LA CHICA

 


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                                        Amy Winehouse 



La Chica 

 

  

Estaba ahí sola, sentada en un banco de moderno diseño en una avenida clásica, (contrasentidos de la ciudad de los prodigios), de las más señoriales de la ciudad. 


Compungida, con un pañuelo en una mano restañando sus lágrimas, lloraba en silenciosa soledad, entre el pasear indiferente de autóctonos ocupados, foráneos despistados y turistas en grupos guiados, a los que les iban explicando las maravillas de los edificios que estaban fotografiando con pasión.

 

Evidentemente a la chica en cuestión no se la miraba nadie, bueno yo, pero por supuesto sin atreverme a meterme en su vida, hoy en día estas cosas están muy mal vistas. 

 

Mi observancia del llanto compungido fue con la discreción propia del observador cauto. Mil excusas acudieron a mi mente buscando explicación al afloramiento de aquella desazón. 

 

Quizás estaba descartada para una beca, la habían despedido del trabajo, o abandonado el novio, puede que simplemente no hubiese superado los exámenes, tal vez una mala noticia respecto de un familiar muy próximo, al que le habían diagnosticado una grave enfermedad sin solución.  


No lo sé, era un llanto contenido y silencioso, nada de cara a la galería como algunas actuaciones en la misma calle, pero más hacia el centro, donde hay una profesional del gimoteo para sacar los cuartos a las almas caritativas. 


A lo mejor le acababan de anunciar que estaba embarazada, lo cual podía ser un motivo de gran alegría o de desconcierto. Pero el llorar no parecía de felicidad por un acontecimiento grato.

 

No, tenía que ser algo pesaroso, quizás un embargo al que no podía hacer frente o un desahucio inminente, pero se la veía muy joven para eso, según los usos de aquí en cuanto emancipación de los jóvenes, no daba la edad media para ello.

 

Todo esto lo iba barruntando mientras me alejaba del lugar, presuroso por llegar a mi destino, intentando evitar un golpe de calor que me desbaratase el día.

 

Parado ante el semáforo en rojo recurrí otra vez al tema del embarazo, (mientras esquivaba con acierto un patinete que decidió subirse a la acera para continuar paseo arriba), si era no deseado la aflicción no era para tanto, hoy en día es más fácil prescindir. Pero en el caso de tener fuertes creencias pro vida, la cosa cambiaba.

 

Seguro que mis pensamientos eran cosa de un ser antiguo, de alguien del siglo pasado.

 

Podía tener el pesar por no conocer quién era el padre, (aunque siempre se dice que esto una mujer siempre lo sabe), eso siempre dificulta algo las cosas. 


O sí lo sabía y eso era lo peor. Puede que hubiera sido víctima de abusos, ya fuera de un superior, de un familiar, de un grupo de compañeros salidos de madre en la última fiesta de curso.

 

¿Y sí se trataba de un linchamiento psicológico por parte de una superiora malvada, que quería hacerse con sus bienes más íntimos?

 

No podía dejar de darle vueltas a un asunto, que podía ser tan grave cómo pudiera imaginar de cualquier noticia de sucesos o tan simple como un asunto de lo más sencillo y doméstico.

 

Crucé y seguí con mi peregrinaje garbancero, sin dejar prenda alguna de mi paso, ya sabrían mis pies volver, cuando fuese necesario.

 

 

Barcelona, 25 julio 2021 

 




DESAPARECIDA

 

Foto del Autor 


Jazz & Blues


 

Una tarde en el Ateneu 

 

En medio del aquel jardín bautizado como romántico, existe el típico estanque con sus peces rojos, por el color de ideas parecerían verdes, muy ecológicos ellos pero sin dar un palo al agua. Simplemente se pasean todo el día arriba y abajo babeando, esperando alguna mosca despistada.

 

Incluso diría que algunos están algo descoloridos de puro aburridos, puesto que no les debe llegar el sonido de las bellas declamaciones de poesía seria que se realizan en el lugar y la música ofrecida tampoco debe de traspasar su ligera capa de agua. 


Ni que decir tiene que el susodicho hábitat acuático, es de dimensiones reducidas y profundidad escasa, más bien el tropezar y caer dentro, solo daría pie a la chanza por parte del personal adyacente, pero no para provocar el susto de ver alguien en peligro de ahogarse.

 

En eso estaba, cuando habiendo acabado el grato encuentro con la persona citada en dicho lugar, tras las despedidas y buenos deseos para el futuro, me quedé un rato sentado repasando un texto en el que llevo años trabajando en plan Guadiana, digamos ahora no, ahora sí, ahora no. 


Unos operarios empezaban a montar, en una tarima ad hoc para ello, los preparativos para uno de los conciertos programados por la entidad para disfrute de otros usuarios, que no de los propios socios, pero esa es otra historia. 


En esto, el típico personaje despistado, no sé de qué novela debía salir, señorita por más señas, dicho por su aspecto jovial y sin ninguna otra connotación al margen. En un ataque de entusiasmo al ver a sus compis se desplazó con urgencia sin calcular en exceso la distancia a la que estaba del bello ornamento acuático. Dio un traspiés y se precipitó dentro del líquido elemento a hacer compañía a nuestros rojos protagonistas.

 

Los montadores del evento musical siguieron a lo suyo, cobran por instalar y no por horas trabajadas.

 

El de limpieza enseguida salió con una fregona para recoger el agua salpicada.

 

El personal de servicio se rio por dentro de las mascarillas, con una actitud seriamente ignorante de la suerte de la dama en cuestión.

 

Los ocupantes de las mesas lo miraron con la frialdad propia de quienes están hecho a todo y ya nada les sorprende. Hubo tanto risas como indiferencia total.

 

¡Ah por cierto! 

De la chica no se volvió a saber nada. 

 

 

Ateneu Barcelonès, 15 julio 2021 

ENREDADOS

 

Foto de M.ª I de A.N.




Back to Black



Cómo puedo 

 hacerte entender 

¡Querida mía! 

 

La sensación propia 

de un placer perdido 

jugado entre dos. 

 

La ausencia interna   

que denota la partida 

 de un corazón frío. 

 

Recordado cual pasión 

 siempre palpitante 

 entre abrazos ardientes. 

 

Toda ella encendida,  

 más tarde enfriada,  

cuyos rescoldos perviven.  

 

 Asentados en la memoria, 

manteniendo la ilusión 

de recuperar sensaciones. 

 

 Que una deshora  

no te haga perder 

 nuestra historia. 

 

Esos momentos 

con instantes 

  que todo fue posible. 

 

Vendrán amaneceres 

nuevas salidas de sol 

agitaremos las aguas. 

 

Nadaremos en círculos 

persiguiendo sin descanso 

otra oportunidad. 

 

Mientras las olas 

rompen en la playa 

toda su carga de espuma. 


 

Barcelona 10 julio 2021