdón y empezó de nuevo con un trapo bien limpio untado, a darle otra vez, con toda la intensidad necesaria, hasta no dejar ni rastro de pintura.

Otra vez en su sitio, contempló un vientre enrojecido por el continuo frotamiento, había desaparecido la blancura nívea que tanto le había gustado de aquella mujer.

Si esperaba a que recuperara su tono habitual, podría pasar un tiempo en el que perdería la luz natural de la que ahora disfrutaba, lo cual también le alteraría la visión que él quería.

Se veía ante un día perdido, la desazón hacía mella en él, mientras ella, acartonada en el diván, no se atrevía a moverse.

Al final, contemplando como recuperaba el color original, optó por hacerle una fotografía.  


8 comentarios:

  1. El hiperrealismo es un poco como una foto, que debe ofrecer buena imagen y algo que al latir con vida propia, nos ofrezca un aura o algo más que la foto, creo. Muy bueno

    Un abrazo

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    1. La diferencia con una fotografía, es el alma encerrada en la obra, esa que late en cada pincelada.
      Un abrazo.

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  2. En la modelo como en el pintor quedan vestigios de humanidad, en otras palabras, se llama sensibilidad.

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  3. Humanidad manifiesta en los pequeños detalles que definen el comportamiento de lo personajes, tanto por la parte activa cómo por la pasiva, en esta pequeña historia. Agradezco tu comentario y tu visita.
    Un saludo.

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  4. Para el lector, divertido, podríamos decir drama, de un escrupuloso pintor.
    Para el pintor, no era su día, pero su profesionalidad, estaba por encima de todo.

    Un saludo.

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    1. Un profesional muy puntilloso, perdiendo los nervios ante una eventualidad.
      Un saludo.

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  5. El personaje y el artista deben estar unidos de tal forma que los dos sepan lo que él otro necesita, un mínimo cambio de postura o una leve inspiración por parte de la modelo a la hora de tomar aire puede desconcertar al pintor. Desde el punto de vista del lector de este relato podemos decir que este pintor era un quisquilloso, o que no tenía el día para pintar, de la modelo una bendita por aguantar tanto. Está muy bien narrada la trama y se puede ver la evolución de los personajes por la escena como si fuera una obra de teatro.
    Besos Alfred
    Puri

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    1. Una mezcla de todas las cosas que expones, nos acerca a la realidad de la escena.
      Besos Puri.

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