Gustos de antes.
Nuestro compañero José, nos ha traído a los del trabajo rosquillas hechas en su casa, para deleite de todos.
¿Por qué las ha traído? Seguramente no lo sabe ni él, simplemente al hacerlas creyó oportuno llevar unas cuantas al trabajo, para compartirlas con los compañeros.
O probablemente su mujer se lo aconsejó, dado que ya tenían los hijos y nietos bien cebados y las bandejas seguían rebosantes.
Al primer bocado a una de las rosquillas, me he sentido estremecer por un espíritu proustiano; nunca antes disfrutado por ninguna otra de las saboreada a lo largo de mi vida adulta.
Sobre todo, de esas ofrecidas en el súper con la etiqueta bien grande especificando: "receta casera de la abuela"
Por qué hay sabores que quedan en la memoria gustativa, asociados a una persona y época determinadas, podemos poner todos los tópicos habidos y por haber, pero es así de simple.
Ahora estoy yo confuso e intrigado, de cómo fue que había perdido este aroma, este sabor, esta textura en la boca y ese bienestar al tragarlas.
Seguramente el hecho de retrotraernos a la infancia, que es cuando se asienta el descubrimiento de las primeras delicias, nos hace sentir especialmente dichosos.
A partir de ahora, José es un buen compañero, sube de categoría y tiene derecho a ser invitado a un café de máquina.
Es de los que siempre traen algo para compartir, ya sean cosas del huerto, o de la cocina y eso se agradece convenientemente.
Un relato entrañable que nos lleva por el camino de certezas olvidadas de forma dulce y amable. ¿Quién no ha despertado a recuerdos olvidados bajo el influjo de un olor en particular? En busca del tiempo perdido bien se puede ir a través de cualquier bocadillo inocente -que no rosquillas o magdalenas- cuando menos se lo espera uno.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo, Alfred.
Esas cosas que añoramos por pertenecer a una vida pasada.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo Mónica.
Gusta compartir, ya sea rosquillas, o frutos de la huerta, cuando lo regalas todos te alaban y muestran agradecimiento. La cocina casera siempre es un placer. Abrazos
ResponderEliminarLas cosas compartidas tienen un plus de agradecimiento.
EliminarSon los sabores que nos marcaron ;)
Abrazos.
Las rosquillas me encantan, y más si son de producción casera. Tienes razón, al situarlas en la referencia de infancia. Por aquí, en algunas casas producen almojábanas o pandebono, y hasta invitan cuando los van a preparar. Un amigo, siempre que vaya y cante a su reuniones, prepara unos chicharrones crocantes, y por más que lo he emborrachado, no le podido sacar la receta. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarNo hay color. han de ser caseras con ese toque de anís...
EliminarTú insiste, algún día le sacarás el secreto ;))))
Un abrazo.
He disfrutado leyéndote esa vuelta a la infancia y ese recordar la magdalena de Proust.
ResponderEliminar¡El poder que tiene una rosquilla...
Hola Tracy, me alegra saberlo.
EliminarYa ves tú lo mucho que da de sí.
Esas rosquillas deben ser las que preparaba Atina. Lástima que no tenga un José en mi trabajo para recordármelas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues no tengo el gusto ;)
EliminarTener gente así te hace la vida más placentera.
Un abrazo.
¡Con compañeros como José da gusto!
ResponderEliminarEsos sabores primigenios pueden hacernos viajar con sólo probarlos. Y me quedo con ganas de rosquillas, con su toque de anís... Uhmmm, lástima que tengo mala mano para la cocina.
Besos, Alfred
¡No lo sabes bien!
EliminarTampoco se me da bien a mí el toque para estas cosas.
Besos Alís.
Sabores, aromas y la sensación que provocaron, aguardando pacientes en un rincón de la memoria, para seducirnos de nuevo en cualquier momento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Están grabadas a fuego en nuestra cocción.
EliminarCuando se vuelven a activar, el placer es inmenso.
Un abrazo Sara.
Se van perdiendo entrañables costumbres como esas.
ResponderEliminarEs una pena.
Saludos.
El mundo por nosotros conocido se descompone lentamente.
EliminarEl otro día me encontré paseando en bici un antiguo conocido...me dará para otro post. Somos los últimos testigos de una época.
Saludos.
Esa memoria gustativa de la niñez a veces la sublimamos demasiado y puede que sea un sueño más que una realidad.
ResponderEliminarSaludos
Es un sueño que las sucesivas capas de la edad no hacen sino revitalizarlo.
EliminarPero que ricas eran esas rosquillas ;)
Saludos Emilio.
Que lindo lo haz dicho mi querido
ResponderEliminarAlfred, me trajiste a la memoria
cuando las preparaba mi abuelita y
yo me las devoraba jaaaa.
Besitos dulces
Siby
¡Hola Siby!
EliminarMuchas gracias, todos tenemos más o menos esos dulces recuerdos.
Besos.
Hay sabores y aromas que tienen esa virtud de transportarnos inmediatamente a otra época y en ocasiones nos traen a la memoria personas.
ResponderEliminarRecuerdo cuando ibamos de excursión en el colegio, con las monjitas, la madre de una compañera de clase siempre nos traía rosquillas para todas. Las buenas costumbres no deberían perderse.
Besines.
Es bien cierto, que ante ciertos olores y sabores te sientes transportado a otra época y sí es a la niñez ni te cuento.
EliminarPues se están perdiendo todas.
Besines.
Seguro que están divinas, tanto como para subir en el escalafón de los amigo s:-)
ResponderEliminarPor las rosquillas que unen. Un beso
Por supuesto, eso da fe de lo ricas que estaban las susodichas ;)
EliminarUn beso.
Donde haya una rosquilla, que se quiten todos los Donuts del mundo. Cuida a tu amigo José. Y ahora que lo pienso... ¿no me lo presentarías? :))
ResponderEliminarEs que de eso no te quepa ninguna duda.
EliminarMe gustaría, pero ya dejé de trabajar ;)
Amigo Alfred, lo elaborado en plan casero al gusto conocido de la abuela, esas delicadas exquisiteces nunca se pueden olvidar y son sabores y aromas que quedan para toda la vida.
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana.
Hola, esas recetas antiguas que pasaban de madres a hijas en tiempos, ahora han pasado a la historia.
EliminarUn abrazo y feliz finde.
Imagino que las rosquillas tendrían ese sabor casero y otro que es muy importante es el cariño al hacerlas, seguro que la mujer de José echo todo su amor a la masa. Un buen video, feliz viernes.
ResponderEliminarAbrazos!!
Las cosas ricas requieren mucha paciencia y, eso es algo de lo que hoy no se gasta.
EliminarBuen finde, abrazos Campirela.
Es bueno compartir, aunque solo sea una rosquilla, je,je. Y hay que saber agradecer a las personas bienintencionadas, que hacen ese tipo de cosas son esperar nada a cambio, aunque luego se le agradezca invitádole a un café.
ResponderEliminarLos olores y los sabores suelen retrotraernos a nuestra infancia. Ese flan o arroz con leche con canela de la abuela, esos canalones hechos por nuestra madre, etc.
Un abrazo.
Compartir es lo mejor que se puede hacer, siempre es satisfactorio e incluso a veces agradecido.
EliminarHay una serie de platos que cada cual tiene asociado a un toque familiar.
Un abrazo Josep Mª.
Esa rosquilla cañí suena de lujo, aquí en mi tierra tenemos, la marinera,
ResponderEliminarque esas son otro lujo de buenas que están, el mejor aperitivo.
Cuando vaya a Madrid las probaré.
Feliz viernes Alfred.
Un abrazo
Es un lujo por lo extraño que es ahora conseguir una con esa calidad humana.
EliminarHarás bien.
Buen finde Carmen.
Un abrazo.
No olvido las que hacía mi madre, y no las olvido porque tuve la suerte de que se las enseñara a hacer a mi mujer. Me cuesta convencerla por que son laboriosas, pero consigo que algunas veces me las haga.
ResponderEliminarCon respecto a tu amigo, dolorosamente se va perdiendo la costumbre de lo que en mi tierra, se llamaba "el presente", o lo que es lo mismo, llevar alguna de las exquisiteces que se hacían, a l vecino o al amigo.
!Que tiempos!.
Un abrazo.
Tienes suerte, yo también la tuve durante un tiempo.
EliminarHabía quién no compartía ni los buenos días. Al menos yo llevaba algo comprado.
Tiempos perdidos en los recuerdos.
Un abrazo Juan L.
Qué generoso José. Con compañeros así, da gusto. Mira que me ha entrado gusta de probar esas rosquillas, que seguro están riquísimas.
ResponderEliminarUn abrazo y que tengas un buen día, Alfred
Un hombre sencillo, amante de las cosa de siempre.
EliminarFue un placer inesperado que aún recuerdo pese al tiempo transcurrido.
Un abrazo y feliz finde, Mamen.
Éstas ya están en el túnel de los recuerdos ;)))
ResponderEliminarUn abrazo de vuelta, Julio.
Pues es estupendo tener un compañero así. Y las rosquillas como las de la abuela, hechas a mano de forma completamente artesanal, nada de nada. Ya pueden poner en el supermercado todas las etiquetas que quieran.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo fue y más con detalles como éste.
EliminarNo hay color.
Un abrazo Rita.
Los olores y gustos nos vivifican. Sabio fue nuestro aprendizaje y ahora, a ciertas edades, lo experimentamos. Aceptarlo nos vuelve sabios, aunque no hay sabiduría alguna que ponga freno a la edad provecta a la que estamos abocados.
ResponderEliminarSon los que nos marcan las etapas de la vida por las que vamos pasando. Ninguna sabiduría nos salvará de ella, pero podrá paliar sus efectos.
EliminarPues es todo un detalle, no me extraña que se lo tengas en cuenta. Hay algunos sabores u olores que se han quedado grabados en nuestra mente y vuelven en contadas ocasiones.
ResponderEliminarPor cierto, ésta música de Pink Floyd que pones me trae a la memoria muy buenos recuerdos.
¡Un abrazo!
Más bien diría yo que fue un detallazo, imagínate se me dió por recordarlo a pesar del tiempo transcurrido ya.
EliminarEn esa música estuvimos toda una generación inmersos.
Un abrazo, Ana.
Igual que se comparten chiste y risas, hay quien comparte sabores y cariño y las rosquillas recién fritas, están que quitan el "sentio" y si no, que se lo pregunten a los míos, que las tengo que esconder!! :)
ResponderEliminarBesicos muchos.
Lo importante es compartir, nos hace a todos felices, quién da y quién recibe.
EliminarÉstas en concreto estaban de muerte. Comí las justas para sobrevivir y poder llegar bien al día de contarlo.
Muchos besitos.
Leerte mientras suena la música es realmente abrir una puerta al pasado y entrar en la cocina de mi madre para deleitarme con sus dulces, caseros, auténticos... Bonito relato, Alfred.
ResponderEliminarMil besitos y muy feliz finde.
Ni todos tiempo pasado fue mejor ni hay que renunciar en pos de la modernidad constante.
Eliminarlas cosas que quedan en la memoria son las buenas.
Mil besos Auroratris y buen finde.
Era muy común que compartíamos con los compañeros del trabajo, cosillas que preparábamos. Había mucha convivencia y camaradería. Se hacía otra familia en el trabajo. Hoy, independientemente del covid, ya no se estila. Ya en muy pocas partes se logra hacer amigos. La competencia se hizo despiadada. La desconfianza impide el paso a las grandes amistades. Por fortuna nosotros vivimos aquello tan bello.
ResponderEliminarOtro abrazo.
Es bueno compartir, ya sea por una fiesta personal o por cualquier otra razón. Recuerdo cuando los críos eran pequeños e iban en su cumple con una gran bolsa de caramelos para la clase.
EliminarNosotros lo vivimos e intentamos transmitirlo.
Otro de vuelta, sara.
Bonito relato Alfred, hay personas que llegan a nuestra vida con delicias para compartir, y no por las rosquillas, sino por brindar cariño sin condición..... Saludos amigo.
ResponderEliminarCada cual puede compartir cualquier cosa, por sencilla que sea. Lo importante es la intención.
EliminarSaludos amiga Sandra.
Según estaba leyendo tu relato he percibido ese olor a rosquillas de las que se hacen en casa, y las papilas gustativa se han revolucionado, :))).
ResponderEliminarEstupendo tener un compañero que comparte cosas tan ricas.
Un abrazo.
Un olor envolvente, que te atrapa y distrae de esas obligaciones mecánicas que no apetece mucho hacer ;)
EliminarSon de lo mejor.
Un abrazo Elda.
Mi jefa hace unos bizcochos que te cambas, pero lo que me has traído a la cabeza son los rosquetes de mi madre. Gloria bendita.
ResponderEliminarYo también pienso esto que tú, es un gesto muy bonito de los compañeros no sólo por su generosidad sino porque crean momentos chulos.
Besitos Alfred!
Que suerte tienes ;)
EliminarAnte las cocinas maternas no hay comparación que se resista.
En todos los trabajos en los que he estado, ha habido momentos así.
Besitos lopillas.
Es bonito compartir las cosas buenas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bonito y agradecido, tanto para el que da como para el que recibe.
EliminarUn abrazo.
Hola Alfred!
ResponderEliminarInvitar a tus compañeros, en este caso unas rosquillas, es una sana costumbre y una manera de compartir la solidaridad. El que invita, está contento de invitar y los comensales, encantados. Se tendría que hacer más a menudo.
Estoy de acuerdo, un poco de intercambio mejora las relaciones personales. Cuanto más mejor.
EliminarEsos sabores que nos llevan a otros tiempos felices... son y existen y tienen ese poder y esa magia.
ResponderEliminarBien por tu amigo, José.
Cuanto tiempo sin escuchar esta canción :))
Besos con sabor a rosquillas.
Sabores que nos marcan momentos, otros tiempos con otros protagonistas, que nos abandonaron dejando ese recuerdo.
EliminarBien por él.
Una pieza también inolvidable.
Besos de anís.
Bien por José!
ResponderEliminarMe has recordado a una vecina de Valencia q siempre pregunta a mis padres cuando voy a llegar y...me trae una tarta casera riquísima,sabe que me encanta...
: )
Estas navidades no la probaré...aysss
Qué le vamos a hacer...
Jopelines, estas son las vecinas a tener en cuenta, no las que miran si vas despeinada ;)))
EliminarEstas navidades van a ser muy extrañas.
Paciencia.