Cruzó la calle como siempre, sin mirar y a toda prisa, las
farolas de la calle ya ganaban a la luz natural, momento en que se mezclan las
sombras.
Ella no vio por que no miraba, y el conductor del vehículo por que
estaba atendiendo una llamada.
Fue un encuentro casual, sin llamarse, tenían
una cita pendiente, pero siempre se aplazaba, sus ocupaciones tan absorbentes
les impedía una comunicación personal.
Pero ese encuentro no programado, les
destrozó un posible futuro.
Alfred
Viernes, 16/XII/2011
Esos encuentros, como un tropezarse de forma súbita, qué pueden deparar, o qué cercenan para siempre....
ResponderEliminarEs un texto que deja la puerta abierta. Me ha gustado mucho. Un abrazo, Alfred.
Hay esos encuentros imprevistos que pueden ser nefasto...o no!
EliminarUn abrazo.
Un escrito corto pero intenso y sobre todo, fatal.
ResponderEliminarMejor no se hubieran levantado lo dos de su cama. Buen escrito.
Un abrazo.
El solo hecho de levantarse, incluye el factor de riesgo, de enfrentarse a lo inevitable.
EliminarUn abrazo.
De qué manera más tonta se puede destrozar una vida y acabar con otra, pero sucede todos los días.
ResponderEliminarMuy bien reflejado.
Saludos.
La vida está llena de situaciones tontas e imprevisibles, con una ascendecia total sobre nuestras vidas.
EliminarGracias por tu comentario.
Un saludo.
Hola acabo de encontrarte en el blog de Epi, y si te parece bien me quedo, y en relación a esta micro historia decir que hay encuentros fortuitos que pueden cambiar cualquier destino . Muy bien contada , me alegro de encontrarte ya ves una cosa casual, como tu mismo narras en esta entrada. Espero tu visita a mi blog.
ResponderEliminarUn saludo desde Vigo
Puri
Bienvenida! Estamos hechos de situaciones fortuitas, te visitaré con mucho gusto.
ResponderEliminarUn saludo Puri.