Contemplando una ciudad

Foto del autor




Luce el sol,
el fuerte viento
tras las pasadas lluvias,
nos permite una visión
muy nítida.

Tanto, que teniendo
la ciudad a mis pies,
puedo observar
los edificios
más singulares.

Esos que a todas horas
son fotografiados
por muchos,
quizás demasiados,
turistas por minuto.

¿Existe esa estadística?
Tendría que haberla,
para mentes
preguntonas
y políticos
con neurosis
de ofrecer,
alud de datos
inservibles,
para justificar
su nula sapiencia
sobre lo que sea.

Cualquier ciudad
vista desde lo alto
nos parece hermosa.

Nos llega un ruido,
 lejano, informe,
 que no molesta.

La polución no sube
se queda ahogando
a los ciudadanos,
esos que me incordian
con su sola presencia,
al ocupar
 mi espacio vital.

Luego bajaré
a esconderme
en mi cueva
a ver pasar
 las horas,
hasta el siguiente
 funeral.

Los que están a mi lado
no saben lo que pienso
ni siquiera contemplan
las bellas vistas

Pobre jabalí
aislado en su hocico,
buscando bellotas
y esa torcaz
en vuelo rasante,
hasta la charca.


Barcelona, 28 noviembre 2017






El Viejo Visitante


Foto del Autor



El Viejo Visitante

Parecía de una generación anterior a la nuestra. Sus maneras, vestimenta, hablar pausado, comportamiento general, así me lo manifestaban. 

Tras el primer saludo, se adentró en el jardín.

Seco, enjuto, tostado por el sol, con arrugas marcadas, blanquecinas en su interior, propio de una actividad continuada, al aire libre.

Esperó a la segunda invitación, para sentarse con nosotros, acompañándonos ubicándose en una de las sillas que estaba libre en el jardín.

Se hizo rogar lo justo que la educación a la antigua exigía. Pero eso sí, no aceptó tomar nada, de lo que gentilmente la anfitriona le ofrecía.

Ante el interés por nuestra parte, acerca del estado de salud en el que se encontraba, empezó a desgranar sus males y en qué estado estaba cada uno, lo cual me dejo asombrado, pues el talante que mostraba, no era el de una persona tan enferma, sino la de una, vitalista y en plena actividad.

Pero al iniciar el degoteo de toda su actividad como paciente médico, mi asombro fue en aumento, mostrando un desconcierto total, por la facilidad con la que se mostraba sin quejarse.

Parecía que todo el parte iría a llevarle hasta una hora bien avanzada. 

Desgranar su rotura de cadera, con la operación correspondiente para implantar una prótesis, su sesión de diálisis diaria a la espera de un riñón de recambio, un corazón en estado precario, con un fibrilador añadido...Y a todo esto, su semblante no mostraba ninguna sensación de derrota, sino de agradecimiento por la labor médica que le permitía seguir disfrutando de la vida.

Incluso se permitió hacer bromas, sobre sus paseos con un viejo tractor, por las estrechas calles de aquella coqueta villa de montaña.

Una vez acabado el parte médico, mis anfitriones desviaron la conversación, al interesarse por diversos familiares y otros  miembros del lugar, obteniendo información del estado de diversas familias oriundas de aquel pueblo.

Cuando se hubo ido el paseante, me quedé con una cara interrogante, puesto que rápidamente me pusieron al día del viejo de marras, que resultaba ser más joven que los que estábamos allí reunidos. Y a veces nos quejamos por un simple dolor en la rodilla.

La salud es un bien, que con el tiempo se vuelve escaso, y que hay que saber agradecer el poder disfrutar de cada unos de nuestros días.


La Cerdanya, Agosto 2017


CABALGANDO



Foto del autor




Cabalgando


¡Ya llegan!
¡Ya los siento!
¡Ya vienen!
 Tras de mí.

Cabalgan,
a pasos agigantados,
con gran estruendo
de cascos
desbocados.
sobre tierra baldía.

Resuenan,
 en mi cabeza,
con ese ruido
de la cercanía,
por mi lento andar.

Sé que cada vez
están más cerca
pues noto
su gélido aliento
en  mi cogote.

Les queda poco
para aplastarme,
en su adelantamiento,
 pasando por encima.


Entonces,
pasaré a formar
 parte de ellos,
de esas sombras
acosadoras.

Todos esos muertos
que me persiguen,
 forman mi colección,
 particular.

Sin ellos, no tendría,
ningún pasado.



Sarrià, 15 Noviembre 2017





Cantos desesperados

Foto de I.C.C.


Caen, sobre nosotros,
trozos de esperanza,
de un cielo marrón oscuro.

Desesperados,
alzamos los brazos,
intentando cogerlos.

En atraparlos,
para hacernos con ellos,
nos va la vida.

Sin respetar para nada
a los que nos rodean,
e intentan lo mismo,
que nosotros,
los elegidos.

En la desesperanza
todos peleamos
por esos minúsculos
pequeños trozos.

Aunque sean tan mínimos,
qué quizás sólo servirían,
para calmar las ansias,
de un conformista.

Mientras, quedamos sucios,
desagradables y malolientes,
no nos planteamos,
si agradamos a alguien.

Sino sólo en conseguir,
ese miserable trozo,
ese que justifica,
nuestra pequeña meta.


Sarrià, 10 Noviembre 2017

TUMBAS

Tumbas (Foto del autor)


Ya sé,
que todos cargamos
con nuestros muertos,
bien a cuestas.

  Que cada vez son más;
los que con el tiempo
vamos añadiendo,
 a nuestra colección.

 Todo eso forma parte
 de nuestra historia personal,
pero asusta, cansa, fatiga,
cuando llega el día,
 de honrarlos,
 y te das cuenta de ello.

Empezamos con muy pocos,
 los abuelos, algún tío ya mayor
 y poco cuidado;
 luego vamos añadiendo,
 familiares y amigos
 con mala suerte,
 ya se sabe,
 accidentes e irresponsabilidades
 de por medio.

Se incrementa con  todo tipo,
 de conocidos y parientes,
 mermados por el puto cáncer,
 que no respeta,
 edades ni jerarquías,
 da igual ocho que ochenta.

Todos ellos, van llenando
 nuestro saco de recuerdos,
 vivencias y experiencias mundanas,
 que forman la mochila de nuestra vida.

Por todos sentimos pesar,
 cierta indignación,
 siempre tristeza,
incluso odio a los de arriba,
 por tanta injusticia.

 Siempre es injusto despedirse,
 sea antes de tiempo o no.
 ¿Quién decide que ya es la hora,
 y eso es justo?

A veces,
 el dolor de una pérdida,
 dura tanto tiempo,
 que te cambia el carácter.

 Dejas de ser el que eras,
  te conviertes en otra persona,
extraña, diferente,
al que te cuesta reconocer.

 Hasta que haces el esfuerzo,
 para seguir tu camino,
 familia, amigos, descendencia,
 ayudan mucho,
 para seguir en este transcurrir solitario
 cargando con un paquete más.

Como ovejas en el corral,
 cuando nos juntamos y nos contamos
 notamos las ausencias,
 que muchas veces no mencionamos,
 para no herir susceptibilidades,
 sobre heridas,
 más o menos recientes.

Otras veces,
 levantamos copas al cielo,
  brindamos, incluyendo a todos,
ausentes, presentes  y por venir.

 Y un rayo nos ilumina,
 haciendo centellear los ojos,
 pues muchos llevamos
 cargas compartidas en el equipaje.


Sarrià, Uno de Noviembre 2017