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Aquella mañana empezó a amanecer muy pronto, al menos antes de cuando habitualmente
solía clarear el día, parecía como si hubieran adelantado la hora del alba.
Un resplandor impresionante se encendía y apagaba en breves lapsos
de tiempo, provocando una sinfonía de colores rojizos dignos de una primavera en ciernes.
La humareda que provocaban se mezclaba con la niebla natural, que empezaba
a flotar por los campos, antiguos trigales en desuso, con alguna amapola
despistada que no estaba al caso de su nueva denominación: campo yermo.
El estruendo tras los fogonazos, nos mantenían más despiertos y
asustados de lo habitual en aquel tiempo y momento, en el que estábamos prestos
para morir sin pedir explicaciones.
A medida que conseguían afinar un poco, los proyectiles levantaban
junto con la tierra, estacas, sacos, cuerpos y demás elementos según donde
cayeran, una inmensa oleada de psicosis negativa; que los suboficiales
combatían a grito pelado, aludiendo a la virtud de las madres del enemigo.
Desde lo alto de un campanario, un infeliz voluntario gracias a ser pinchado con
una bayoneta, nos indicaba con banderitas de colores, la situación que intuía más
que ver, en la zona que tan estruendosamente nos saludaba, en una nueva mañana
dedicada a la barbarie sin tapujos.
Quietos, esperando que con el cese de el espectáculo pirotécnico, surgiera
la oleada gritona indicando la visita del adversario, intentábamos ver tras
aquellas asquerosas máscaras de gas, cómo se acercaban unos seres supuestamente
congéneres nuestros.
Atentos a los
silbatos de los mandos, parapetados tras los sacos terreros que coronaban las
trincheras, comprobábamos una y otra vez el cerrojo del fusil, la fijación de
la bayoneta, la cinta de la ametralladora, que estuviese todo bien engrasado y sin pegotes de
tierra que a cada poco nos caían encima, tan pronto iban estallando las
bombas a nuestro alrededor.
Los enlaces no hacían más que correr de lado a
lado, a medida que las comunicaciones fallaban al saltar por los aires, alguna
base de radio con su servidor incluido.
A pesar de todo podía ser una buena mañana, era cuestión de llegar a
la noche. Ganar un día más de nuestra existencia.
Vivir el momento y poder llegar al siguiente, así vive el ser humano la guerra.
ResponderEliminarOdiosas son, en las que todos pierden y nadie gana.
Muy buen relato.
Un abrazo.
Ambar
La sinrazón del enfrentamiento bélico en aras de unos intereses nunca claros.
EliminarUn abrazo Ambar.
Para todos los que están inmersos en problemas bélicos cada amanecer que logran vislumbrar, es un regalo que no esperaban ver. Por desgracia todavía hay demasiados que viven bajo esa mirada de temor en el mundo.
ResponderEliminarBesos
A través de una mirada situada en las trincheras de la Gran Guerra, intento manifestar el deseo de tener un día más.
EliminarBesos Ilesin !
Me ha parecido una escena de la Primera Guerra Mundial.
ResponderEliminarMuy bien descrita.
Saludos.
Muchas gracias Toro, en eso pensaba al contar la sin razón de bélica.
EliminarSaludos.
Tantos soldados de a pie pasando angustiosamente las horas...en trincheras de guerras absurdas...
ResponderEliminarTriste.
Besos.
En la Primera Guerra Mundial, la carnicería humana fue brutal, para luego acabar cometiendo la misma barbaridad una y otra vez.
EliminarMuy triste.
Besos.
No guerras absurdas, mejor tiempos de paz.
ResponderEliminarBesos.
Mucho mejor, pero parece ser que no interesa, se han de crear guerras por doquier.
EliminarBesos.
Estoy con Toro, podría estar sacada de "Adios a las armas", o de "Johny cogió su fusil". Excelente narración, me ha puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarA modo de curiosidad, déjame hacer un apunte: soy un enamorado de la historia, y para alguien como yo, los conflictos bélicos del siglo XX (aunque los aborrezca) son ineludibles. Más de una vez he leído y visto en documentales al respecto que, aunque siempre tengamos presente las imágenes de las grandes batallas, como la de Somme o la de Verdún, realmente eso fue casi más la excepción que la norma. Lo normal es que, entre batalla y batalla, hubiesen casi entre seis semanas y dos meses de inactividad total, en las que los soldados que estaban atascados en las trincheras se pudrían literalmente entre sus propios excrementos, las ratas, los piojos, el aburrimiento, los nervios, el insomnio, el barro, las enfermedades... Hay multitud de crónicas de soldados rasos de todos los bandos que decían que casi preferían morir en batalla, y no por valor patriótico precisamente, que esa tensa espera, en la que muchos intentaban desertar, o autolesionarse, lo que en ambos casos la mayoría de las veces acababa en juicio sumarísimo y pelotón de ejecución. Ese conflicto fue la matanza llevada a cantidades industriales, las antiguas tácticas militares decimonónicas basadas en la carga de frente, contra el adelanto de la tecnología militar y la forma de infligir más daño a más enemigos en el menor tiempo posible. Por eso mismo fue tan terrible, y sigue grabada a fuego en nuestro subconsciente colectivo.
Siento haberme alargado demasiado en mi contribución a tu entrada, pero, como habrás podido observar, es un tema que no me deja indiferente. Y tu texto ha evocado mis palabras.
Saludos, tocayo.
De entrada gracias por la comparativa, son dos referentes a tener en cuenta.
EliminarTienes razón en cuanto a la inactividad en la guerra de trincheras y la desmoralización que eso ocasionaba.
A parte de su aspecto bélico, se hace referencia ala guerra de trincheras, cuando hay dos posiciones antagónicas en las cuales ninguna se impone a la otra y tampoco hay voluntad de acuerdo.
Véase la corta legislatura española que acaba de finalizar.
Puedes enrollarte tanto como quieras, un placer tenerte por aquí.
Saludos.
Creaste todo el ambiente, la circunstancia y el sentir. Que terrible es la guerra.
ResponderEliminarDemos
¡Gracias por un día más!
Un abrazo.
Gracias Sara, en la lucha diaria, nos movemos por días.
EliminarUn abrazo.
Suena lo suficientemente terrible como para no querer vivirlo...
ResponderEliminarY por desgracia, se vive en tantos y tantos rincones!
Besos.
Nadie quiere vivir una experiencia así, solo los insensatos que provocan los conflictos pero no los experimentan en sus carnes ni en su alma si la tuvieran.
EliminarBesos.
Esa gran guerra, puesto uno en la piel, es un alegato a la necesidad de sobrevivir a ese día. Para luchar al siguiente por el mismo objetivo: seguir vivo
ResponderEliminarMuy buen post. Un beso
Es curioso que el origen de pensar en la guerra, en cualquiera de las muchas que han habido, hay y habrán, sea la intolerancia que impide que un foro de debate para la creación de normas que nos faciliten la convivencia, tenga que cerrar y regenerarse con otra vez las mismas caras, por ser incapaces de ceder un ápice de sus retorcidas posiciones.
EliminarMuchas gracias.
Un beso.
Cómo debe latir el corazón en situaciones como ésta.
ResponderEliminarAlfred, la norma principal para sostener la paz es la Justicia Social, como decía Pearl S. Bush, "las guerras ocurren cuando los pobres son demasiado pobres y los ricos demasiado ricos" En este momento ya estamos en camino de dichas guerras a ver si conseguimos ponerles el remedio.
Hola Tecla, pues ahora mismo ya estamos en una situación preocupante, esperemos un cambio de rumbo.
EliminarA ver si hay suertecilla y los políticos funcionen con la sensatez que les corresponde.
EliminarVelando por TODOS y correspondiendo a la alta misión que se les encomienda y no a la alegría de sus intereses personales.
Tecla creo que necesitamos algo más que suerte, simplemente se han de poner al frente de los partidos gente capacitada para desarrollar un programa que seduzca al electorado y puedan negociarlo con sus adversarios.
Eliminareso ya hace mucho quwe no pasa y dudo que vuelva a pasar. la gente capacitada esta en otras cosas, o hastiados , en nada
Eliminarsaludos
Tirar la toalla no nos conduce a ningún sitio.
EliminarSaludos.
En esta legislatura, las clases medias y bajas se han vuelto más pobres y las más altas, inmensamente ricos tanto a nivel nacional como mundial.
ResponderEliminarYa veremos.
Tus entradas nos hacen pensar.
Gracias! Lo considero un piropo muy agradable.
EliminarEscribes muy bien. Me ha emocionado. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Amapola.
EliminarBesos.
Hola Afred , un relato muy bien escrito y detallado por un momento me he visto en la trichera , con un caso y una ametralladora , desde luego es una escena tipica de cuando los Alemanes ocuparon Polonia , la foto del campanario es preciosa con ese cielo rojizo , gracias por pasar por mi blog , tu blog tiene pinta de ser muy interesante , te deseo una feliz tarde de Miércoles , saludos de Flor .
ResponderEliminarPd ; Es pero volver a verte más a menudo por mi blog , si tu lo deseas claro.
Gracias por tu visita y tus amables palabras. Pienso pasear con calma por tu blog.
EliminarSaludos.
Leyendote , ahi estaba paralizada por la situacion fuera de mi control
ResponderEliminarCariños
Con los músculos agarrotados, con los nervios a flor de piel, esperamos en vela, el ataque al alba.
EliminarUn abrazo.
Muy bien escrito. Parece realmente que lo redacta un corresponsal de guerra, en las muchas que Europa ha tenido y que de nada han servido.
ResponderEliminarMuchas gracias, realmente de poco han servido, cuando las ideas totalitarias y las fronteras siguen rigiendo nuestra Europa milenaria.
EliminarEs espíritu de supervivencia siempre encuentra un aliciente al que agarrarse. Muy bien descrito.
ResponderEliminarSaludos.
Somos capaces de adaptarnos en cualquier medio, guerras incluidas.
EliminarSaludos.
Que triste deben ser las guerras de pronto en un campanario quizá quisiera uno imaginar que sólo es un pasaje escrito y nada más... Puedes ver el tono rosáceo del cielo y respirar....
ResponderEliminarLas guerras son tristes, crueles y casi siempre inútiles.
EliminarGracias por tu visita y por comentar :)
Un saludo.
Una jornada de guerra adornada con la vista de esa preciosa fotografía, y redactado con la maestría de un buen corresponsal.
ResponderEliminarEsperemos que toda esa artillería que has descrito tan estupendamente, vaya desapareciendo de la faz de la tierra, ¡difícil...!
Un gusto leerte Alfred.
Un abrazo.
Muchas gracias Elda por tus palabras. Esperemos que desaparezca pronto.
EliminarUn abrazo.
Así es Alfred, no sólo en momentos como el que describes, tan al límite, sino también en general, debemos vivir el aquí y el ahora. Una descripción fantástica de un horror como es el de la guerra, y la imagen además es preciosa.
ResponderEliminarBuen fin de semana, un beso.
Gracias Sofya, vista ahora en un día gris, brumoso y con gotas, solo tiene el encanto de un viejo sistema de llamada al pueblo, en actos de convocatoria para eventos diversos ya fueran religiosos o simplemente sociales y de alarma. Me gustan los campanarios.
EliminarEl horror de la guerra se pasea por todas las geografías mundiales impunemente y en cualquier momento nos puede afectar.
Vivamos el aquí y el ahora pero con la máxima dignidad posible.
Buen finde, un beso.
Hola Alfred, aqui me quedé, así qué, voy repasando hasta llegar a la más reciente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambar
Hola Ambar, bienvenida, pasa, mira, lee, remira, comenta si te apetece. Espero disfrutes de la visita.
EliminarUn abrazo.
Un sinsentido llevado al límite, Alfred
ResponderEliminarAbrazo
El sinsentido total, pero nunca se aprende.
EliminarAbrazo.
Un amanecer que nadie quisiera haber visto, pero que la vida nos ha dejado claro muchos de ellos . Has rescatado un buen relato. Abrazos .
ResponderEliminarNadie quisiera ver tamaño amanecer.
EliminarMuchas gracias Campirela.
Abrazos.
No hay mayor idiotez que una guerra. A sabiendas de lo que se va a enfrentar y que nada más que la vida, con suerte, se podrá salvar, insistimos en dirimir nuestros conflictos con violencia y barbarie, como si de esa forma solucionarnos algo. Buen recurso la ironía para remarcar ese absurdo. Un abrazo
ResponderEliminarY aun así, no hacen más que florecer una y otra vez, para gozo de mandatarios con ínfulas de estadistas.
EliminarMuchas gracias Neo.
Un abrazo.
Derribado está el casco lleno de sangre: ¿qué flor va a amanecer? Un relato que narra muy bien el absurdo de la guerra. Un abrazo.
ResponderEliminarDerribado queda, que nadie lo recoja.
EliminarNo hay flor para tanto dolor.
Absurdo total que nada cura.
Un abrazo.
Un amanecer en guerra... Espero que llegase pronto su atardecer. Interesante relato sobre guerra, Alfred.
ResponderEliminarUn besazo juevero.
Es de esperar que el día se pusiera pronto, la noche era más deseada por tranquila.
EliminarUn beso.
Feliz jueves.
Elocuentemente describís esa situación en que el pensamiento es sobrevivir. Y la noche es un refugio, tiempo de fugaz tregua.
ResponderEliminarSaludos.
Intento imaginar ese infierno y me asusto.
EliminarLo importante es llegar a la noche.
Saludos.
En días así cada nuevo amanecer es un regalo. Gracias por sumarte, besos.
ResponderEliminarEn días de luto, ver amanecer y conseguir llegar a la noche es un milagro.
EliminarGracias a ti.
Besos.
parecia que venia otra cosa tras la foto del inicio. a mi me parece mas la voz de un participante que la de un corresponsal. esat vez parece que pudo superar todos los aeneceres, hastq que llego uno sin tiros , ni humos, ni explosiones. Los amaneceres todoas son parecidos, la cuestion es lo que hagamos con ellos, aunque a veces no hay muchas oportunidades de decidir demasiado. escalofriante relato sin abundar en el "sang i fetge"
ResponderEliminarabrazooo Alfred
Lo triste es que en cada amanecer, hay un lugar de la tierra en la que hay un conflicto armado.
EliminarGracias Gabiliante.
Un abrazo.
En la guere, no hay buen amanecer, si no es por la satisfacción de haber logrado levantarse en un nuevo día. Uan prosa alegre, con estupendo ritmo.
ResponderEliminarUn beso
Imagino que en la guerra solo vale el sobrevivir, máxime cuándo a la mayoría ni les va el asunto en discusión.
EliminarMuchas gracias Albada.
Un beso.